Memoria de la libertad
En el pr¨®logo al Segundo Sexo, Simone de Beauvoir confiesa la desaz¨®n que le causaba haber decidido escribir sobre la cuesti¨®n de las mujeres: "He dudado mucho antes de escribir un libro sobre la mujer. Es un tema irritante, sobre todo para las mujeres, y no es ninguna novedad. La pol¨¦mica del feminismo ha hecho correr tinta suficiente, y ahora est¨¢ pr¨¢cticamente cerrada: punto en boca". En efecto, en los a?os cuarenta, en que esto se escribe, parec¨ªa no existir problema alguno con respecto a las mujeres. Muy pocas personas -incluidas las mujeres- pod¨ªan reconocer sin dificultades coacciones sociales que pesaban sobre estas y el malestar que les produc¨ªa sentirse atrapadas por las leyes y los usos sociales que impon¨ªan l¨ªmites a sus deseos y a la autonom¨ªa moral e intelectual de su sexo. Publicado el libro, su autora tuvo que soportar los dur¨ªsimos ataques de quienes ve¨ªan cuestionadas sus firmes creencias sobre la desigualdad de los sexos y la moral sexual que, consiguientemente, la tradici¨®n ven¨ªa imponiendo a las mujeres. Los intelectuales de la derecha cat¨®lica, particularmente, consideraron que era intolerable que la autora hablara de sexo y tratara sobre las distintas formas de la sexualidad femenina, etc., con un atrevimiento inconcebible ante un tema tab¨² para los conservadores. Ellos, que consideraban normal aleccionar a las mujeres -y a los hombres- sobre el peligro de los deseos.
Las mujeres tenemos memoria de c¨®mo funciona la propaganda conservadora
Las cosas, sin embargo, comenzar¨ªan a cambiar para las mujeres, gracias a las transformaciones sociales habidas en los a?os sesenta y setenta en Europa. En Espa?a, concretamente, mejor¨® la educaci¨®n de las ni?as, que pudieron as¨ª ser bachilleras, en mayor n¨²mero que antes, llegar a la universidad y conseguir mediante el trabajo un dinero propio que las hizo m¨¢s libres cuando se trataba de pensar en casarse y hasta de abandonar el matrimonio cuando las cosas no iban bien, etc. En este tiempo se produjo un marcado retroceso del frente moralista tradicional, contenido por el dique de los nuevos aires de libertad femenina, que se expresar¨ªan y canalizar¨ªan en el resurgir de un nuevo movimiento de las mujeres. Es el contexto en que la democracia pol¨ªtica, reci¨¦n conquistada en Espa?a, propiciar¨ªa un cambio de las leyes, para adaptarlas a una nueva situaci¨®n social, en la que las mujeres est¨¢bamos conquistando un nuevo protagonismo y una imprescindible libertad para conducir nuestras vidas. Se puede decir que las mujeres de hoy en d¨ªa no ser¨ªamos como ahora somos sin los cambios legislativos que se dieron entonces: la despenalizaci¨®n del adulterio femenino, el libre uso de los anticonceptivos, la planificaci¨®n familiar o la primera ley del aborto, aprobada en los a?os ochenta por el primer Gobierno de Felipe Gonz¨¢lez.
En Espa?a, a estas leyes se opuso la derecha cat¨®lica, que cogi¨® entonces el tranquillo para seguir haciendo lo mismo con los proyectos de una mejor educaci¨®n c¨ªvica. En este caso, porque se daba cuenta de que en ella se atend¨ªa a la formaci¨®n sexual o se explicaba una realidad social y legal que naturalizaba la existencia de matrimonios homosexuales o de la diversidad de las familias. En el momento presente el caballo de batalla de esta derecha es la ley sobre salud sexual y reproductiva que regula las condiciones de aborto, contra la que el Partido Popular ha presentado un recurso. En estos temas, el gobierno de la Generalitat valenciana ha sido particularmente beligerante: en la mente de todos est¨¢n las ocurrencias de Font de Mora para boicotear la Educaci¨®n para la Ciudadan¨ªa en las escuelas (su sospecha declarada era que los socialistas har¨ªan servir la materia para ense?ar valores de la izquierda) o las pol¨ªticas -?sociales?- de Cotino (que primero pretend¨ªa excluir a las madres solteras de las ayudas a la familia y ahora quiere convencer a las mujeres de que no aborten y sean madres ?aunque sean solteras y vaya a tener hijos de padres desconocidos?)
Cabr¨ªa preguntarse, pues, por las razones ocultas de unas pol¨ªticas que no parecen dirigidas a ayudar a las mujeres. Lo que hemos visto hasta ahora ha sido mucho ruido y pocas nueces; pues si, ciertamente, los programas se anuncian a bombo y platillo, lo normal es que tengan poca consistencia y menos vida; de forma que suelen caer pronto en desuso, como es probable que ocurra con las trabas puestas a la nueva regulaci¨®n del aborto. Nuestro Gobierno no ignora que el aborto es un recurso necesario en muchos casos y que no es probable que ninguna mujer -con criterio propio, ni siquiera las conservadoras- vaya a cambiar su decisi¨®n de abortar si cree tener motivos para hacerlo. Sin embargo, esta constataci¨®n no disminuye el temor que sentimos las mujeres, que tenemos memoria de c¨®mo ha venido funcionando la propaganda conservadora, del da?o que a¨²n puede hacer la informaci¨®n (las fotos de fetos en tres dimensiones) que el se?or Cotino se propone dar a las mujeres para que desistan de su -mala- intenci¨®n de abortar. A todo ello la rama del Partido Popular que se considera liberal no ha puesto objeci¨®n alguna; nadie -hombre o mujer- ha dicho una sola palabra cr¨ªtica sobre lo impropio que resulta que el poder pol¨ªtico pretenda seguir influenciando la conciencia moral de sus administrados, de las mujeres en este caso. Se deber¨¢ probablemente a que son menos liberales que conservadores y, sin duda, m¨¢s pr¨¢cticos que responsables morales, pues piensan que en pol¨ªtica todo o vale para tumbar al contrario.
Resulta irritante que despu¨¦s de tantas palabras escritas y de tantos logros conseguidos, hayamos de seguir defendiendo la libertad y el respeto hacia nuestros derechos personales, de los que ya gozamos. Ante este ardor guerrero con que caracterizar¨ªa a nuestros pol¨ªticos de aqu¨ª, que aplican a cualquier idea que no salga de su mag¨ªn o que no coincida con sus intereses, lo prudente va a ser que las mujeres nos pongamos de puntillas para ver qu¨¦ pasa y, si no me equivoco, comprobaremos una vez m¨¢s que el poder no basta por s¨ª solo para destruir una conquista social que tanto nos ha costado a las mujeres.
Carecemos de ese ardor guerrero, pero nos sobra inteligencia para defendernos.
Isabel Morant es profesora de Historia de la Universitat de Val¨¨ncia.
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