Un trampol¨ªn demasiado peligroso

En la playa de Matalasca?as (Almonte, Huelva) apareci¨® un d¨ªa un gran bloque de piedra, resto de una antigua torre vig¨ªa del siglo XVI. La roca encall¨® a unos 30 metros de la orilla, arrastrada por un periplo de corrientes tras el terremoto de Lisboa en 1755. Desde entonces, es el emblema de la playa Torre de la Higuera, llamada as¨ª en su honor. Pero la pe?a, como es conocido popularmente el reclamo tur¨ªstico del arenal, se utiliza como un trampol¨ªn desde el que se han producido cientos de accidentes. Por eso, el Ayuntamiento de Almonte ha incluido multas de hasta 6.000 euros en la ordenanza municipal.

La Junta de Andaluc¨ªa incluye a la pe?a en sus anuncios de promoci¨®n tur¨ªstica, ya que hay otras diez torres almenaras en Huelva. Pero en los ¨²ltimos diez a?os se han producido numerosos accidentes, quedando cinco personas en silla de ruedas. Y todo porque lo que era una torre que alertaba de la llegada de piratas a las costas del Imperio espa?ol, se convirti¨® en el lugar desde el que saltar al agua de cabeza, de pie y de espaldas. Los socorristas no dan abasto.

La Polic¨ªa Local dice que a veces saltan hasta 30 personas a la vez

La piedra se eleva diez metros por un lado y tres por otro. El acceso no est¨¢ permitido. La pe?a se encuentra protegida -m¨¢s o menos- con balizas de pl¨¢stico duro rojas y amarillas unidas por un cable. Resulta insuficiente. Cualquiera puede cruzar con facilidad y llegar a la roca. Los socorristas controlan la parte frontal pero, una vez detr¨¢s de la pe?a, nadie ve al ba?ista que se dispone a escalar. La profundidad del agua en los alrededores de la roca ronda los tres metros. Los veraneantes, en su mayor¨ªa de Sevilla, no se achantan. "Y todos los meses se producen lesiones de cadera, rotura de piernas, brazos, cortes de todo tipo...", enumera Francisca Borrero, jefa de polic¨ªa local. "A veces son m¨¢s de 30 personas a la vez", asegura.

De 15 personas entrevistadas la semana pasada en la playa, 12 se hab¨ªan tirado animados por la panor¨¢mica. No hay consciencia de peligro. Los 6.000 euros de multa, en cambio, s¨ª echan para atr¨¢s. "Si hay que pagar, mejor no me tiro, que mi padre me fusila", se asusta un adolescente.

El argelino Ra¨²l Bagouz, de 34 a?os, lleva 10 encargado de las tumbonas. "Todos los a?os se sube gente. Se agarran como un gato. Yo mismo me subo", reconoce con parsimonia. Y narra cu¨¢nto disfruta: "Por las noches, veo la puesta de sol desde lo alto... Se podr¨ªa hasta dormir".

La torre, vencida hacia la orilla, posee una superficie lisa de unos 15 metros, seg¨²n los que han subido. La altura, un m¨ªnimo de tres. De esta forma, aunque cueste acceder, arriba resulta c¨®modo. Bagouz hace hincapi¨¦ en la falta de advertencias: "No hay carteles por ninguna parte. Los turistas, sobre todo extranjeros, no saben que es peligroso". Cierto. En los alrededores de la playa no se ven advertencias. El Ayuntamiento afirma que las pondr¨¢n en breve.

Francisco Antonio P¨¦rez, de 24 a?os, es uno de los que no se han encaramado a la torre. Dice que le parece peligroso, pero es una excepci¨®n. V¨ªctor Roiz, de Pilas (Sevilla) y otro sevillano, ?lvaro Molina, de San Juan de Aznalfarache, confirman la teor¨ªa de Bagouz. "La mayor¨ªa de accidentes son de extranjeros, que no saben por d¨®nde tirarse". El Ayuntamiento destaca que el objetivo de las multas no es recaudar sino disuadir. "Sobre todo a los j¨®venes, tan deseosos de experimentar. El peligro solo no les frena".