Los misterios de Gainsbourg
Misterios dolorosos
La ira de la viuda n? 3
Veinte a?os despu¨¦s, Serge Gainsbourg sigue alimentando pol¨¦micas. La depositaria de su herencia, Jane Birkin, ha digerido mal que su biopic se tome tantas libertades y ha logrado colar en cr¨¦ditos su descripci¨®n como "un cuento". Una apostilla gratuita: nadie solicita realismo a una pel¨ªcula c¨®mica y fantasiosa.
Dado que el realizador y guionista de Gainsbourg (Vida de un h¨¦roe) es Joann Sfar, dibujante de c¨®mics, no se entiende el espanto de la Birkin. Sfar se hab¨ªa desmarcado de las expectativas de los herederos: "Yo no hago biograf¨ªas noveladas cl¨¢sicas, como La vida en rosa. Aporto mi universo de historietista para ilustrar una visi¨®n personal de los fantasmas de Gainsbourg".
"En Gainsbourg madur¨® la convicci¨®n de que el esc¨¢ndalo era la perfecta palanca de promoci¨®n"
"Jane Birkin actualiz¨® la imagen exterior de Serge. A cambio, ¨¦l la convirti¨® en int¨¦rprete l¨²brica"
El margen de cr¨ªtica de Jane Birkin se achic¨® cuando Lucy Gordon, la actriz brit¨¢nica que encarna su personaje, se suicid¨® en Par¨ªs. Gainsbourg (Vida de un h¨¦roe) est¨¢ dedicada a su memoria.
Misterios luminosos
El exhibicionista indestructible
Sfar ofrece dos protagonistas atractivos. El ni?o Kacey Mottet Klein?es el Gainsbourg adolescente. Los a?os del nazismo, con la familia Ginsburg obligada a llevar la estrella amarilla con la palabra "jud¨ªo", se transforman en las andanzas de un p¨ªcaro. El Serge de pantalones cortos se apresura a solicitar la infamante tela, que identifica con la chapa de un sheriff del Oeste. Calla a bur¨®cratas colaboracionistas al alardear de que se codea, en una academia de pintura de Montmartre, con un oficial alem¨¢n. Engatusa a Fr¨¦hel, deteriorada vedette de la chanson. En un internado se gana la simpat¨ªa de sus compa?eros haciendo dibujos pornogr¨¢ficos; y cuando se intuye redada, su maestro le manda al bosque.
Aunque el m¨²sico Joseph Ginsburg no practicaba el juda¨ªsmo, en el ambiente se sab¨ªa que hab¨ªa huido de Ucrania tras la revoluci¨®n bolchevique. Imposibilitado para trabajar en el Par¨ªs ocupado, escaparon hacia la Francia de Vichy. Carambolas de la historia: la ¨²ltima mujer de Serge, Bamboo, se dec¨ªa nieta del mariscal Paulus, que rendir¨ªa el 6? Ej¨¦rcito de la Wehrmacht en Stalingrado.
Para el Gainsbourg adulto, Sfar ha contado con un prodigioso Eric Elmosnino que transmite las dudas ¨ªntimas de un cantante que aspiraba a ser pintor, un estilista de la Rive Gauche que conseguir¨ªa su mayor impacto en el pop.
Misterios gozosos
El artista de goma
Efectivamente, Gainsbourg (Vida de un h¨¦roe) viene a culminar la entronizaci¨®n de Serge como figura central de la cultura franc¨®fona. Hasta 1991, cualquier manual o diccionario sobre la chanson fran?aise sol¨ªa llevar las fotos de Edith Piaf o Jacques Brel. Despu¨¦s de la muerte de Gainsbourg, es su turno: en las portadas vemos su desali?ado aire de dandi, m¨¢s irreverente que triunfador.
Los registros de SACEM, la Sociedad General de Autores gala, revelan que Gainsbourg no tuvo muchos pelotazos como int¨¦rprete de sus temas. Sus mayores ingresos derivaban de su faceta de compositor. Firm¨® numerosas bandas sonoras, centrado en comedias y cintas er¨®ticas tipo Madame Claude o Goodbye Emmanuelle.
Le cin¨¦ma de Serge Gainsbourg, un estuche de 2001, recuerda su habilidad para el reciclaje. Un fragmento instrumental de Les coleurs verts (1965) reaparecer¨ªa, con letras y gemidos, como Je t'aime, moi non plus. Cl¨¢sicas del calibre de R¨¦quiem pour un con o Dieu fumeur de havanes se estrenaron en el cine. Pero el grueso de sus derechos de autor correspond¨ªa a la infinidad de golosinas que elabor¨® para docenas de vocalistas francesas o for¨¢neas asimiladas (Nana Mouskouri, Petula Clark o Marianne Faithfull). En Gainsbourg (Vida de un h¨¦roe), ese quehacer de bambalinas se explicita en sus aproximaciones a Juliette Gr¨¦co o a la baby pop France Gall.
La Gr¨¦co, diosa existencialista, aparece como una pesadilla para la primera esposa del compositor. Con Juliette Gr¨¦co chante Serge Gainsbourg, que conten¨ªa la sublime Javanaise, ¨¦l ascendi¨® en el escalaf¨®n y dispar¨® los cotilleos: se les aplic¨® el t¨®pico period¨ªstico de la bella y el monstruo.
France Gall lo pas¨® peor. La pel¨ªcula la presenta como una yey¨¦ tontita. France grab¨® feliz su Les sucettes, donde proclamaba su pasi¨®n por chupar piruletas. El tema iba camino del mill¨®n de copias cuando, en un programa de televisi¨®n, France advirti¨® las risitas de los presentes; solo entonces supo que hab¨ªa doble sentido en los versos.
Esas jugarretas serv¨ªan de coartada para el rotundo giro profesional de Gainsbourg. En 1965 dej¨® los directos, tras una desdichada gira como telonero de la majestuosa Barbara. Reneg¨® en p¨²blico: "Es m¨¢s aceptable hacer rock sin pretensiones que chanson mala con pretensiones literarias".
Para muchos, se comercializ¨® y hay argumentos en su contra: tras ganar Eurovisi¨®n en 1965 con la ambigua Poup¨¦e de cire, poup¨¦e du son, cantada por France Gall, pretendi¨® repetirlo con la lamentable Boum badabum, que represent¨® a M¨®naco. Amante del jazz y de la chanson cl¨¢sica, se hab¨ªa permitido bromitas-temas como Chez les y¨¦-y¨¦ o Qui est in, qui est out, respecto a la adoraci¨®n de lo juvenil que alimentaba el imperio de Salut Les Copains. Pero los viajes laborales a Londres, donde localiz¨® arregladores e instrumentistas flexibles, le abrieron las orejas. Los ritmos beat y soul -twist y jerk, seg¨²n ¨¦l- tambi¨¦n serv¨ªan como plastilina para su voluntad provocadora.
Misterios gloriosos
El canalla bienamado
El bombazo de Les sucettes hizo madurar en Gainsbourg la convicci¨®n de que el esc¨¢ndalo era la perfecta palanca de promoci¨®n. Gainsbourg (Vida de un h¨¦roe) conmemora Je t'aime, moi non plus como un producto del arrebato de Serge y Brigitte Bardot ("hazme la canci¨®n de amor m¨¢s hermosa que puedas imaginar"). Pero la melod¨ªa ya exist¨ªa; muchos se enteraron de la materializaci¨®n de la versi¨®n cantada, con BB jadeando mientras "voy y vengo entre tus ri?ones". Sin embargo, el amor no deb¨ªa de ser tan loco cuando la Bardot vet¨® su publicaci¨®n, oficialmente para no irritar a su tercer marido, Gunther Sachs, pero seguramente protegiendo su reputaci¨®n de actriz.
El repentino pudor de Brigitte no impidi¨® que Serge regrabara Je t'aime en Londres y con su mayor descubrimiento, Jane Birkin. Esa relaci¨®n ocupa buena parte de la pel¨ªcula. La actriz inglesa tra¨ªa su bagaje: ten¨ªa una ni?a, fruto de un fracasado matrimonio con el compositor John Barry, y estaba en el imaginario er¨®tico por su hist¨®rico desnudo frontal en Blow up (1966). Birkin actualiz¨® la imagen exterior de Serge y le despoj¨® de prejuicios chovinistas. A cambio, ¨¦l la convirti¨® en int¨¦rprete l¨²brica. Una cadena de discos, reportajes fotogr¨¢ficos y largometrajes remataron la definici¨®n del mito Birkin.
Con todo, ella manten¨ªa una brit¨¢nica sensatez. Toleraba mal la alegr¨ªa con la que Gainsbourg derrochaba el dinero, detestaba su insistencia en seguir bebiendo y fumando tras el primer infarto. En la pel¨ªcula se marcha al advertir que las borracheras de Serge ponen en peligro a sus criaturas. Precisemos: ella rompi¨® el t¨¢ndem al enamorarse de un joven cineasta, Jacques Doillon. Dejaron de compartir techo en 1980, pero mantuvieron amistad: Jane recib¨ªa generosos regalos de su ex y ella se ocupaba de la salud (?y la alimentaci¨®n!) de Serge.
Gainsbourg, artista de culto con escasas ventas, se vio beneficiado por la fascinaci¨®n de admiradores surgidos de la new wave. En 1978 volvi¨® a los escenarios, primero como invitado del grupo Bijou, luego con sus nuevos discos. Esa inyecci¨®n de energ¨ªa le empuj¨® a aventuras transcontinentales: cabalg¨® sobre imperiosos ritmos neoyorquinos, encaj¨® en Jamaica con los acompa?antes de Bob Marley. Su Marsellesa en reggae gener¨® amenazas y disturbios, pero se sald¨® con un ¨¦xito de ventas y un triunfo personal de Serge, que luego adquirir¨ªa el manuscrito de himno revolucionario.
Ya hab¨ªa emergido otro monstruo: Gainsbarre, el bronquista de guardia. Cuando se encend¨ªa el piloto rojo de las c¨¢maras, pod¨ªa quemar un billete de 500 francos (para protestar contra los impuestos), proponer sexo a Whitney Houston o desarrollar Lemon incest como un dueto con su hija Charlotte.
Gainsbourg explotaba la tolerancia francesa con los creadores. En la pel¨ªcula se ve llegar a Brigitte Bardot (Laetitia Casta) con su perro a un edificio de apartamentos: la Cit¨¦ International del Arts et Lettres, una residencia donde los artistas pod¨ªan instalarse durante un m¨¢ximo de 12 meses y donde Serge resisti¨® dos a?os. Cre¨ªa firmemente que el Estado y la sociedad estaban obligados a mantenerle. Libre de prejuicios, rod¨® abundantes spots publicitarios, con la excusa de que eso difund¨ªa su personaje.
No le desgast¨® la polarizaci¨®n ideol¨®gica de su pa¨ªs. Ignor¨® Mayo del 68. Era apol¨ªtico, m¨¢s all¨¢ de un anticomunismo basado en experiencias familiares. Y caso ¨²nico entre su oficio, cultivaba la amistad de los polic¨ªas, a los que invitaba a casa y al estudio.
En Gainsbourg (Vida de un h¨¦roe) apenas caben sus vertiginosos a?os sin Jane. Hacia 1990 renaci¨® su instinto de conservaci¨®n. Elimin¨® excesos, se retir¨® a un pueblo de Borgo?a, visit¨® el quir¨®fano para una operaci¨®n de h¨ªgado. En 1991, un d¨¦bil Serge retorn¨® a Par¨ªs. El 1 de marzo celebr¨® el cumplea?os de Bambou, pero se acost¨® solo, en su casa-museo de Rue de Verneuil. Los bomberos le encontraron al d¨ªa siguiente, en su cama, v¨ªctima resignada de una crisis cardiaca.
'Gainsbourg (Vida de un h¨¦roe)' se estrena el 9 de julio. Universal distribuye la banda sonora.
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