Apple: tanto ganado, aunque mucho que perder
Caben pocas dudas que pocas empresas levantan pasiones como lo hace Apple, el gigante de Cupertino. Cuenta desde hace d¨¦cadas con incontables adeptos que le profesan un amor que no se suele ver en esta industria.
?Puede uno enamorarse de su ordenador? Si es Apple, uno puede. ?Y, de un reproductor MP3? Antes del iPod, d¨ªficil. ?Y de un tel¨¦fono m¨®vil? Tuvo que aparecer el iPhone para la constituci¨®n de su club de fans, de aquellos que profesan que ya no pueden vivir sin su iPhone. Sin duda, Apple, y en particular su consejero delegado Steve Jobs, sabe crear productos que enamora a su clientela.
Sin embargo, hace tan solo diez a?os Apple era un jugador menor en el mundo inform¨¢tico. Ello se deb¨ªa -dec¨ªan sus cr¨ªticos- a que no hab¨ªa entendido bien las reglas de juego del software, centr¨¢ndose demasiado en el binomio hardware-software, y buscando la integraci¨®n -y con ello el control- del sistema entero para poder proporcionar facilidad de uso. Esto llev¨® a que hace 20 a?os nadie pudiera o quisiera hacer productos complementarios para la plataforma Apple, y a que en particular nadie quisiera escribir software para su sistema operativo minoritario.
Hoy parece que Apple ha aprendido la lecci¨®n. Ha abierto el ecosistema fomentando que otros escriban programas para su plataforma. Ha sido la f¨®rmula de ¨¦xito de su tienda de aplicaciones, AppStore, dominando el mercado de los tel¨¦fonos inteligente (smartphones) y posicion¨¢ndose como uno de los llamados a dominar el futuro de la telefon¨ªa m¨®vil, por mucho que el Android de Google le pise los talones.
Con el exitoso lanzamiento del iPad Apple est¨¢ dando pasos de gigante para extender su dominio hacia pantallas m¨¢s grandes, cerrando as¨ª el paso a la posible amenaza de los lectores digitales de libros (eBooks). Si a ello le a?adimos la existencia de Apple TV, en el que la empresa de Cupertino ha aplicado su exitosa f¨®rmula de llegar a acuerdos con los grandes distribuidores de contenidos (como ya lo hizo en su d¨ªa con iTunes y como lo est¨¢ haciendo con las aplicaciones para iPhone y iPad) se puede afirmar que es uno de los pocos jugadores que llevan a?os persiguiendo una estrategia digital integrada, posicion¨¢ndose con binomios hardware-software excelentes en los mundos PC, port¨¢tiles de pantalla grande y peque?a, m¨®vil y televisi¨®n.
Sin embargo, la apertura de Apple puede ser una apertura a medias. Hace pocas semanas ha modificado los t¨¦rminos contractuales de desarrolladores de aplicaciones para la plataforma iPhone/iPad, prohibi¨¦ndoles de hecho financiarse por cualquier publicidad que no se gestione desde la plataforma propiedad de Apple, iAd.
Esto significa cerrar el sistema, anhelar el control total. Es algo que desde un punto de vista estrat¨¦gico es l¨®gico, ya que conlleva suculentos beneficios. Es lo que su eternal rival Microsoft hab¨ªa demostrado muy eficazmente durante d¨¦cadas; pero para muchos "mac-eros", la estrategia de Microsoft se hab¨ªa considerado siempre como una estrategia de estar "en el lado oscuro de la fuerza".
Con el cierre virtual del ecosistema, Apple se embarca en una estrategia de control que siempre hab¨ªan abominado p¨²blicamente, tanto ellos como sus adeptos seguidores. Ahora, parece que ha cambiado de opini¨®n. ?Lo aguantar¨¢n las legiones de fans de Apple?
Sandra Sieber es profesora de Sistemas de Informaci¨®n de la Escuela de Negocios IESE
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