De sabios es rectificar
La sentencia del Tribunal Constitucional contra el Estatuto de Autonom¨ªa de Catalu?a retrata sus prejuicios pol¨ªticos y su falta de independencia. Han ejercido de juez y de parte, pero no son los ¨²nicos responsables del desaguisado estatutario. La responsabilidad pol¨ªtica se reparte entre muchos m¨¢s actores e incluye tambi¨¦n a las fuerzas pol¨ªticas del catalanismo.
Habr¨¢ tiempo para analizar el papel de cada uno en esta historia, pero en el momento actual es necesario se?alar el problema de fondo. ?Cu¨¢l es? La falta de visi¨®n y de sentido de Estado de los dos principales partidos espa?oles, el Partido Popular y el PSOE. Una vez m¨¢s se han enzarzado en acusaciones infantiles sobre qui¨¦n ha ganado o perdido. La sentencia del Tribunal Constitucional es una derrota para todos, no solo para los catalanes. Las Cortes Generales han quedado desautorizadas. ?Es esto democr¨¢ticamente l¨®gico? ?Ha pensado el presidente del Gobierno en la desautorizaci¨®n de dos ministros suyos, los ministros de Interior, Alfredo P¨¦rez Rubalcaba, y de Justicia, Francisco Caama?o, que tuvieron un papel protagonista en las negociaciones con los parlamentarios catalanes? ?Puede sensatamente el Grupo Socialista, mayoritario en el Congreso de los Diputados, aceptar sin m¨¢s la sentencia como si se tratara de cuestiones poco relevantes? ?En qu¨¦ deber¨ªa estar pensando la ministra Carme Chac¨®n cuando afirm¨® que estaba satisfecha con la sentencia?
El PP tiene gen¨¦tica preconstitucional. Es ante todo guardi¨¢n de la patria espa?ola, del nacionalismo espa?ol
Democracia es avance. Una Constituci¨®n bloqueada es obsoleta con los a?os
El rid¨ªculo del Partido Popular es todav¨ªa mayor. Los dirigentes de este partido pol¨ªtico todav¨ªa no han digerido el consenso constitucional de 1978. Utilizan, que no defienden, el Estado auton¨®mico. Un partido autonomista nunca hubiera presentado el recurso contra el Estatuto de Autonom¨ªa de Catalu?a. Un partido democr¨¢tico habr¨ªa respetado la decisi¨®n del pueblo catal¨¢n en el refer¨¦ndum del 18 de junio de 2006. Impugnan art¨ªculos del Estatuto catal¨¢n que votan en el andaluz. Incre¨ªble pero cierto. Los populares tienen gen¨¦tica preconstitucional y en los momentos decisivos les sale. Son, ante todo, los guardianes de la patria espa?ola. Otra vez este nacionalismo espa?ol tan particularista, tan primario, como el propio Ortega y Gasset denunciaba.
Se impone la rectificaci¨®n. Ya es hora de que se haga un pacto de Estado por algo y no contra algo. Desde la LOAPA a la Ley de Partidos Pol¨ªticos, el PSOE y el PP no han asumido que el desarrollo democr¨¢tico de la Constituci¨®n se hace positivamente y no negativamente. Una Constituci¨®n bloqueada se queda obsoleta con el paso de los a?os. Al final sucumbe ante el orden pol¨ªtico, que obedece el orden constitucional en el corto plazo, pero lo gana en el largo plazo. La lecci¨®n es clara si la historia sirve para algo: el constitucionalismo espa?ol, siempre contrario a la enmienda constitucional,debe enmendarse. Los cambios inherentes a toda sociedad deben ser reflejados y regulados en la Constituci¨®n mediante la reforma constitucional. Esta es la v¨ªa inteligente de evitar la desestabilizaci¨®n pol¨ªtica y las rupturas constitucionales. Han pasado m¨¢s de 30 a?os desde la aprobaci¨®n de la Constituci¨®n espa?ola de 1978. ?Cu¨¢ntos a?os m¨¢s habr¨¢ que esperar para cambiar algunos art¨ªculos?
El problema de fondo que ha descubierto el proceso de reforma del Estatuto de Autonom¨ªa de Catalu?a es que no se quiere ver la necesidad de la reforma constitucional. Y no hay peor ciego que el que no quiere ver. La ceguera constitucional afecta igualmente al PSOE y al PP. Si recuperan la visi¨®n de Estado reconocer¨¢n las cuestiones capitales que afectan al buen funcionamiento de un Estado compuesto, que el consenso constitucional dej¨® pendientes, dadas las presiones pol¨ªticas y las amenazas de involuci¨®n pol¨ªtica que pesaban sobre el proceso constituyente. Tres d¨¦cadas despu¨¦s de aprobada la Constituci¨®n no es aceptable que estemos literalmente donde est¨¢bamos. ?Cu¨¢les son esencialmente las reformas que requiere el desarrollo democr¨¢tico del Estado auton¨®mico? B¨¢sicamente tres: 1. El reconocimiento en la equidad de la pluralidad nacional, ling¨¹¨ªstica y cultural de Espa?a. 2. La mejora de la organizaci¨®n institucional del Estado auton¨®mico como Estado compuesto. 3. La aceptaci¨®n positiva del federalismo como la v¨ªa demostrada en otras democracias de referencia para la distribuci¨®n de competencias, financiaci¨®n de la autonom¨ªa pol¨ªtica y resoluci¨®n de los conflictos de competencias.
?Por qu¨¦ al PP y al PSOE les resulta tan dif¨ªcil reconocer Espa?a tal como es? Espa?a tiene textura plurinacional y el Estado debe reconocerlo para conseguir la lealtad de todos respetando la identidad nacional de cada uno. En una sociedad democr¨¢tica todas las lenguas merecen igual reconocimiento. El catal¨¢n (valenciano o balear), el gallego y el vasco son lenguas que deben tener el mismo tratamiento oficial que el castellano y, en consecuencia, ser reconocidas como lenguas oficiales del Estado. Es lo que sucede en Suiza, en Canad¨¢, en Finlandia, en B¨¦lgica y es lo justo. ?Se ha pensado alguna vez qu¨¦ suceder¨ªa en Suiza si el franc¨¦s o el italiano fueran tratados como el catal¨¢n en Espa?a? El uso en la igualdad de las distintas lenguas oficiales en las Cortes Generales, en los documentos de identidad, pasaportes, moneda, etc¨¦tera, tendr¨ªa efectos extraordinariamente positivos para la uni¨®n pol¨ªtica.
Es ineludible una mejora de la organizaci¨®n institucional del Estado auton¨®mico. En primer lugar, no se entiende ni funciona un Estado compuesto con un poder judicial centralizado. El pecado original ya se cometi¨® cuando se puso en el T¨ªtulo VI de la Constituci¨®n la denominaci¨®n Del poder judicial en vez de De los tribunales y de la administraci¨®n de la justicia (en coherencia con los T¨ªtulos III y IV). Porque la independencia de los jueces se manifiesta en la administraci¨®n de la justicia y no como poder corporativo.
El poder judicial es la instituci¨®n m¨¢s preconstitucional y centralista del Estado democr¨¢tico, con una sala de lo militar en el Tribunal Supremo cuya pervivencia insulta la justicia democr¨¢tica. Asimismo causa sonrojo que todav¨ªa no se haya promovido la reforma del Senado como c¨¢mara territorial de las nacionalidades y regiones y, tambi¨¦n, que la provincia se mantenga como instancia perif¨¦rica del Estado y como circunscripci¨®n electoral. Todo ello distorsiona el modelo territorial auton¨®mico.
De igual manera no hay que inventar nada sobre la distribuci¨®n de competencias y recursos financieros entre entes pol¨ªticos. El derecho federal comparado abre muchas soluciones. ?Por qu¨¦ hay tanto miedo a la normalizaci¨®n y uso de la teor¨ªa y pr¨¢ctica federales que tan buenos resultados ha dado en otros Estados democr¨¢ticos? Un miedo que deviene parad¨®jico en la cultura pol¨ªtica espa?ola, porque mientras el nacionalismo espa?ol ve en el federalismo la semilla de la divisi¨®n, los nacionalismos perif¨¦ricos lo ven como el riesgo de uniformidad.
Al final los nacionalismos enfrentados acaban sumando fuerzas contra la alternativa federal. Pero no hay proyecto compartido posible entre Espa?a y Catalu?a que no sea federal y se fundamente en la plurinacionalidad del Estado. As¨ª que los nacionalismos tendr¨¢n que reconocerse, dialogar y pactar soluciones, como se hizo en el consenso constitucional de 1978. Creo que es posible si se aparcan los esencialismos nacionalistas y hay voluntad pol¨ªtica de seguir la senda del desarrollo democr¨¢tico y autonomista de la Constituci¨®n. Pero es inexcusable saber que la pol¨ªtica ¨²til y positiva no vive de las esencias patri¨®ticas, sino del dominio de los tiempos reales. Un tiempo real que hoy exige no solo para el bien de Catalu?a, sino tambi¨¦n para toda Espa?a, un lema tan justo y oportuno como: "Volem 'tot' l'Estatut". Lo dijo Miquel Roca i Junyent en Catalunya Radio. Y acert¨®. Porque el autogobierno de Catalu?a y la democracia espa?ola son interdependientes. As¨ª se comprendi¨® en la Transici¨®n e interesa a todos recordarlo.
Miquel Caminal es catedr¨¢tico de Ciencia Pol¨ªtica de la Universidad de Barcelona y director del Memorial Democr¨¤tic de la Generalitat de Catalunya.
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