El desaf¨ªo de Rosa Otunb¨¢yeva
La presidenta de Kirguizist¨¢n, primera jefa de Estado en Asia Central, promete imponer el respeto a la ley en un pa¨ªs sacudido por la violencia ¨¦tnica
Rosa Otunb¨¢yeva ha jurado su cargo de presidenta de Kirguizist¨¢n y se convierte as¨ª en la primera mujer que llega a la jefatura de un Estado en el territorio del Asia Central pos-sovi¨¦tica. Otunb¨¢yeva, cuyo mandato es interino y expira el 31 de diciembre de 2011, se ha marcado un enorme reto: crear "una nueva cultura pol¨ªtica basada en el respeto de la ley" en un pa¨ªs sacudido por los enfrentamientos ¨¦tnicos y la corrupci¨®n.
Otunb¨¢yeva, de 59 a?os, afronta una situaci¨®n vol¨¢til. En el sur puede repetirse la oleada de violencia que se desencaden¨® en la noche del 10 al 11 de junio y que, seg¨²n estimaciones de la propia presidenta, se cobr¨® hasta 2.000 vidas. Medio mill¨®n de personas se han visto desplazadas, han perdido sus hogares o padecen las consecuencias de los choques entre kirguises y uzbekos.
El Gobierno interino no tiene el control del sur del pa¨ªs
Casi tres semanas despu¨¦s de los disturbios, las tensiones se mantienen en las regiones de Osh y Jalalabad. El Gobierno provisional, instalado en Bishkek, en el norte, no controla a las bandas armadas que, present¨¢ndose como agentes del orden o fuerzas especiales, secuestran, saquean y extorsionan en el sur.
Divididos entre s¨ª, los protagonistas de la revoluci¨®n de abril est¨¢n m¨¢s preocupados por afianzarse en el poder y por las elecciones de octubre que por los miles de personas desamparadas del sur. En Osh la destrucci¨®n es masiva en los barrios uzbekos y m¨¢s aislada en los kirguises. Entre tejados desplomados, vigas calcinadas y hierros retorcidos del barrio uzbeko de Majrintal, las hermanas Matliuba y Gulcijra recorren el patio de la casa familiar y lloran al encontrar la tubeteika (gorro uzbeko) manchado de sangre de su padre, el herrero Rajmatulo Zhur¨¢ev, que, seg¨²n afirman, fue acribillado y golpeado por una turba enfurecida. Matliuba ense?a la herida de bala que recibi¨® en el muslo al huir de los asesinos. Dice sentirse humillada por la rid¨ªcula cantidad de harina que recibi¨® como ayuda humanitaria y por tener que pagar 80 soms (casi dos euros) por una foto para su nuevo documento de identidad, en sustituci¨®n del que ardi¨® con su casa.
En Osh, un grupo de kirgu¨ªs con parientes que desaparecieron en los enfrentamientos organiz¨® el jueves una rueda de prensa. Exig¨ªan al Gobierno provisional que organizara una investigaci¨®n -excluyendo de ella a los uzbekos- de los des¨®rdenes y le daban tres d¨ªas de ultim¨¢tum. En el grupo estaba Y¨®sef Judaverd¨¦n, el padre de Attoj¨²nov, un ni?o de 10 a?os que el 12 de junio desapareci¨® cuando se fue en pos de su hermano, que hab¨ªa ido a "luchar contra los uzbekos". "?Por qu¨¦ le dej¨® marchar?". "Yo tambi¨¦n estaba luchando contra los uzbekos", se justifica el padre.
Los kirguises y los uzbekos de Osh y Jalalabad coinciden en su cr¨ªtica a la ineficacia de las autoridades. Los primeros son m¨¢s extrovertidos; los segundos, m¨¢s reservados, en gran parte por miedo. En la comunidad uzbeka hay un profundo sentimiento de indefensi¨®n. En Osh pocos uzbekos se atreven a salir de su majal-l¨¢ (barrio) convertido ahora en gueto.
"Nuestra situaci¨®n recuerda a Petrogrado en 1917 [durante la revoluci¨®n bolchevique] y es dif¨ªcil saber qui¨¦n es qui¨¦n. La ley proh¨ªbe a la polic¨ªa efectuar registros con m¨¢scaras, pero la polic¨ªa est¨¢ tan corrupta que no se diferencia de los bandidos", dice Kubatbek Baib¨®lov, comandante militar de Jalalabad y secretario adjunto del Consejo Nacional de Seguridad de Kirguizist¨¢n. "No me atrevo a decir que controlo la situaci¨®n. El control es muy d¨¦bil en toda la rep¨²blica", sentencia el alto funcionario. "Soy partidario de que se valoren las responsabilidades pol¨ªticas de instituciones y personas, pero no puedo avanzar, debido al sabotaje, la incomprensi¨®n y la falta de profesionalidad. La investigaci¨®n se boicotea al m¨¢s alto nivel, porque hay gente que quisiera que el Gobierno provisional se estrelle aqu¨ª", se?ala Baib¨®lov, que pide ayuda a Occidente.
Como otros altos funcionarios, Baib¨®lov cree que el clan de Kurmanbek Bak¨ªev, el presidente depuesto en abril, va a seguir dando guerra. "Para un kirgu¨ªs", a?ade, "el poder y los cargos son todo en la vida. En parte porque esa es su mentalidad y en parte porque el servicio p¨²blico se ha convertido desde hace tiempo en un negocio, una fuente de enriquecimiento".
El s¨¢bado, al jurar su cargo, Otunb¨¢yeva asegur¨® que no escatimar¨¢ fuerzas para exigir a todas las ramas del poder "el respeto a la ley". De momento, para abrirse camino en los ¨®rganos de Interior y Seguridad del sur, Otunb¨¢yeva se ve obligada a recurrir a la ayuda de expertas defensoras de derechos humanos a las que anima a visitar a los detenidos a ra¨ªz de los disturbios de junio en Osh.
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