"?Iker, Iker, Iker!"
Miles de mostole?os celebraron enfervorecidos cada parada de su paisano como si fuera un gol
La juventud es una masa inerte que no se moviliza por nada, dicen algunos soci¨®logos. Es el fin de la historia, y no existen los rojos; pero la que s¨ª est¨¢ es La Roja. La selecci¨®n espa?ola es campeona del mundo, y la revoluci¨®n del f¨²tbol estall¨® en las calles de M¨®stoles entre miles de j¨®venes, paisanos de Iker Casillas, el capit¨¢n de la selecci¨®n.
Mucho antes del comienzo del partido, la muchachada, ataviada de todo tipo de art¨ªculos rojigualdos, ya abarrotaba la plaza de la Cultura, en el centro del municipio. Iv¨¢n, desde las primeras filas frente a la pantalla de 24 metros cuadrados colocada por el Ayuntamiento, recordaba a un jovencito que lo paraba todo en el patio del instituto. "Iker tiene un a?o m¨¢s que yo, pero alguna vez jugaba con ¨¦l las pachangas del insti. Era imposible meterle un gol".
"Viva el pulpo Paul" y "El 11 de julio, fiesta nacional", gritaba la afici¨®n
A las 20.15, con la multitud mordi¨¦ndose las u?as, la banda municipal entonaba el A por ellos. Los tambores y las trompetas apenas se o¨ªan ante el enfervorecido coro popular que segu¨ªa con sus 3.000 gargantas la aguerrida tonadilla. La catarsis prepartido era el preludio de dos horas de infarto. Aunque no para todos. En medio de la plaza, a Jos¨¦ Andr¨¦s no le importaba que una mara?a de cuerpos le impidiera ver la pantalla. Sentado en su silla de playa le radiaba el partido su hija, en pie detr¨¢s de ¨¦l: "No le gusta el f¨²tbol, viene por el ambiente", dec¨ªa ella.
Cada parada de Iker, y fueron unas cuantas, era coreada como un gol. "Iker, Iker, Iker". Pero el capit¨¢n de la selecci¨®n no siempre fue ese atl¨¦tico tiarr¨®n que es ahora. "De peque?o era un ni?o gordito al que no le dejaban jugar de delantero, y decidi¨® hacerse fuerte bajo los tres palos". Esto dec¨ªa Carmelo, otro de los veteranos en la plaza que comparti¨® banquillo con el padre del h¨¦roe local en un equipo del barrio.
El partido avanzaba y el calimocho fresquito ayudaba a aguantar los envites de los holandeses. Abundaban las neveras port¨¢tiles y las carreras a la tienda para repostar el cargamento de hielos. En cada bal¨®n parado la megafon¨ªa municipal arengaba a las masas con el aguerrido "Oe, oe, oe". Octavio cumpl¨ªa con la etiqueta de rigor: ense?a nacional pintada en las mejillas, bandera atada al cuello y camiseta de Naranjito (aquel entra?able logo afrutado del Mundial 82). "A la gente no le gusta por lo del naranja de los holandeses, pero yo la llevo por el esp¨ªritu de Naranjito", dec¨ªa.
Pr¨®rroga. El gol no llegaba y las vuvuzelas ganaban nuevos usos. Ya no se soplaban, se mord¨ªan. La tensi¨®n y el calor hac¨ªan mella entre el p¨²blico, y a m¨¢s de uno tuvieron que sacarle a hombros con bajadas de tensi¨®n.
Fueron 120 minutos de extenuaci¨®n que terminaron en estampida nada m¨¢s pitar el ¨¢rbitro el fin del partido. Riadas de gente bajaron por la calle de Juan Oca?a hasta la plaza del teatro El Bosque. A la particular Cibeles de los mostole?os le esperaba una noche de desenfreno. "Viva el pulpo Paul", "Iker es Dios" y "El 11 de julio, fiesta nacional", fueron los c¨¢nticos que aderezaron los primeros chapuzones en la fuente. La juventud s¨ª se manifiesta.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.