El gran 'tour' de Madrid
Una ruta ciclista y peatonal de 64 kil¨®metros rodea por completo la ciudad
Que Madrid es una ciudad poco enamorada de las bicicletas es un secreto a voces. Ser¨¢ por el clima, ser¨¢ por los desniveles o ser¨¢ porque sus dirigentes nunca le prestaron atenci¨®n a las dos ruedas como soluci¨®n a la movilidad urbana. Pero poco a poco esa indiferencia se va tornando en idilio. Un ejemplo es el anillo verde ciclista que ya rodea toda la ciudad: 64 kil¨®metros de carril bici (con separaci¨®n f¨ªsica entre ciclistas y coches) que permiten dar la vuelta completa a Madrid sin peligros y sin agobios.
La salida
Barrio de Las Tablas, al noreste de la ciudad. Un barrio moderno, ampliaci¨®n urbana de edificios de ladrillo visto y grandes avenidas. Al fondo se ven los cuatro rascacielos de la ex ciudad deportiva del Real Madrid. El nuevo Madrid, la vida del extrarradio. Aqu¨ª se sit¨²a el punto cero de este gran anillo ciclista. Hay jardines con ¨¢rboles menudos, familias paseando, ni?os con patines y ruido de coches. La M-40 est¨¢ cerca y deja su peaje sonoro. El carril bici va a ir durante muchos kil¨®metros en paralelo a esta gran ronda de circunvalaci¨®n, con su rumor de motores. Pero, ?qu¨¦ diantres!, estamos en un anillo ciclista urbano y el envoltorio es el que es.
Comienzo a pedalear. Un puente salva la A-1. Luego vienen m¨¢s avenidas modernas, rectil¨ªneas, as¨¦pticas. Y m¨¢s edificios de ladrillo visto. Hay poca originalidad en el urbanismo. Luego llegan 1, 2, 3, 4, 5... ?6 sem¨¢foros! en apenas 700 metros. El anillo ciclista discurre por las aceras de Las Tablas y hay que hacer las mismas paradas que los peatones. Es un poco rompe ritmo.
A 1,9 kil¨®metros de distancia y diez sem¨¢foros de interrupciones aparece la primera ¨¢rea de descanso. Un buen sitio para hacer un alto, estirar un poquito y ajustar lo que falle en la bici. Las ¨¢reas de descanso son otro de los aciertos del anillo; est¨¢n bien distribuidas, tienen bancos y a veces hasta sombras y siempre ofrecen informaci¨®n de d¨®nde est¨¢ la siguiente ¨¢rea en ambos sentidos, para planificar los descansos. A la izquierda, omnipresente, la M-40. M¨¢s all¨¢, los campos yermos que rodean Madrid.
A los 3,4 kil¨®metros se cruza la avenida de Manuel Aza?a y se entra en el bario de Hortaleza. Hasta el momento, el carril bici es bastante amplio, con suelo de cemento compactado de color rojo. El 80% lo ocupan los dos carriles para la bicicleta, uno en cada sentido, y el otro 20% est¨¢ habilitado para peatones. Curiosamente, los usuarios lo respetan.
Rumbo al Este
Casi sin darme cuenta he llegado al parque ferial Juan Carlos I y la zona residencial que rodea el gran parque del Campo de las Naciones. Cambia la fisonom¨ªa urbana. Las viviendas m¨¢s modestas de Hortaleza dan paso a chal¨¦s de precio desorbitado, ropas caras entre los paseantes y alg¨²n que otro colegio privado. Es otra de las particularidades del anillo ciclista de Madrid: con el mismo esfuerzo haces un segundo tour, este por la radiograf¨ªa social de la ciudad. Del norte rico al sur populoso. Cada barrio es un mundo y lo que desde el coche se le escapa a la vista, desde la suavidad del pedaleo se convierte en una realidad palpable.
Es curioso porque, pese a avanzar por una zona completamente urbana (de hecho ahora estoy debajo de la M-40), a la altura de la avenida de Logro?o se oye el trino de los p¨¢jaros. Madrid es una ciudad con muchos ¨¢rboles, y si hay ¨¢rboles hay p¨¢jaros.
Un puente para peatones y ciclistas ayuda a salvar la A-2 y entro en el barrio de Canillejas y San Blas. Y otro cambio de tipolog¨ªa, f¨ªsica y humana: ropa tendida en las fachadas, barriadas de colonizaci¨®n sindical. Al fondo se ve La Peineta y las obras de ampliaci¨®n del recinto deportivo, por si alguna vez somos por fin ol¨ªmpicos. Las obras en el estadio interrumpen por primera vez el carril bici, entre la calle de Mequinenza y la avenida de Arcentales. Es el ¨²nico tramo en el que el anillo se quiebra, pero es provisional y el desv¨ªo por el asfalto de las calles est¨¢ bien se?alizado.
En el kil¨®metro 13, la senda, que ya vuelve a ser ancha y de color rojo, se instala en paralelo a la M-40 y contin¨²a as¨ª hasta Moratalaz. Todo el trazado est¨¢ bien se?alizado y es imposible perderse. Eso s¨ª, tienes que venir con las necesidades fisiol¨®gicas hechas de casa porque no hay un solo ba?o p¨²blico. O te aguantas o entras a un bar.
El gran Sur
Paso luego por el parque Lineal de Palomeras, por la estaci¨®n de cercan¨ªas del Pozo y por el parque de Entrev¨ªas. Los postes indicadores marcan el kil¨®metro 25. Estoy en el extremo sur del anillo. Y la radiograf¨ªa social vuelve a mostrar una realidad diferente, multicultural. En un campo de f¨²tbol de hierba artificial juegan 22 chicos de diferentes razas. En el siguiente, de tierra, se enfrentan dos equipos de sudamericanos. Madrid muestra aqu¨ª su nueva fisonom¨ªa de ciudad abierta.
Cruzo el nuevo parque del Manzanares, paso bajo el hospital Doce de Octubre y la br¨²jula del manillar me indica que giro poco a poco hacia el Oeste. Hacia la avenida de los Poblados, que conecta algunos de los barrios m¨¢s populares: Orcasitas, Carabanchel, Usera...
Para ser una zona tan densamente habitada, el carril bici se las apa?a bien para avanzar sin caer en el asfalto. El problema es que comparte espacio con la acera durante muchos kil¨®metros y no todos los peatones respetan el carril reservado para las bicis. Hay que andar con cuidado para no colisionar con alg¨²n despitado con su Ipod.
Luego se llega a la estaci¨®n de Aluche (otra interrupci¨®n del carril por obras), se sigue por la calle Valmojado y en el kil¨®metro 38,100 se cruza la A-5 para entrar, ?por fin! en la Casa de Campo.
Casa de Campo
Ni que decir tiene que este es el tramo m¨¢s agradable del anillo. Un trozo de bosque en plena ciudad. Hay gente de paseo, gente en bicicleta, gente sentada por los rincones... y no hay coches, ni ruidos. Los o¨ªdos se relajan y los sentidos se abren. Es tan id¨ªlico que no parece que estemos rodeando una gran ciudad.
La enso?aci¨®n dura hasta el kil¨®metro 45,910, en el que el carril abandona la Casa de Campo. Sigo bordeando la valla del Club Puerta de Hierro y entro en el barrio elitista. Chal¨¦s abrumadores, altas vallas con alambre de espino, trajes caros y rostros bronceados entre el escaso vecindario que pasea por sus calles. 25 kil¨®metros separan este mundo del poblado chabolista de Entrev¨ªas. Dos horas de bici, un abismo econ¨®mico y social.
Ya me queda poco. El carril utiliza la avenida del Arroyo del Fresno para salvar los ¨²ltimos tramos, los de mayores pendientes. De nuevo los barrios modernos que estiran la ciudad hacia el Norte; la estaci¨®n de Pitis, el cementerio de Fuencarral, un paso subterr¨¢neo bajo la carretera de Colmenar y... ?estoy otra vez donde empec¨¦, en Las Tablas! El c¨ªrculo se completa, el anillo se termina. Madrid no quiere mucho a las bicis. Pero reconozco que este carril bici y peatonal de 64 kil¨®metros podr¨ªa ser el principio de un gran amor. Qui¨¦n sabe.
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