Colombia clama indignada contra Ingrid Betancourt
La ex reh¨¦n pide al Estado seis millones de euros por su secuestro
Profunda rabia e indignaci¨®n. Esto es lo que ha generado en Colombia la petici¨®n hecha por Ingrid Betancourt -de nacionalidad franco-colombiana- al Estado colombiano de una millonaria compensaci¨®n por los da?os que le causaron a ella y su familia los seis a?os largos (2002-2008) que pas¨® secuestrada en manos de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).
La ex candidata presidencial exige unos 15.000 millones de pesos -equivalente a unos 6,3 millones de euros- en un pa¨ªs en el que la tercera parte de los que tienen trabajo ganan menos de 200 euros al mes. Betancourt intenta conseguir una conciliaci¨®n con el Ministerio de Defensa y el de Justicia e Interior, que es el requisito previo a una demanda formal. Alega que no cont¨® con suficiente protecci¨®n, ni suficiente esfuerzo para lograr su liberaci¨®n.
"La capturaron las FARC, no el Estado", dice el l¨ªder de la izquierda
"Es un acto de codicia, ingratitud y oportunismo que merece el rechazo de los colombianos y de la opini¨®n mundial", se?al¨® el pasado viernes, al conocerse la noticia, el vicepresidente Francisco Santos. "Es un premio mundial a la ingratitud y a la desfachatez", agreg¨® luego tal vez refiri¨¦ndose a los muchos y jugosos premios que ha recibido Ingrid despu¨¦s de su liberaci¨®n. Santos resumi¨®, con sus frases, la indignaci¨®n nacional.
El l¨ªder opositor del izquierdista Polo Democr¨¢tico, Gustavo Petro, manifest¨® tambi¨¦n su rechazo: "Las FARC la secuestraron, no el Estado. Y est¨¢ libre gracias a una operaci¨®n militar exitosa". La prestigiosa revista Semana califica el hecho de vergonzoso.
Betancourt fue secuestrada el 23 de febrero de 2002, tres d¨ªas despu¨¦s de que se rompieran los di¨¢logos de paz que manten¨ªa el Gobierno de Andr¨¦s Pastrana con las FARC. El epicentro de este fallido intento de paz fue San Vicente del Cagu¨¢n, al sur del pa¨ªs. Y fue all¨ª, en los l¨ªmites de la zona controlada durante tres a?os por esta guerrilla, donde Ingrid cay¨® en un ret¨¦n insurgente, junto a Clara Rojas, su mano derecha en ese momento.
Siempre supieron los periodistas -aunque durante el cautiverio se minimiz¨® el dato, por respeto- que Betancourt, entonces candidata presidencial, pec¨® de un exceso de imprudencia. Ignor¨®, una y otra vez, las advertencias de las autoridades sobre el riesgo que corr¨ªa si insist¨ªa en ir a San Vicente. Lo reconoci¨® ella misma el d¨ªa de su liberaci¨®n cuando no encontraba suficientes palabras de agradecimiento hacia el Estado colombiano por la exitosa Operaci¨®n Jaque en la que ella, tres contratistas norteamericanos, y 11 miembros de la fuerza p¨²blica que compartieron la pesadilla del cautiverio, volvieron a la vida.
"Me sent¨ªa muy culpable de haber tomado una decisi¨®n que llev¨® tanto sufrimiento a mi familia (...) Me hab¨ªa apresurado, hab¨ªa sido terca de pronto", declar¨® en esos emotivos momentos. El Estado cree tener en sus manos las cartas para desmoronar ante los tribunales sus pretensiones. Existen documentos firmados por ella en las que asumi¨® los riesgos de viajar por carretera desde Florencia -capital de Caquet¨¢- a San Vicente del Cagu¨¢n.
Betancourt sali¨® de Colombia al d¨ªa siguiente de su liberaci¨®n. Y desde entonces, hasta la semana pasada, no volvi¨®. Hace una semana estuvo en Colombia invitada a la conmemoraci¨®n de los dos a?os de la Operaci¨®n Jaque. Fue la estrella; no dijo nada sobre su pretensi¨®n econ¨®mica.
Vive en Par¨ªs, donde cuenta con un costoso sistema de seguridad pagado por el Gobierno franc¨¦s. En el pa¨ªs galo Ingrid se volvi¨® una figura tras la publicaci¨®n de su libro La rabia en el coraz¨®n (2001) en el que ella misma se muestra como una abandera solitaria en la lucha contra la corrupci¨®n y el narcotr¨¢fico en este pa¨ªs.
En Francia le apodaron la Juana de Arco Colombiana. Hoy en Colombia hay quienes empiezan a llamarla Juana de Arcas.
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