Por qu¨¦ todo el mundo necesita a sus liberales
En primer lugar, dem¨®cratas liberales [la denominaci¨®n del tercer partido brit¨¢nico] es un nombre que no tiene sentido. ?Quiere decir dem¨®cratas liberales en contraste con dem¨®cratas autoritarios? ?O en vez de antidem¨®cratas liberales? Y su abreviatura, Lib Dems, est¨¢ a¨²n m¨¢s vac¨ªa de contenido. Parece el resultado de un acuerdo inc¨®modo, que es exactamente lo que es. Cuando el Partido Liberal, un partido de gran tradici¨®n, se fusion¨® en 1988 con el reci¨¦n creado Partido Socialdem¨®crata, una escisi¨®n del Partido Laborista (que entonces no era tan liberal como ahora), a la nueva entidad la llamaron "Dem¨®cratas Sociales y Liberales". La prensa lo redujo a "SLIDS" [por sus siglas en ingl¨¦s], o "Las ensaladas". "Todos est¨¢bamos de acuerdo en que necesit¨¢bamos un nombre de una sola palabra, corto", explica quien dirig¨ªa entonces el partido, Paddy Ashdown, en una nota a pie de p¨¢gina sobre los acontecimientos de septiembre de 1988 para la versi¨®n publicada de sus diarios. ?l quer¨ªa "los dem¨®cratas". Un a?o largo despu¨¦s, el 16 de octubre de 1989, se regocijaba: "Hoy se han anunciado los resultados de la votaci¨®n sobre el nombre. Abrumadoramente en favor de Dem¨®cratas Liberales. Por lo menos ya hemos dejado atr¨¢s ese problema. Gran alivio".
Cameron dice ser conservador, liberal y progresista. Es el 'V¨®tenos y seremos lo que usted quiera'
Incluso en Reino Unido hay quien dice ser liberal y de hecho es autoritario
Cuando le suger¨ª hace poco a Ashdown que su partido adoptase ahora realmente un solo nombre, breve y con significado, dijo que, en su opini¨®n, no habr¨ªa mucha oposici¨®n interna a la idea, pero que los miembros del partido se preguntar¨ªan: "?Para qu¨¦? ?De verdad es tan importante?". A lo cual respondo: S¨ª. Cuando preguntaron a Confucio cu¨¢l ser¨ªa su primera iniciativa de Gobierno, contest¨®: "Desde luego, ser¨ªa rectificar los nombres".
Los nombres son importantes. Sobre todo para los partidos que se esfuerzan por definir y preservar su identidad dentro de unas coaliciones inesperadas. Por supuesto, muchos partidos de todo el mundo funcionan a la perfecci¨®n con apodos que, en s¨ª, no tienen ning¨²n significado -por ejemplo, Dem¨®cratas y Republicanos en Estados Unidos-, igual que hay revistas que se venden bien a pesar de tener t¨ªtulos completamente anodinos: Prospect, Encounter, Commentary. Ahora bien, resulta ¨²til tener un nombre que signifique algo, que permita decir "somos conservadores porque defendemos el conservadurismo", "somos socialdem¨®cratas porque defendemos la democracia social"... o, llegado el caso, "somos liberales porque defendemos el liberalismo".
El mero hecho de decir "liberalismo" es invocar una de las grandes tradiciones pol¨ªticas del mundo, nacida en Inglaterra y Europa continental, desarrollada en Estados Unidos y que hoy se extiende mucho m¨¢s all¨¢ del Occidente hist¨®rico. Una tradici¨®n que, a pesar de su burda caricaturizaci¨®n en el seno de la derecha estadounidense y su inmensa diversidad, tiene suficientes bases comunes para que pueda haber declaraciones relativamente coherentes de una cosa llamada la Internacional Liberal, que comprende partidos como el Partido Liberal de
Canad¨¢ y los Dem¨®cratas Liberales de Alemania.
Como ocurre con todas las formaciones pol¨ªticas internacionales, se han dado casos de alianzas extra?as. En el propio Reino Unido, a veces ha habido personas que se llamaban liberales y expresaban sentimientos autoritarios. Pero si queremos tener claro hacia d¨®nde ir, existe una estrella polar constante: la libertad del individuo. ?C¨®mo podemos conseguir el m¨¢ximo grado posible de libertad individual, que sea compatible con la libertad de los dem¨¢s? Tal o cual pol¨ªtica ?ayuda o impide alcanzar ese objetivo? ?sta es la pregunta a la que siempre se remiten los aut¨¦nticos liberales. El gran debate de los ¨²ltimos 100 a?os en la tradici¨®n liberal, entre un liberalismo m¨¢s "de derechas", econ¨®mico, de libre comercio, de mercado, partidario de la desregulaci¨®n y la m¨ªnima participaci¨®n del Estado, y otro m¨¢s "de izquierdas", social, amigo del Estado, potenciador e igualitario, es, en el fondo, un debate sobre el medio para alcanzar el objetivo com¨²n, no sobre el objetivo en s¨ª.
Por tanto, cuando en Reino Unido dos parlamentarios liberales -perd¨®n, lib dem- votan en contra de la subida del IVA propuesta por el Gobierno de coalici¨®n conservador-liberal, cuando la base m¨¢s sentimentaloide del partido clama que su l¨ªder Nick Clegg se ha vendido al ministro de Hacienda conservador George Osborne y su presupuesto thatcheriano de recortes, los descontentos est¨¢n continuando en realidad un debate sobre cu¨¢l es la mejor forma de alcanzar el objetivo liberal fundamental. Claro que, en lo inmediato, est¨¢n expresando su p¨¢nico por la posibilidad de que el partido pierda su identidad dentro de la coalici¨®n. Y algo de raz¨®n tienen. Los lib dem ya se han hundido en las encuestas.
David Marquand, un veterano observador de la pol¨ªtica brit¨¢nica, saca la escueta conclusi¨®n de que este presupuesto, dictado por el miedo a los mercados mundiales de deuda, es incompatible con la pol¨ªtica liberal, que -"al menos tal como se ha ejercido en este pa¨ªs desde hace m¨¢s de un siglo"- pretende controlar el capitalismo para defender los intereses de la justicia social. "Si la pol¨ªtica liberal es imposible", contin¨²a, "el Partido Dem¨®crata Liberal est¨¢ de m¨¢s". (Una conclusi¨®n alternativa es que la pol¨ªtica liberal sigue siendo posible, pero solo con m¨¢s regulaci¨®n internacional del capitalismo mundial, es decir, m¨¢s internacionalismo liberal).
La apuesta de Clegg, por supuesto, es conseguir ganar el refer¨¦ndum prometido para introducir el sistema electoral de voto alternativo y que el nuevo sistema permita la inclusi¨®n de m¨¢s parlamentarios lib dem. Pero la reforma electoral, por s¨ª sola, no va a producir ese resultado. Todav¨ªa tendr¨¢n que convencer a suficientes votantes de que el partido defiende algo que les gusta y de que tiene influencia en el Gobierno de coalici¨®n. David Cameron est¨¢ arregl¨¢ndoselas bastante bien para impedir esa imagen. Es un hombre que entiende el poder de las palabras en la pol¨ªtica. Tiene talento para manejar el lenguaje y audacia para apropiarse de las palabras de otros. Ya antes de las elecciones, hablaba de pol¨ªticas "liberal-conservadoras". Hoy, la palabra liberal no se le cae de la boca. Y a¨²n m¨¢s descarada es su promesa de alcanzar "objetivos progresistas con medios conservadores", en el que se adue?a de la palabra "progresista", el diamante Koh-i-Noor del vocabulario pol¨ªtico del nuevo laborismo. Ahora, con una desfachatez asombrosa, Osborne dice que su presupuesto es un "presupuesto progresista".
El mensaje de Cameron, por tanto, es: "?Ahora somos todos liberales! ?Ahora somos todos progresistas! Si usted es liberal o progresista (o ambas cosas), no necesita votar a los otros. V¨®tenos a nosotros, que le ofrecemos todo en un mismo paquete. Liberal, progresista, conservador, vino y cerveza, Coca-Cola y Pepsi, gay y heterosexual... D¨ªganos lo que quiere, y seremos eso". Evidentemente, no todos los conservadores son liberales, ni mucho menos progresistas (si es que se sabe qu¨¦ quiere decir exactamente esa palabra hoy). El discreto encanto de la elisi¨®n "liberal conservador" de Cameron reside no solo en su h¨¢bil uso del lenguaje, sino tambi¨¦n en que es verdad que tanto ¨¦l como sus m¨¢s allegados son, en nueve de cada 10 temas, aut¨¦nticamente liberales. Pero no sucede lo mismo con una gran parte de su partido. Como tampoco sucede con una gran parte del Partido Laborista.
En la pol¨ªtica brit¨¢nica existe un gran centro liberal. Y existen unas poderosas tendencias antiliberales en el Partido Laborista y el Partido Conservador: estatalistas, autoritarias, multiculturalistas y populistas en la izquierda; xen¨®fobas, inflexibles, de s¨¢lvese quien pueda y populistas en la derecha. Los dem¨®cratas liberales son los ¨²nicos que son, pr¨¢cticamente todos, de verdad liberales. Lo que necesitan explicar -y de ello puede depender su propia supervivencia pol¨ªtica- es no solo que representan la gran tradici¨®n del liberalismo en su mejor adaptaci¨®n a la Gran Breta?a del siglo XXI, sino tambi¨¦n que son los ¨²nicos capaces de hacer que los otros dos partidos sean, si no honrados (demasiado pedir de cualquier pol¨ªtico), al menos m¨¢s liberales. Esa es su tarea en esta coalici¨®n con los conservadores y esa ser¨ªa su tarea en una coalici¨®n futura con los laboristas. Por eso merece la pena que sigan existiendo. Y por eso, en su pr¨®xima conferencia del partido, los Dem¨®cratas Liberales deber¨ªan cambiar su nombre a Liberales.
Timothy Garton Ash es catedr¨¢tico de Estudios Europeos en la Universidad de Oxford e investigador en la Hoover Institution de la Universidad de Stanford. Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia.
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