Sud¨¢frica, el pa¨ªs que se enamor¨® de s¨ª mismo
La buena organizaci¨®n ha roto los temores iniciales y la alegr¨ªa de la afici¨®n ha demostrado que aquello de la tensi¨®n racial es una vieja noticia
Existe una importante proporci¨®n de la humanidad que, por cuesti¨®n m¨¢s de temperamento, quiz¨¢s, que de maldad, busca siempre pretextos para quejarse, para indignarse, para ver el vaso siempre medio vac¨ªo, para asustarse y para asustar a los dem¨¢s.
El Mundial de Sud¨¢frica les dio amplia oportunidad para descargar su cong¨¦nito mal rollo. Al menos durante los meses antes de que se celebrara. Ya no. Ahora que el Mundial ha terminado se han quedado en el rid¨ªculo, delatados como los mezquinos que siempre fueron.
Ninguna de las cat¨¢strofes anunciadas se materializ¨® en el Mundial de Sud¨¢frica, y ni siquiera un par en las que no se fijaron los agoreros del mal. Una de las no anunciadas fue la posibilidad de que Nelson Mandela muriese durante el torneo, lo cual hubiese hundido, de manera irrecuperable, la fiesta m¨¢s grande del mundo; la otra, tambi¨¦n motivo de secreto terror en la FIFA, fue que al famoso volc¨¢n island¨¦s le diera por cubrir los cielos europeos de ceniza durante el torneo, reduciendo de manera dr¨¢stica el n¨²mero de visitantes extranjeros a Sud¨¢frica.
Lo que escond¨ªan los peores pron¨®sticos era mezcla de racismo, cobard¨ªa e ignorancia
Las cat¨¢strofes anunciadas a diario por la rama mezquina de los medios mundiales inclu¨ªan: cortes de luz que impedir¨ªan la transmisi¨®n de los partidos en televisi¨®n, miles de aficionados durmiendo en la calle debido a la falta de habitaciones de hotel, atentados terroristas de Al Qaeda, masacres diarias de aficionados por parte de los notorios criminales sudafricanos, tensi¨®n entre blancos y negros que acabar¨ªa en una guerra racial. Lo que escond¨ªan todos estos pron¨®sticos negros, de manera no muy disimulada, era no solo el pesimismo innato sino el racismo de quienes los emit¨ªan. O la ignorancia. O la cobard¨ªa. O una mezcla de las tres cosas. En cualquier caso, se equivocaron. La pena es que mucha m¨¢s gente hubiera venido a Sud¨¢frica de todo el mundo a participar en el Mundial si no hubiera sido por el miedo que los periodistas mediocres les metieron en el cuerpo.
El juego de Espa?a ha retratado al Mundial de Sud¨¢frica. Se ha celebrado con eficiencia, arte y alegr¨ªa. Salvo un triste detalle. La cruel y tr¨¢gica iron¨ªa de este Mundial ha sido que la ¨²nica v¨ªctima mortal relacionada de alguna manera con el torneo ha sido la bisnieta de 13 a?os de Mandela, que muri¨® en un accidente de coche tras acudir a un concierto que se celebr¨® en Johanesburgo la noche anterior al partido inaugural. De los muchos nietos y bisnietos que tiene el ex presidente sudafricano la ni?a fallecida era, seg¨²n gente cercana a la familia, la m¨¢s lista, la m¨¢s simp¨¢tica, la m¨¢s generosa, la que ten¨ªa la personalidad m¨¢s parecida al propio Mandela.
Por lo dem¨¢s, se dieron algunos problemas de transporte de vez en cuando, algunos robos sin heridos y la primera semana del torneo hizo mucho fr¨ªo. Los periodistas que siempre se quejan, se quejaron. Los aficionados extranjeros se unieron al buen rollo de los locales, salvo algunos ingleses que fueron, como siempre, los m¨¢s desagradables -los que iban por las calles con el pecho descubierto, borrachos, diciendo sandeces- pero hooliganismo no hubo.
Los anfitriones, de todas las razas y todos los colores, acogieron a los visitantes con simpat¨ªa, incluso cuando no necesariamente se lo merec¨ªan, y se lo pasaron en grande. Se demostr¨®, de manera contundente y final, que aquello de la tensi¨®n racial en Sud¨¢frica es una vieja noticia. El Mundial sirvi¨® para consolidar y dejar patente lo que ya desde dentro se intu¨ªa: que Sud¨¢frica es un pa¨ªs en el que todos, independientemente de su raza o su cultura o su religi¨®n, se sienten profundamente sudafricanos. Hay menos tensi¨®n racial en Sud¨¢frica que en Estados Unidos; hay m¨¢s unidad nacional que en Espa?a.
Nunca los habitantes de un pa¨ªs anfitri¨®n cuya selecci¨®n cay¨® tan pronto se lo siguieron pasando tan bien -tan unidos, tan orgullosos, tan euf¨®ricos- hasta el final. El Arzobispo Desmond Tutu dijo el d¨ªa de las primeras elecciones democr¨¢ticas de la historia de su pa¨ªs, en 1994, que fue como si todo el pa¨ªs se estuviera enamorando. Volvi¨® a ocurrir en junio y julio 2010. Los sudafricanos se enamoraron de s¨ª mismos, e incluso un poco del resto del mundo. El que vino a Sud¨¢frica y no lo vio es porque no quiso.
Las cifras del Mundial
- M¨¢s de 200.000 extranjeros han visitado Sud¨¢frica desde el 11 de junio.
- Seg¨²n la FIFA, es la tercera vez en la historia de los Mundiales que se superan los tres millones de espectadores en los estadios. Las dos veces anteriores fueron en los torneos de Estados Unidos 1994 y Alemania 2006. En Sud¨¢frica
se han ocupado hasta m¨¢s del 93% de su capacidad.
- La construcci¨®n de estadios y carreteras y la remodelaci¨®n de aeropuertos ha supuesto la creaci¨®n de 700.000 empleos temporales desde que comenz¨® a prepararsela cita, en 2004. De ellos, 280.000 se han mantenido a lo largo de 2010. El Estado ha invertido 4.000 millones de euros en todo tipo de infraestructuras.
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