Nunca se llega a Gap
A la espera del centrifugado pirenaico, el pelot¨®n se demora bajo la can¨ªcula al salir de los Alpes
La mentira t¨¢ctica, o sea, la fantas¨ªa, forma parte tan seminal del ciclismo que, como en el mus, nadie se siente responsable de lo que dice, ni de sus efectos, ni siquiera de lo que piensa. Dicen los viejos, los ex, los directores, las viejas glorias, tantos, que se niegan a dejar de vivir en julio en otro mundo que el que delimita la geograf¨ªa variable de las carreteras francesas, que el mano a mano Andy-Contador, la relaci¨®n dial¨¦ctica de los dos personajes que gu¨ªa el relato de la carrera, devuelve al Tour a tiempos pasados, a duelos de otras eras, otros siglos. ?Por ejemplo?
?Por ejemplo? Se sorprenden cuando despu¨¦s de rascarse la cabeza, de esperar que se encienda la bombilla, de pensar incluso, ning¨²n nombre n¨ªtido les viene a la cabeza. Ni LeMond-Hinault, ni LeMond-Fignon, ni Bahamontes-Gaul, ni Merckx-Oca?a, ninguno les cuadra a la perfecci¨®n. Ni Johan Bruyneel, ni Bjarne Riis, ni Francis Lafargue, ni Jeff Bernard, ni Bernard Hinault, ni Jos¨¦ Miguel Ech¨¢varri, que pasa las tardes con la mirada en el ruedo de los sanfermines y los o¨ªdos en los puertos del Tour, ninguno de ellos es capaz de encontrar un duelo del pasado que comprenda todos los matices del que libran desde el domingo el luxemburgu¨¦s y el chico de Pinto, solos en la cabeza desde los Alpes, como si los primeros 10 d¨ªas del Tour se hubieran desarrollado siguiendo el ritmo de los programas de las lavadoras autom¨¢ticas: prelavado, lavado, aclarado, y solo estuviera a falta del centrifugado final en los Pirineos.
"Solo atacar¨¦ si hay una ocasi¨®n de llegar con ventaja a la crono", dice Contador
Solo Poulidor, otro fantasista, encuentra sin dudar el duelo al que se asemeja. "Claro", dice el viejo limos¨ªn. "El que peleamos Anquetil y yo en 1964, el codo a codo del volc¨¢n". Pero, claro, la respuesta tiene trampa -Anquetil y ¨¦l eran m¨¢s bien contrarrelojistas y estos de los que hablamos ahora son escaladores- y Poulidor, como tantos, muchas ganas de seguir siendo recordado.
El Andy-Contador que tanto emociona es, pues, un duelo nuevo. Aunque los ciclistas, los duelistas, sean unos antiguos. Duros y audaces.
Contador es, cada vez m¨¢s, un Indurain con piernas m¨¢s finas y pedal m¨¢s ¨¢gil en la monta?a, bailar¨ªn sobre la bicicleta. Indurain nunca estrenaba nada en un Tour, ni sill¨ªn, ni zapatillas, ni bicicleta, no fuera a ser que algo a¨²n no sudado, no desgastado, no roto, le fuera a sentar mal a su sensibilidad. As¨ª, Contador, que prefiere sudar la can¨ªcula y los 25 bidones de agua que trasiega por su coleto estas etapas con su maillot tradicional y no experimentar con uno nuevo, de tejido fin¨ªsimo, con agujeritos, la imagen de la frescura, tan apetitosa, hasta que no lo haya probado un compa?ero, por miedo a no quemarse la espalda, tan delicada despu¨¦s de tantos miles de kil¨®metros bien tapada. As¨ª que ni hablamos de la otra t¨¦cnica refrescante que otros equipos usan, la de entregar en el avituallamiento a cada ciclista un calcet¨ªn largo relleno de hielo picado que ellos se colocan a modo de bufanda al cuello.
Como Indurain, Contador sube con una m¨¢scara, un rostro imperturbable en el que ning¨²n rival puede leer otra cosa que la calma, la seguridad, para que nadie se atreva a atacarlo por temor a una respuesta aniquilante. El domingo, subiendo a Avoriaz, el d¨ªa que sent¨ªa que sus piernas no andaban como deseaba, para reforzar esa m¨¢scara de fortaleza, para descorazonar de entrada a los valientes, orden¨® al gran Dani Navarro un ritmo infernal. Andy, dubitativo, solo se atrevi¨® a atacar en los ¨²ltimos 500 metros. Contador cedi¨® solo 10 segundos. Pas¨® as¨ª su d¨ªa malo y ayer, visto lo ocurrido el martes en La Madeleine, Riis ven¨ªa a reconocer que quiz¨¢s Andy hab¨ªa dejado pasar la gran oportunidad de distanciar a Contador antes incluso de darse cuenta de que la ten¨ªa. "Necesitaremos minuto y medio m¨¢s [su ventaja en la general es de 41s] para estar seguros de poder resistir a Contador en la contrarreloj", dijo el director del Saxo. "Yo cada d¨ªa voy mejor", dijo Contador. "Y, s¨ª, ese d¨ªa, en Avoriaz, no ten¨ªa las piernas de La Madeleine. Habr¨ªa sido una buena ocasi¨®n para ellos, pero Navarro estuvo grandioso. No s¨¦ si Andy necesita minuto y medio m¨¢s, pero con lo que me lleva ahora yo llegar¨ªa tranquilo a la contrarreloj, aunque si se da la oportunidad intentar¨¦ rebajarla. No atacar¨¦ por atacar ni por dar espect¨¢culo ni por ganar una etapa, solo si hay una ocasi¨®n de llegar con ventaja a la crono".
Para ganar la etapa atacaron ayer media docena de corredores (y para trabajarse la general por equipos) que, pese a la ventaja que sacaron al pelot¨®n, en torno al cuarto de hora, en el horno del valle calentado por un sim¨²n de cara, un viento abrasador, demostraron que nunca se llega a Gap. Aparecieron los fugados por la ciudad imposible pasadas casi las seis y media y solo quedaban dos. Uno de ellos, Kiryienka, con aires de ciclista antiguo, manos en la parte baja del manillar, planta de pistard y experto en el surplace, dej¨® que el portugu¨¦s Paulinho lanzara el sprint cara al viento con la seguridad de que lo remontar¨ªa. Pero Kiryienka tambi¨¦n es de la escuela de los grandes desarrollos -salt¨® con un 11-, del pi?¨®n fijo, la de coger velocidad con lentitud basado en las leyes de la inercia. Su remontada se qued¨® a dos tubulares del feliz Paulinho, que dio la primera victoria en el Tour al RadioShack de Armstrong y a Portugal 21 a?os despu¨¦s de Acacio da Silva (y el segundo puesto seguido al Caisse d'?pargne).
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