La actriz de las tres patrias
La palestina Yasmine Al Massri, protagonista de 'Caramel', criada en L¨ªbano y nacionalizada francesa, defiende el uso del cine para concienciar sobre su causa
Yasmine Al Massri detesta las audiciones, el narguile y los actores que pueden hacer "cualquier papel". Nacida hace 30 a?os en Beirut de madre egipcia y padre palestino, su infancia estuvo marcada por la condici¨®n de refugiados de los suyos y por los quince a?os de guerra civil que asolaron L¨ªbano, el que considera su " segundo pa¨ªs". El primero, insiste, es Palestina, que pis¨® solamente en dos ocasiones para promocionar dos de sus pel¨ªculas, Caramel (Nadine Labaki, 2007) y Miral (Julien Schnabel, 2010), que presentar¨¢ en septiembre en el festival de Venecia. Y eso que tras diez a?os viviendo en Par¨ªs ha optado por la nacionalidad francesa. "Aunque en Par¨ªs solo tengo un armario donde guardo la ropa", confiesa.
"?C¨®mo vamos a conseguir la paz si no tenemos un pueblo educado?"
"Durante la guerra nos sent¨ªamos perseguidos por israel¨ªes y palestinos"
Ha venido a Compostela para hacer un curso de espa?ol en la Universidade de Santiago y confiesa sentirse "avergonzada" porque fue su inter¨¦s por el flamenco el que la llev¨® a acercarse a la cultura espa?ola. "No quiero una relaci¨®n vulgar con las cosas ni aprender los estereotipos", asegura. Con sus seis semanas de clase -que durar¨¢n hasta finales de agosto- ya entiende buena parte de lo que se le dice en castellano, aunque hablarlo le cuesta un poco m¨¢s. Por eso usa el franc¨¦s, el idioma que intentaron ense?arle en la escuela y que no aprendi¨® hasta dos a?os despu¨¦s de trasladarse a Par¨ªs, hace ya una d¨¦cada. "Era muy mala y adem¨¢s el idioma de mi casa siempre fue el ¨¢rabe", recuerda.
Menciona constantementeuna pel¨ªcula, Tierra y libertad, de Ken Loach, que ha visto hace poco y que le hace hablar de su drama familiar. "Como palestina, yo tambi¨¦n sufro una dictadura que me priva de mis derechos. Esa dictadura es Israel y el proyecto sionista", acusa con determinaci¨®n. Lamenta que su abuelo, muerto en L¨ªbano, no haya podido ser enterrado en su tierra y que a muchos ni?os palestinos se les niegue el derecho a la educaci¨®n. De este drama habla su ¨²ltima largometraje, Miral, que ha rodado a las ¨®rdenes del director jud¨ªo Julien Schnabel. "Me gustar¨ªa que el mundo entero viese esta pel¨ªcula. ?C¨®mo se va a conseguir la paz si no tenemos un pueblo educado?", se pregunta la actriz, para la que el cine es un instrumento m¨¢s eficaz que la pol¨ªtica para despertar conciencias.
De la casa familiar de Beirut, "una antigua casa ¨¢rabe, con jard¨ªn", Al Massri recuerda los juegos y la hu¨ªda. "?bamos de un lugar a otro para pasar la noche en casa de gente extra?a e irnos a la ma?ana siguiente. Nos sent¨ªamos perseguidos, por los palestinos y por los libaneses". Crecer en un pa¨ªs en guerra no le ayud¨® mucho a integrarse en Beirut: a los 20 a?os ya viv¨ªa en Par¨ªs.
Fue en la capital francesa donde descubri¨®, aunque resulte parad¨®jico, la danza oriental, su gran pasi¨®n. "Es como el petr¨®leo, de una riqueza enorme", asegura. Antes hab¨ªa probado suerte con la danza contempor¨¢nea, que no le convenci¨®. "Yo vengo de una tradici¨®n mil a?os m¨¢s antigua", se justifica. La interpretaci¨®n vendr¨ªa m¨¢s tarde, de la mano de la cineasta Nadine Labaki, que la convirti¨® en una de las protagonistas de Caramel, una de las pel¨ªculas libanesas m¨¢s aclamadas de todos los tiempos. Su personaje, Nisrine, perd¨ªa la virginidad estando soltera y so?aba con una reconstrucci¨®n de himen para su inminente matrimonio. Pese a este papel, la actriz rechaza toda relaci¨®n entre represi¨®n sexual y mundo ¨¢rabe. "Nuestra sociedad es m¨¢s moderna y abierta de lo que muchos creen. ?En el mundo ¨¢rabe nos encanta el sexo!". Al Massri, que dice huir de clich¨¦s, rechaza primero los que le afectan a ella como ¨¢rabe y musulmana. "Con las colonizaciones lleg¨® la literatura del orientalismo, hecha por algunos viajeros que se imaginaron mujeres desnudas con leones al lado", asegura, divertida. "Pero yo no soy una pintura orientalista".
Al Massri es optimista, cree que la opini¨®n p¨²blica est¨¢ cada vez m¨¢s del lado de la causa palestina y que las nuevas generaciones de j¨®venes ¨¢rabes formados en universidades de todo el mundo tendr¨¢n mucho que decir en los pr¨®ximos a?os. "Hoy la inmigraci¨®n tiene colectivos muy activos tanto en EEUU como en Europa", sugiere. Ella misma es parte de ese fen¨®meno. "Par¨ªs para m¨ª son diez a?os de reflexi¨®n sobre mi lugar como ¨¢rabe", asegura, aunque rechaza "el amor de los franceses por tener siempre una opini¨®n". S¨ª la tiene en lo que a su patria se refiere: Al Massri recalca que en Palestina no hay conflicto. No puede haberlo, argumenta, porque el pueblo est¨¢ indefenso. "?C¨®mo puedes decir que mi gente tiene un conflicto contigo si no tienen armas y t¨² s¨ª?".
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