Queda camino por delante
El jueves se aprob¨® por fin en el Senado la ley de reforma financiera. El texto, de 2.300 p¨¢ginas, y que constituye la mayor reforma desde la Ley Glass-Steagall de 1933, finalmente, va camino de la Casa Blanca. Pero con los estudios a¨²n pendientes y los reguladores haciendo gala de gran discreci¨®n, sigue sin saberse a ciencia cierta qu¨¦ significan realmente algunas nuevas reglas esenciales.
Los organismos reguladores se propondr¨¢n ahora en gran medida crear reglas y exigir su cumplimiento. Por ejemplo, la Reserva Federal, la Comisi¨®n del Mercado de Valores y otros organismos de vigilancia han recibido ¨®rdenes del Congreso de llevar a cabo unos sesenta estudios. Entre ellos est¨¢n el an¨¢lisis de los pros y los contras de los instrumentos de capital contingentes, el impacto econ¨®mico de los grandes bancos, a qui¨¦n se deber¨ªa permitir invertir en fondos de cobertura y el efecto de los l¨ªmites a las posiciones de los productos b¨¢sicos en las operaciones de cambio. Algunos temas se adentran en terrenos farragosos, por ejemplo, si el sector de los derivados deber¨ªa adoptar "descripciones algor¨ªtmicas estandarizadas legibles por ordenador" de sus productos.
Los cabilderos tambi¨¦n se?alan que el verbo "puede" aparece cerca de 1.500 veces en la ley, lo cual es un indicio de en qu¨¦ medida se delega la autoridad. Por ejemplo, el nuevo consejo de riesgos sist¨¦micos, compuesto por el Tesoro, la Reserva Federal y otros organismos supervisores, "puede" recomendar nuevas reglas m¨¢s estrictas para los activos de riesgo b¨¢sico, el apalancamiento y los l¨ªmites a la concentraci¨®n. El consejo "puede" trocear empresas, prohibir productos financieros y evitar fusiones si considera que suponen una amenaza para el sistema financiero. Puede que nunca se lleguen a tomar estas medidas, pero ah¨ª est¨¢n.
No es de extra?ar que Wall Street se queje de que la ley que se acaba de aprobar a¨²n deje cierta incertidumbre inquietante. Otras cuestiones clave que siguen siendo confusas son la definici¨®n de las operaciones burs¨¢tiles por cuenta propia, el alcance de las nuevas reglas de titularizaci¨®n y los l¨ªmites de la autoridad del nuevo regulador de las finanzas del consumo.
Y lo que ocurre dentro de la burocracia de Washington no es m¨¢s que parte del juego. Se supone que importantes reguladores de 30 pa¨ªses van a establecer requisitos m¨ªnimos de capital y liquidez que tendr¨¢n validez a escala mundial. Es posible que algunos de estos interrogantes desaparezcan de aqu¨ª a finales de a?o, pero la constante impopularidad de los bancos y la escasa actividad de la econom¨ªa de Estados Unidos quiz¨¢ den pie a nuevos intentos de poner l¨ªmites a Wall Street m¨¢s adelante. Puede que, por fin, el marco de la regulaci¨®n financiera en el futuro sea m¨¢s claro, pero los tejemanejes y el politiqueo no se han acabado a¨²n.
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