Dilemas 'feijonianos'
Cuentan que Napole¨®n atribuy¨® al "general invierno" su dram¨¢tica derrota en Rusia. Cierto que el desamparo de sus tropas fue agravado por la climatolog¨ªa, pero se debi¨® m¨¢s a su urgencia por la victoria r¨¢pida y su desinter¨¦s por la tediosa log¨ªstica que acaba ganando de verdad las guerras. Aunque suene un poco raro reci¨¦n iniciado verano, a la Democracia Feijoniana tambi¨¦n debiera preocuparle el invierno. Como en el caso del emperador franc¨¦s, su ambici¨®n marcha m¨¢s r¨¢pido que la log¨ªstica de las decisiones que han de sostenerla. Si no quiere encontrarse desguarnecido, le conviene consolidar sus posiciones antes de la llegada del fr¨ªo. Si no afronta los dilemas que ha ido abriendo, pero no ha cerrado, por no retrasar su marcha fulgurante a trav¨¦s de las estepas pol¨ªticas gallega y espa?ola, los acontecimientos que se avecinan le obligar¨¢n a hacerlo.
La opini¨®n p¨²blica percibe que est¨¢ ante un Gobierno tan peque?o en tama?o como en capacidad
Empezando por lo que m¨¢s le ha importado durante su primer a?o, con el oto?o llegar¨¢n las nuevas temporadas en las grandes cadenas estatales. Interesa situarse antes para no perder el sitio ante cualquier zascandil emergente. Despejada la inc¨®gnita de unas imposibles elecciones anticipadas, con la certeza de que Zapatero acabar¨¢ la legislatura, habr¨¢ nuevas entregas judiciales del G¨¹rtel y a los socialistas s¨®lo les quedar¨¢ remontar en las encuestas visto lo bajo que han ca¨ªdo, Feij¨®o necesita equilibrar mejor el tiempo que asigna a ser presidente o tertuliano. Habr¨¢ de calcular si puede permitirse continuar embarcado en su agotadora campa?a como candidato a lo que haga falta en Madrid, mientras en Compostela se agotan las pol¨ªticas del bipartito para desmontar y apremia la necesidad de poner en marcha ideas propias. La forma en c¨®mo resuelva esta primera inc¨®gnita despejar¨¢ los siguientes dilemas. El m¨¢s apremiante reside en qu¨¦ hacer con un Gobierno pasado de moda a m¨¢s velocidad que una canci¨®n de Georgie Dann. De entrada, sigue pendiente un expediente Hern¨¢ndez donde ya aparecen malos s¨ªntomas. Hemos pasado de reivindicar como un servicio a Galicia el certificar en falso, a alegar que fue cosa de los t¨¦cnicos. No es el ¨²nico en apuros. Andan cerca el conselleiro V¨¢zquez y su interminable contrareforma ling¨¹¨ªstica, o el conselleiro Varela y sus desahogos dial¨¦cticos. Una sonora casu¨ªstica que va conformando entre la opini¨®n p¨²blica la percepci¨®n creciente de hallarse ante un Gobierno tan peque?o en tama?o como en capacidad.
Cambiarlo o no y por qui¨¦n. He ah¨ª el dilema. Haga lo que haga, solo o en compa?¨ªa de otros, pronto deber¨¢ gestionar decisiones cruciales en asuntos hasta ahora capitalizados sin dificultad. El m¨¢s inmediato implica aplicar, o no, la Lei de Caixas salvada por el Constitucional. Redactada en su d¨ªa con la urgencia de reducir la tenaz resistencia de un Gayoso por entonces tan malvado como poderoso, le dota hoy de unos superpoderes que no precisa ejercer ahora que todos vuelven a ser amigos. Sin embargo, costar¨¢ explicar que no se ejecuten luego de convencernos que se trataba de las tablas de la ley que devolver¨ªan las cajas al pueblo. La sentencia del Estatut le ha planteado un dilema inesperado. Para justificar su negativa ante la propuesta del bipartito, tir¨® en su d¨ªa por el camino m¨¢s f¨¢cil, parapet¨¢ndose tras el advenimiento de Tribunal Constitucional. Empe?¨® su palabra en que una vez dictada, Galicia tendr¨ªa un Estatuto de primera, dotado del mismo rango que Catalu?a. El momento ha llegado. Feij¨®o debe aclarar si se atreve a arrancar una reforma oportuna para el pa¨ªs, pero inoportuna para su partido.
La oposici¨®n ya ha jugado sus cartas, cada uno a su estilo. El nacionalismo ya ha dicho lo qu¨¦ no aceptar¨¢, aunque mantiene el suspense sobre lo aceptable. Los socialistas han empezado li¨¢ndose con el himno para que no les digan que piden lo mismo que los catalanes. Es la famosa verg¨¹enza del gallego, siempre dejando algo en el plato para que no piensen que no les dan de comer en su casa. Empe?arse mucho tiempo m¨¢s en alegar como excusa que ahora no toca el Estatuto porque lo importante es esta crisis que no se arregla por culpa de Zapatero, puede acabar abocando a Feij¨®o a la cruel paradoja de que alguien se pregunte para qu¨¦ sirve un presidente si no puede arreglar ni una cosa ni otra.
antonlosada.blogspot.com
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