Un mala fortuna
Mestre y su familia, ajenos a los c¨ªrculos tradicionales del empresariado catal¨¢n, se han enriquecido al calor de los negocios concedidos en el puerto barcelon¨¦s
La actividad del puerto de Barcelona, primero de Europa en cruceros, canal de una cuarta parte del comercio exterior de Espa?a y referencia log¨ªstica creciente del Mediterr¨¢neo, poco o nada tiene que ver ya con la oscura atm¨®sfera recreada por Elia Kazan en La ley del silencio, donde un estibador se rebela contra mafiosos y corruptos en los muelles de Nueva York. Pero en estos ¨²ltimos d¨ªas el t¨ªtulo de esta peque?a obra maestra del cine circula en Barcelona casi como chascarrillo empresarial: no s¨®lo refleja la reacci¨®n de la comunidad portuaria a la detenci¨®n de uno de sus hombres de peso, Jos¨¦ Mestre, sino que desempolva un pu?ado de viejas leyendas, como dice un directivo con conexiones en el puerto, "sobre todas esas cosas que ocurrieron una vez, o tal vez no".
Jos¨¦ Mestre, respetado e influyente en la cerrada comunidad portuaria, presum¨ªa de conexiones con el PP
Esto s¨ª ha ocurrido: por una redada antidroga ha ido a prisi¨®n Mestre, el director general de Terminal Catalunya (Tercat), una de las dos terminales del puerto especializadas en el tr¨¢fico de contenedores, controlada por el grupo familiar Mestre y propiedad en un 70% del holding log¨ªstico chino Hutchinson Port Holding, el mayor inversor mundial en espacios portuarios. Pero ning¨²n pol¨ªtico ni empresario acepta identificarse cuando asegura, y se asegura a menudo, que el padre y fundador del imperio familiar, Juan Mestre, era un hombre supuestamente capaz de pasearse hace medio siglo por los muelles con un fajo de billetes en un bolsillo y una pistola en el otro. "Jos¨¦ Mestre tiene algo menos de agallas que su padre, pero ha tenido muchas m¨¢s posibilidades que ¨¦l", opina el ex consejero de una de las empresas ligadas al puerto.
La impronta del padre, claro, se ha dejado notar. A los ocho a?os, seg¨²n explic¨® el propio Juan Mestre a una revista, transportaba alfalfa en un carro tirado con burros desde Can Tunis a Sarri¨¤, y se meti¨® en el sector del transporte con un pr¨¦stamo de 25.000 pesetas para comprar un peque?o cami¨®n Ford. Entr¨® en el puerto a mediados de los cincuenta porque un d¨ªa festivo acept¨® resolver la descarga de un barco con su cami¨®n. Y del muelle ya no se fue.
La historia del embri¨®n del Grupo Mestre tiene algunos hitos. Uno de ellos, la alianza a finales de los setenta con la compa?¨ªa estatal sovi¨¦tica Morflot para crear la agencia consignataria Intramar para todos los fletes de la antigua URSS. O la red de agencias en los grandes puertos espa?oles, Intramediterr¨¢neo.
Tras un episodio turbio -la autoincul-paci¨®n de Jos¨¦ Mestre, y su posterior huida durante varios a?os a ra¨ªz de una serie de robos de lat¨®n destinado a la exportaci¨®n en el puerto de Barcelona que apuntaban a su padre, titular de la empresa-, el negocio sigui¨® viento en popa. La adquisici¨®n de la agencia mar¨ªtima Samuel M Bull y la constituci¨®n de Tercat, que se instalar¨ªa como terminal de contenedores en el muelle Pr¨ªncipe de Espa?a, fueron otros puntazos. Ya con los hijos bien asentados en el negocio -sobre todo Jos¨¦, pero tambi¨¦n sus hermanos Juan y Rogelio- el patriarca teji¨® un conglomerado de sociedades que tocaba todas las teclas: de las transitarias a las agencias mar¨ªtimas, pasando por la terminal de carga general, el transporte por carretera y tren, el almacenamiento, la distribuci¨®n y la terminal de contenedores.
Sonada fue la llamada guerra de los contenedores protagonizada en los noventa por Tercat y su rival TCB, a ra¨ªz de la p¨¦rdida de la exclusividad en el tr¨¢fico internacional de contenedores en el muelle que gestionaba esta ¨²ltima y la ampliaci¨®n de la concesi¨®n a Tercat. Las cr¨®nicas de la ¨¦poca recuerdan el uso casi como brazo armado de los estibadores por parte de Mestre, seg¨²n sus competidores.
Pero el golpe definitivo de los Mestre, en 2006, fue la alianza con la china Hutchinson, que no dej¨® de demostrar su visi¨®n estrat¨¦gica de que solos nunca lograr¨ªan explotar la futura terminal de contenedores del muelle Prat del puerto de Barcelona, la terminal m¨¢s importante licitada en Espa?a, con 93 hect¨¢reas de superficie y una capacidad para manipular 2,5 millones de contenedores anuales. La familia se ali¨® al gigante chino. Si ganaban, le ceder¨ªan el 70% de Tercat. Y as¨ª fue. Se estima que ingresaron por esa operaci¨®n unos 140 millones de euros.
"La fortuna de los Mestre est¨¢ hecha desde abajo", subrayan fuentes de los estibadores. Es una de esas fortunas ocultas que han florecido a la sombra de los negocios concedidos en el puerto por m¨¢s de 20 y de 30 a?os, que cuelgan de centenares de sociedades, propicias a los monopolios y a conformar una comunidad que los c¨ªrculos convencionales del empresariado catal¨¢n tildan de "cerrada y end¨®gena", con nombres tan dispares como Condominas, Romeu o Tintor¨¦. A diferencia de las navieras, el negocio de los contenedores requiere menor inversi¨®n y da m¨¢s beneficio. Pero las demostraciones de su riqueza adquirida -era frecuente verle llegar a trabajar al puerto a las siete de la ma?ana, en un Ferrari u otro de sus coches de lujo- hac¨ªan arrugar la nariz a m¨¢s de uno.
Como su padre, Jos¨¦ Mestre tampoco fue carne de m¨¢ster. Permaneci¨® ajeno a los c¨ªrculos ecuestres, a los c¨ªrculos de econom¨ªa, a los palcos del Teatro del Liceo donde los burgueses catalanes se frecuentan. Un empresario que le trat¨® unos a?os por negocios y que le considera "un aut¨¦ntico trabajador, un estajanovista", afirma que no le importaba nada la reputaci¨®n social. Eso s¨ª, en petit comit¨¦, a sus amigos les ofrec¨ªa los manjares m¨¢s selectos, empezando por caviar Beluga, o un lugar en su yate. Una de esas leyendas que le rodean cuenta que Jos¨¦ Mestre es capaz de pagar a un puerto deportivo para que su barco atraque justo al ladito del barco de un constructor influyente como Florentino P¨¦rez. Quienes conocen a Mestre le consideran una persona impulsiva, eficaz y dura de pelar en la defensa de sus intereses, con m¨¢s coraz¨®n que cabeza y tan mal enemigo de sus enemigos como amigo de sus amigos. A menudo presume de conexiones con el PP. "Es un hombre de orden", es una descripci¨®n frecuente.
Mestre y su fortuna tambi¨¦n se ramificaron al sector inmobiliario, al papelero, al de la restauraci¨®n e incluso ten¨ªa al menos un gimnasio, al que iba ?la c¨²pula de la polic¨ªa! Todo, a trav¨¦s de decenas de sociedades. Hace tan s¨®lo medio a?o, los Mestre entraron en el negocio de la iluminaci¨®n con dispositivos LED al comprar el 50% del capital de la empresa catalana Merpoc, que ha colocado sus luces LED en el FC Barcelona, entre otros lugares. Conocido fue el choque frontal de Jos¨¦ Mestre con Gen¨ªs Marf¨¤, cuando ¨¦ste presid¨ªa la inmobiliaria Aisa (hoy Fergoaisa). Fue a ra¨ªz de que, hace tres a?os, Tercat tomara un 2,36% del capital de la inmobiliaria antes del pinchazo del ladrillo. Los Mestre demandaron a Marf¨¤ por la valoraci¨®n en 620 millones de euros de unos terrenos que posteriormente ser¨ªan tasados en 31,8 millones. La demanda se basaba en que una ampliaci¨®n de capital realizada por Aisa en 2006 se sustentaba en unas valoraciones de unos terrenos que consider¨® hipervalorados.
Si hay un lugar en el empresariado tradicional catal¨¢n donde Jos¨¦ Mestre se haya asomado es el mundo del arte. Hace pocos meses, entr¨® como vocal en el patronato de la Fundaci¨®n Francisco Godia. -
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.