Clinton anuncia una fuerte ayuda para el desarrollo de Pakist¨¢n
EE UU busca un compromiso de largo plazo con un aliado clave en la regi¨®n
Antes de llegar ayer a Afganist¨¢n, la secretaria de Estado norteamericana, Hillary Clinton, dej¨® patente el compromiso a largo plazo de Estados Unidos en Pakist¨¢n con el anuncio de una fuerte inversi¨®n econ¨®mica para contribuir a la prosperidad de ese pa¨ªs, un aliado esencial contra los talibanes. Clinton prometi¨® una ayuda de 7.500 millones de d¨®lares (unos 6.000 millones de euros), ya autorizados por el Congreso, para construir en los pr¨®ximos cinco a?os hospitales, carreteras y pantanos, para aumentar el acceso a agua potable y electricidad, para cr¨¦ditos a peque?os empresarios y para proyectos de renovaci¨®n tecnol¨®gica.
Ese dinero es la concreci¨®n de una pol¨ªtica, la que en estos momentos defiende la Casa Blanca, que considera que sin la colaboraci¨®n de Pakist¨¢n es imposible ganar la guerra de Afganist¨¢n y que para obtener esa colaboraci¨®n es necesario ganarse antes los corazones de los paquistan¨ªes. EE UU ha gastado sumas enormes (actualmente, m¨¢s de 5.000 millones de d¨®lares al a?o) en ayuda militar a Pakist¨¢n sin que eso le haya reportado garant¨ªas de un serio acoso del Ej¨¦rcito paquistan¨ª a los talibanes ni las simpat¨ªas entre la poblaci¨®n, donde el radicalismo isl¨¢mico ha hecho m¨¢s adeptos que Washington.
"Lo que el pueblo paquistan¨ª necesita es seguridad humanitaria, no seguridad militar", declar¨® ayer Clinton al anunciar la llegada de los primeros 500 millones de d¨®lares para iniciar algunos de los 24 proyectos previstos. "Este es un compromiso m¨¢s amplio del que jam¨¢s hemos tenido, es una inversi¨®n de largo plazo en el futuro de Pakist¨¢n".
Es obvio, no obstante, que EE UU no busca tanto el desarrollo de Pakist¨¢n per se como el respaldo de ese pa¨ªs en la soluci¨®n del conflicto afgano. Pakist¨¢n no es solo el territorio en el que encuentran refugio los l¨ªderes tribales que combaten contra los norteamericanos en Afganist¨¢n, sino el pa¨ªs con la autoridad suficiente como para decidir la suerte de los talibanes. Sin Pakist¨¢n, ha concluido la Administraci¨®n de Barack Obama, ni se puede ganar la guerra ni se puede vislumbrar un horizonte razonablemente optimista en Afganist¨¢n.
Pero su colaboraci¨®n no es sencilla. EE UU y Pakist¨¢n no solo est¨¢n distanciados por su mutua desconfianza, sino por intereses de seguridad diferentes. Mientras los talibanes y otros extremistas religiosos son enemigos de los norteamericanos, han sido durante a?os un gran aliado de Pakist¨¢n en el principal frente de su guerra fr¨ªa con India, Cachemira.
En los ¨²ltimos meses, una serie de atentados con numerosos muertos entre la poblaci¨®n civil ha convencido a las autoridades paquistan¨ªes de que el radicalismo isl¨¢mico puede tambi¨¦n volverse contra ellos. Pero para que la implicaci¨®n de Pakist¨¢n en esa guerra sea realmente sincera, Washington tiene que ayudar a relajar la tensi¨®n con India.
Eso fue parte de la misi¨®n de Clinton en Islamabad. La visita se produjo en un momento de gran preocupaci¨®n norteamericana por el anuncio de un acuerdo por el que China suministrar¨¢ los reactores para dos plantas nucleares productoras de energ¨ªa en Pakist¨¢n. Ese acuerdo podr¨ªa violar las normas internacionales que impiden este tipo de intercambios con pa¨ªses, como Pakist¨¢n, que no son signatarios del Tratado de No Proliferaci¨®n Nuclear. Pero, sobre todo, la colaboraci¨®n chino-paquistan¨ª ha puesto en alerta a India. Pakist¨¢n, a su vez, se queja de que EE UU, pese a que ha reducido el nivel de cooperaci¨®n con India, ha confirmado un nuevo env¨ªo a ese pa¨ªs de tecnolog¨ªa nuclear que, seg¨²n Islamabad, puede desnivelar el dif¨ªcil equilibrio de esta regi¨®n.
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