Arte y f¨²tbol

Las grandes pasiones -el f¨²tbol, entre ellas- aguzan ciertos sentidos y parecen nublar otros, como el sentido del matiz, aun en esp¨ªritus tan finos y rigurosos como el de Javier Mar¨ªas. En su muy disfrutable art¨ªculo publicado en EL PA?S el d¨ªa de la final del Mundial, 11 de julio, Hoy es solo hoy, el escritor y apasionado aficionado afirm¨® que "el efecto de la victoria o de la derrota no es duradero... se desvanece a las 48 horas". Es posible que tenga raz¨®n, aunque no es f¨¢cil medir esas cosas. Pero cualquiera que sea el resultado de esa delicada medici¨®n, resulta a todas luces excesivo comparar -como hace Mar¨ªas- el efecto de la pasi¨®n futbolera (que tengo la fortuna de sentir y compartir) con "el efecto que nos produce la visi¨®n de una gran pel¨ªcula, o la lectura de una deslumbrante novela, o escuchar una m¨²sica sobrecogedora, o la contemplaci¨®n de un cuadro turbador". En primer t¨¦rmino, porque en el arte hay efectos subterr¨¢neos y de largo plazo dif¨ªcilmente equiparables a los de una contienda deportiva o electoral (valdr¨ªa la pena explorar esto...). Y en segundo lugar porque por m¨¢s fan¨¢ticos que seamos del f¨²tbol, ninguna jugada, resultado, o peripecia futbol¨ªstica puede acompa?arnos, enriquecernos o iluminarnos por el resto de nuestros d¨ªas como ciertas pel¨ªculas, novelas, composiciones musicales o cuadros. Nadie duda de que existan afinidades entre el arte y la pasi¨®n deportiva, pero, como nos ense?a la obra del propio Mar¨ªas, hay fervores y fervores, y no todos son iguales.