?Visca Espa?a! Esa es la marca-pa¨ªs
El espect¨¢culo de "veintid¨®s millonarios en calzoncillos corriendo tras un bal¨®n" puede gustar m¨¢s o menos, o no gustar en absoluto, pero hay que reconocer que algo muy profundo -y compartido de forma generalizada por encima de lenguas, ideolog¨ªas o nacionalidades- debe tener cuando durante semanas ha logrado casi monopolizar la atenci¨®n informativa en todas partes.
Tomemos el caso de nuestro pa¨ªs. En un momento de generalizado des¨¢nimo, de profunda crisis econ¨®mica y de creciente desafecci¨®n ciudadana respecto de nuestros asuntos colectivos, la andadura de la selecci¨®n espa?ola en el Mundial ha tenido un efecto galvanizador tan extendido e intenso como imprevisto. Para empezar, en todas partes los balcones se han llenado de banderas. Se acude a ver los partidos (y a celebrar los resultados) arrebujados en ellas. Y as¨ª, de pronto, en unos d¨ªas, parecen haberse diluido en mayor medida que en tres decenios largos ya de democracia todas las reticencias, reservas o segundos sentidos que a¨²n parec¨ªan subsistir en relaci¨®n con el uso de la ense?a nacional. La bandera ha pasado de pronto a ser, pura y simplemente, la bandera de nuestra selecci¨®n, es decir, la obvia bandera de todos, sin connotaci¨®n alguna de cualquier otro signo. Esta banalizaci¨®n, cordial y llena de naturalidad, de un elemento simb¨®lico tan importante representa sin duda un saludable s¨ªntoma social y a la vez sugiere que quiz¨¢ el trasfondo identitario de los actuales espa?oles, sobre todo de los m¨¢s j¨®venes, es m¨¢s sosegado y apacible de lo que a veces algunos dicen.
En un momento de des¨¢nimo, la selecci¨®n ha tenido un efecto galvanizador
La banalizaci¨®n de la bandera es, por cordial, un s¨ªntoma de salud
Pero hay m¨¢s: esta selecci¨®n de f¨²tbol que ha enfebrecido al pa¨ªs es una selecci¨®n peculiar. "Visca Espa?a", ha titulado, en primera p¨¢gina, un diario deportivo madrile?o para subrayar y a la vez rendir tributo a algo obvio: el equipo del gran Del Bosque (ese al que su Real Madrid consider¨® "t¨¦cnicamente desfasado" en una funesta hora que no hay madridista que no haya lamentado mil veces) es, en esencia, el espl¨¦ndido Bar?a de Guardiola entreverado con jugadores de varios otros equipos, entre ellos su principal rival, el Real Madrid. Y todos, jugadores y aficionados, han hecho pi?a en torno a este equipo y se sienten orgullosos de un estilo de hacer f¨²tbol que, acu?ado originariamente por el Bar?a, ha pasado ahora, mundialmente, a marcar ¨¦poca como el "estilo de f¨²tbol espa?ol".
Y a¨²n hay m¨¢s. Los jugadores y t¨¦cnicos de la selecci¨®n est¨¢n dando una restallante lecci¨®n a nuestra sociedad y, muy especialmente, a la parte de la misma m¨¢s necesitada probablemente de recibirla: nuestra clase pol¨ªtica, en general. Bien podr¨ªa esta aprender de un equipo (sin duda diverso y plural en las ideas, creencias y gustos de sus componentes) en el que s¨®lo se rivaliza en humildad, elegancia, respeto al rival, compa?erismo, lealtad y b¨²squeda colectiva, sin fisuras, de lo mejor para el conjunto. ?D¨®nde est¨¢n, en nuestra escena pol¨ªtica, los equivalentes, por ejemplo, a un Guardiola, a un Del Bosque, a un Casillas o a un Puyol?
Y para terminar: cuando tanto se habla de soft power, o de "marca-pa¨ªs", ?es posible no caer en la cuenta del estr¨¦pito que supone el paso de nuestra selecci¨®n por el Mundial? Su estela de calidad (futbol¨ªstica y humana) constituye el mejor y m¨¢s efectivo reclamo publicitario para nuestro pa¨ªs: resulta dif¨ªcil imaginar alguna actividad colectiva espa?ola que, en unos pocos d¨ªas, fuera capaz de concentrar la atenci¨®n de todo el mundo -en el sentido literal de la expresi¨®n- en lo que nuestro pa¨ªs es, hace y representa como lo ha conseguido nuestra selecci¨®n nacional de f¨²tbol, a trav¨¦s de la generalizada admiraci¨®n que ha despertado.
Jos¨¦ Juan Toharia es director acad¨¦mico de la Fundaci¨®n Ortega / Mara?¨®n y presidente de Metroscopia.
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