Una declaraci¨®n de amor
Las biograf¨ªas que se encuentran en las enciclopedias suelen sufrir de una patol¨®gica falta de espacio que resume una vida en apenas una an¨¦cdota o un titular. Por eso, con Miguel Gallardo se comete siempre la injusticia de recordarlo como creador del ir¨®nico Makoki, personaje escapado de un frenop¨¢tico que, cierto es, simboliza a la perfecci¨®n la locura creativa de los a?os del underground espa?ol, pero que se queda muy corto para definir la personalidad de uno de los creadores m¨¢s importantes que ha tenido el c¨®mic de nuestro pa¨ªs.
Una aut¨¦ntica esponja estil¨ªstica que fue capaz de absorber y asimilar con asombrosa facilidad trazos tan diferentes como los de Segar, Wilson McCoy, Jack Kirby, Semp¨¦, Robert Crumb, Quino, Peter Arno, los dibujos animados de la U.P.A., los autores de T¨ªo Vivo y Pulgarcito o ilustradores como Jim Flora, Miroslav Sasek y la elegante escuela de The New Yorker. Un conglomerado de influencias dispares con las que Gallardo construy¨® una trayectoria que le llev¨® de ide¨®logo de la llamada "l¨ªnea chunga" a uno de los m¨¢ximos exponentes de la elegancia ilustrativa que practicaban los autores de la revista Cairo en la efervescencia de los ochenta, mediante una evoluci¨®n continua e incesante y siempre encauzada por su corrosivo sentido de la s¨¢tira.
Miguel Gallardo es uno de los creadores de c¨®mic m¨¢s importantes del pa¨ªs
De Makoki a Roberto Espa?a pasando por El ni?ato, Buitre Buitraker, Perico Carambola, Perro Nick o Pepito Magefesa, los personajes de Gallardo -ya en solitario, ya con la ayuda de Mediavilla, Ignaci Vidal-Folch o Ram¨®n de Espa?a- constituyen a la par un inmenso homenaje y una despiadada cr¨ªtica de la cultura de masas del siglo XX.
Aunque la ilustraci¨®n lo alej¨® del c¨®mic, el gusanillo estaba ah¨ª y volvi¨® demostrando que no solo despuntaba en el g¨¦nero humor¨ªstico, afrontando dos ejercicios de catarsis personal inauditos: primero, adaptando los relatos de su padre sobre la Guerra Civil en la inmensa Un largo silencio (Edicions de Ponent); despu¨¦s, hablando sinceramente del autismo de su hija en Mar¨ªa y yo (Astiberri). De ambas se podr¨ªan escribir densos tratados sobre la sapiencia del dibujante a la hora de usar los recursos gr¨¢ficos y narrativos de la historieta, de la atrevida pero exitosa mezcla de los lenguajes del c¨®mic, la ilustraci¨®n y el relato... pero todo quedar¨ªa corto ante el impacto emotivo y la reflexi¨®n que consigue Miguel Gallardo en estas obras. Un logro cimentado tanto en el alejamiento de la sensibler¨ªa lacrim¨®gena, que temas como el autismo pueden provocar con extrema facilidad, como en la sinceridad apabullante que contagia al lector.
El peque?o y aparentemente simple relato de las vacaciones de Miguel y Mar¨ªa es, ante todo, la declaraci¨®n del amor de un padre por su hija, alegre y vitalista, pero tambi¨¦n un acercamiento pausado y realista a la problem¨¢tica del autismo, capaz de analizarlo desde la visi¨®n que no renuncia al optimismo. Sin caer en la ingenuidad, sin querer desdramatizar artificialmente, pero sabiendo que siempre es mejor ver la botella medio llena.
Compleja fusi¨®n de ideas y sentimientos plasmados como solo un maestro de la historieta puede llevarlos al papel.
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