Cisnes rusos con iniciativa privada
A mediados de los a?os noventa, en medio de la desintegraci¨®n de la antigua Uni¨®n Sovi¨¦tica entre gl¨¢snost y perestroika, algunos artistas rusos de ballet alertaron de una progresiva segunda di¨¢spora de bailarines, directores y maestros. De hecho, ese goteo hacia Occidente no hab¨ªa cesado desde los a?os oscuros del tel¨®n de acero estalinista. Fue entonces cuando la gran Maya Plis¨¦tskaya tuvo la iniciativa de crear en Mosc¨² una compa?¨ªa de ballet cl¨¢sico de gran formato, pero totalmente privada, con el objetivo de incentivar a los artistas, frenar la fuga de talentos.
El resultado, 15 a?os despu¨¦s, es el consolidado Ballet Imperial Ruso, que tiene su propia escuela y se ha convertido en un habitual de los veranos madrile?os. Bajo la direcci¨®n de Gediminas Taranda, un ex primer bailar¨ªn del Teatro Bolsh¨®i de Mosc¨², la compa?¨ªa pone en el teatro Compac Gran V¨ªa su versi¨®n de El lago de los cisnes (desde hoy hasta el d¨ªa 11, s¨¢bado dos funciones), que se atiene en gran parte a la tradicional escuela rusa.
El cl¨¢sico entre los cl¨¢sicos del ballet, con la c¨¦lebre partitura de Chaikovski y la redacci¨®n coreogr¨¢fica de Marius Petipa y Lev Ivanov, muestra la dicotom¨ªa entre cisne blanco-cisne negro, simbolizada lucha entre el bien y el mal y que se disfruta en su estructuraci¨®n can¨®nica de cuatro actos. La obra vuelve a Madrid con nuevos decorados y vestuarios.
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