Chile: pol¨ªtica y ficci¨®n
Chile ha sido pa¨ªs de poetas: Vicente Huidobro, Gabriela Mistral, Pablo Neruda, Nicanor Parra: su verbo ha ocupado y expandido esa franja estrecha de tierra -Chile- que va de los desiertos de Capricornio a los hielos de la Ant¨¢rtica. Encontrar un espacio para la novela ha sido la tarea de la generaci¨®n que arranca del gran Jos¨¦ Donoso y su taller literario y nadie representa mejor a la narrativa chilena de hoy que Arturo Fontaine.
No es el ¨²nico. De pa¨ªs de poetas, Chile pas¨® a ser pa¨ªs de novelistas, de Carlos Cerda a Antonio Sk¨¢rmeta, de Isabel Allende a Diamela Eltit, de Marcela Serrano a Carlos Franz y de Roberto Bola?o a Sergio Missana.
Pero acaso nadie, como Arturo Fontaine, representa mejor el tr¨¢nsito de la realidad pol¨ªtica y social de Chile a su realidad literaria, y a las tensiones, combates, incertidumbres, lealtades y traiciones de una sociedad en flujo.
Tras cada asalto, pol¨ªtico o tecnol¨®gico, la novela-F¨¦nix resucita para decirnos lo que no puede decirse de otra manera
Y ?qu¨¦ hace, qu¨¦ dice la novela en esta sociedad -la chilena- y en todas las sociedades?
De tarde en tarde, se nos anuncia: "La novela ha muerto". ?Qui¨¦n la mat¨®? Sucesivamente: la radiotelefon¨ªa, el cine, la televisi¨®n, el Macintosh, el iPhone, la Red y el Twitter. Y sin embargo, tras de cada asalto tecnol¨®gico, la novela-F¨¦nix resucita para decirnos lo que no puede decirse de otra manera.
Me estoy acercando a uno solo de los m¨²ltiples significados de las novelas de Arturo Fontaine -O¨ªr su voz, Cuando ¨¦ramos inmortales-. Todas ellas afirmaciones apasionadas de la necesidad de oponer una palabra enemiga -se llama imaginaci¨®n, se llama lenguaje- a la verborrea que nos circunda.
Imaginaci¨®n y lenguaje: en Fontaine, estas dos fuerzas de la literatura entran en conflicto con un pa¨ªs que ha sido a la vez fragua y combusti¨®n, pa¨ªs de tremendas escisiones internas, dolores, esperanzas, nostalgias, odios, y fanatismos que al cabo se manifiestan en lenguaje e imaginaci¨®n.
En O¨ªr su voz, Fontaine explora el lenguaje como necesidad del poder -no hay poder sin lenguaje- s¨®lo que el poder tiende a monopolizar el lenguaje: el lenguaje es su lenguaje posando como nuestro lenguaje.
Fontaine escucha y da a o¨ªr otra voz, o mejor dicho otras voces: hay una sociedad, la chilena. Hay negocios y hay amor. Hay pol¨ªtica y hay pasiones. Sociedad, negocios, pol¨ªtica tienden a un lenguaje de absolutos. La literatura los relativiza, instal¨¢ndose -nos dice Fontaine- entre el orden de la sociedad y las emociones individuales.
En Cuando ¨¦ramos inmortales, el autor personaliza radicalmente estas tensiones encarn¨¢ndolas en un personaje -Emilio- cuyo nombre nos remite a Rousseau y a su doble ¨¦tica: la del que educa y la del que ense?a. Este, el educado, requiere la educaci¨®n para salir de su naturaleza original, no mediante la tutor¨ªa espont¨¢nea del vicio y el error, sino gracias a una ense?anza que potencie la virtud natural -incluso mediante el vicio del enga?o-. Cuando ¨¦ramos inmortales no es, para nada, una ex¨¦gesis del Emilio de Rousseau. Es una creaci¨®n literaria que juega con la tradici¨®n para convertir a ambas -creaci¨®n y tradici¨®n- en problemas.
Chile es un pa¨ªs parad¨®jico. Han coexistido all¨ª la democracia m¨¢s joven y vigorosa y la oligarqu¨ªa m¨¢s vieja y orgullosa. Ambas coexisten, a su vez, con un ej¨¦rcito de formaci¨®n prusiana que respet¨® la pol¨ªtica c¨ªvica hasta que la pol¨ªtica de la guerra fr¨ªa la condujo a la dictadura.
Fontaine, con las armas del novelista, que son las letras, va al centro del asunto. Un orden viejo, por m¨¢s estertores que d¨¦, cede el lugar a un orden nuevo. Pero ?en qu¨¦ consiste este? Entre otras cosas, en su escritura. Pero ?qui¨¦n es el escritor? Es una primera y es una tercera persona que miran a la sociedad y la privacidad con lente de aumento, dirigi¨¦ndose a un lector que es el cocreador del libro. El libro es una partitura a la cual el lector le da vida. La lectura es la sonoridad del libro.
Hay un poderoso fervor quijotesco en Arturo Fontaine: ¨¦l quiere poner en fuga a las telenovelas o confiar en que haya al fin un Cervantes telenovelero que las transforme, como Don Quijote a las novelas de caballer¨ªa.
Glorioso empe?o cuya derrota ser¨ªa, sin embargo, una victoria. Porque la novela es, en s¨ª misma, la victoria de la ambig¨¹edad. Una ambig¨¹edad que se propone como palabra e imaginaci¨®n, lenguaje y memoria, habla y prop¨®sito. Entonces, ?para qu¨¦ sirve una novela en el mundo de la comunicaci¨®n moderna: la comunicaci¨®n instant¨¢nea del suceso comunicado? En un r¨¦gimen totalitario, dice mi amigo Philip Roth, el novelista es llevado a un campo de concentraci¨®n. En un r¨¦gimen democr¨¢tico -contin¨²a- es llevado a un estudio de televisi¨®n.
Lo cierto es que tras cada asalto, pol¨ªtico o tecnol¨®gico, la novela-F¨¦nix resucita para decirnos lo que no puede decirse de otra manera.
Leer a Fontaine, por todo lo anterior, es importante en el momento pol¨ªtico de Chile.
El vigor de la democracia chilena, sus ca¨ªdas ocasionales, su renovaci¨®n actual, los avatares de la tradici¨®n y la complejidad de la sociedad requieren la lectura atenta de las novelas de Arturo Fontaine. En ellas encontramos el trasfondo y el sedimento de la noticia pol¨ªtica.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.