Cuando Francia parece Italia
Quien llegue a Francia, de vacaciones o con el fin de disfrutar de alguno de los numerosos festivales de verano, encontrar¨¢ un contraste pasmoso entre la vida y el ritmo del pa¨ªs, que se vuelven veraniegos, y un clima pol¨ªtico plomizo, hist¨¦rico, nauseabundo. Esta disociaci¨®n hace que nos parezcamos cada vez m¨¢s a Italia, donde, junto a un escenario pol¨ªtico ruidoso y agitado, se organiza un pa¨ªs industrioso. Dicho desfase, en Francia, se corresponde con un rechazo cada vez mayor de los responsables pol¨ªticos. Si ya se consideraba a la clase pol¨ªtica impotente ante el paro, ahora se la tacha de "corrupta". ?C¨®mo hemos llegado a esta situaci¨®n, en la que se acusa al presidente de haber recibido financiaci¨®n ilegal para su campa?a electoral? Al principio, no fue m¨¢s que un proceso entablado por una hija contra su madre: Fran?oise Meyers-Bettencourt, hija de Liliane Bettencourt, primera fortuna de Francia y due?a de L'Or¨¦al, acus¨® a su madre de privarle de una parte de su herencia en beneficio de un fot¨®grafo de sociedad, Fran?ois-Marie Banier. A ra¨ªz de una saga familiar que habr¨ªa apreciado el mism¨ªsimo Honor¨¦ de Balzac, se descubre que la mujer del ministro de Trabajo, Eric Woerth, que con anterioridad hab¨ªa sido ministro de Presupuesto, trabajaba para una "oficina familiar", encargada de gestionar una parte de la fortuna de Liliane Bettencourt. Se recuerda entonces que este mismo ministro sigue siendo tesorero de la UMP, el partido del presidente. Y, gracias a unas grabaciones clandestinas, realizadas por un antiguo criado en el domicilio de Madame Bettencourt, se descubre que esta ¨²ltima financiaba probablemente a varios pol¨ªticos; tal vez incluso a Nicolas Sarkozy en 2007, durante la campa?a de las elecciones presidenciales.
El esc¨¢ndalo ha generado un clima pol¨ªtico plomizo, hist¨¦rico, nauseabundo
La prensa y el Partido Socialista se encolerizan; la derecha intenta desmarcarse, entre otros el clan de Villepin, que se une al coro de la oposici¨®n. Y Nicolas Sarkozy parece desconcertado. ?Qu¨¦ puede hacer? ?Qu¨¦ debe hacer? Todo el mundo aguarda un gesto pol¨ªtico. ?Pero puede conformarse el presidente con reorganizar el Gobierno? En esta situaci¨®n, he aqu¨ª algunos comentarios que pueden ayudarnos a comprender. Para empezar, la histeria desatada en el escenario pol¨ªtico-medi¨¢tico. Fue Mitterrand quien habl¨® de la "clase pol¨ªtico-medi¨¢tica", y no le faltaba raz¨®n. El clima actual recuerda al del invierno 1992-1993, cuando el presidente Mitterrand y el Partido Socialista parec¨ªan enredados en asuntos relacionados con la financiaci¨®n de la vida pol¨ªtica y se acus¨® al entonces primer ministro, Pierre B¨¦r¨¦govoy, de haber obtenido un pr¨¦stamo personal de un rico empresario pr¨®ximo a Mitterrand. La cosa acab¨® con el suicidio de B¨¦r¨¦govoy y la mayor derrota jam¨¢s sufrida por la izquierda en Francia, en las legislativas de 1993. En el caso actual, todo comenz¨® con una sospecha de conflicto de intereses, entre las funciones del ministro del Presupuesto y el trabajo de su esposa.
El concepto de "conflicto de intereses", de gran importancia en los pa¨ªses anglosajones, es una importaci¨®n muy reciente en Francia. Por ejemplo, con la acumulaci¨®n de cargos (el alcalde de una gran ciudad y el presidente de una regi¨®n pueden ser al mismo tiempo diputados o senadores), la clase pol¨ªtica vive en conflicto de intereses permanente. Es m¨¢s, se puede decir que, en las m¨¢ximas instancias del pa¨ªs, la sociedad francesa se apoya en un entrelazado de conflictos de intereses. De ah¨ª que el ministro de Trabajo no parezca haber comprendido qu¨¦ era lo que se le pod¨ªa reprochar. Me recuerda a Mitterrand, que, cuando se le mencionaban las financiaciones ocultas de la vida p¨²blica, sol¨ªa responder: "Los otros lo han hecho siempre, ?por qu¨¦ me lo reprocha usted ahora?".
En este contexto, la izquierda ha tenido una reacci¨®n desmesurada. Aunque Michel Rocard y Simone Weil han pedido que cesaran las condenas sobre la base de simples sospechas, no ha servido de nada, y el PS ha preferido emprender una escalada. Con esta actitud, la izquierda corre peligro de acabar atrapada, ella tambi¨¦n, en una cr¨ªtica general de la clase pol¨ªtica. El desorden institucional y pol¨ªtico beneficia siempre a la derecha. Y este clima solo puede dar ventaja al populismo del Frente Nacional.
En efecto, la extrema derecha no ha contado nunca con ning¨²n trampol¨ªn mejor en la historia que la denuncia del v¨ªnculo entre el poder y el dinero, la pol¨ªtica y el mundo de los negocios. Y aunque la izquierda atribuya al sarkozismo el monopolio de esa fusi¨®n, ella tambi¨¦n ser¨¢ v¨ªctima del populismo que habr¨¢ contribuido a alentar. Mientras tanto, no queda m¨¢s que desear que las diligencias de la investigaci¨®n policial y la judicial se lleven a cabo con rapidez y nos permitan diferenciar entre sospecha y realidad.
Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.