Una catedral musical en miniatura
Las cr¨®nicas venecianas hablan a menudo de la paciente espera que deb¨ªan cumplir los luthiers en los muelles. All¨ª aguardaban el regreso de las naves procedentes de las Indias, que tra¨ªan maderas ex¨®ticas de las que hab¨ªa que conseguir la mejor partida. Los d¨ªas de convivencia portuaria, desde luego, no eran siempre apacibles, ya que cada artesano procuraba hacerse con lo mejor de tan preciado material. Una vez llegada la madera a tierra, la retiraban raudos para evitar que fuera mojada, dado que los marineros echaban sobre ella toneles de agua salada con el fin de fortalecerla e impedir as¨ª la polilla, cosa que la har¨ªa inservible para el uso musical.
Sin duda, entre aquellos violeros deb¨ªa de encontrarse alguno de los miembros de la familia Guarneri, cuya dinast¨ªa contribuy¨® a prestigiar la llamada escuela de Cremona, ciudad en la que trabajaron los ilustres Andrea Amati y Antonio Stradivari. Precisamente, el primero de ellos fue maestro de Andrea Guarneri, cabeza de una saga insigne de constructores de violines que hall¨® su culminaci¨®n en el controvertido Giuseppe Antonio (1698-1744), art¨ªfice de unas joyas violin¨ªsticas que rivalizan con todo merecimiento, al menos las concebidas en su ¨²ltimo periodo creativo -a partir de 1730-, con las del mencionado Stradivari.
Es un prodigio t¨¦cnico y el testimonio de una ¨¦poca de esplendor
El buen uso de la mejor madera, el corte y el adecuado secado, sin olvidar la importante factura del barniz, contribuyen a la obtenci¨®n de un buen viol¨ªn, pero su excelencia, su magia, radica primordialmente en la exacta proporci¨®n de las formas, en los estudiados grosores de las paredes y en la sabia distribuci¨®n de fuerzas que deben soportar las superficies abovedadas del instrumento. De hecho, una caja arm¨®nica como la del viol¨ªn no deja de ser como un templo en miniatura, una nave cuidadosamente labrada, pensada mil¨ªmetro a mil¨ªmetro, en la que todo debe resonar en armon¨ªa y equilibrio plenos. Y eso es lo que consigui¨® de manera deslumbrante Giuseppe Antonio: piezas maestras cuya arquitectura genera aut¨¦ntica sonoridad, una sonoridad que se amplifica, nivela y proyecta con inaudita nitidez y a una gran velocidad.
Las manos de este artista, llamado Giuseppe del Ges¨´ porque en sus etiquetas figuraba el monograma IHS, consiguieron plasmar en toda su dimensi¨®n la idea barroca seg¨²n la cual el sonido debe dibujar el espacio que recorre, y as¨ª tambi¨¦n realzarlo para que la melod¨ªa llegue al o¨ªdo no solo como m¨²sica, sino como depuraci¨®n de esta. En tal sentido, puede se?alarse que Guarneri del Ges¨´ representa y consuma un ideal, y que ejemplifica en su expresi¨®n m¨¢s alta la po¨¦tica de una nueva forma de hacer m¨²sica, que tuvo su exponente en compositores como Vivaldi o Bach.
No es extra?o que, transcurridas las generaciones de violinistas, el valor de un instrumento construido por este artista contin¨²e en alza, porque adorna y facilita sobremanera el arte de un int¨¦rprete. Eso explica que uno de los violines salidos de su taller estuviera en manos de Niccol¨° Paganini, y que, ya en el siglo XX, hubieran tocado ejemplares suyos tan esenciales nombres del mundo violin¨ªstico como los de Arthur Grumiaux, Jascha Heifetz, Isaac Stern, Henryk Szeryng y Pinchas Zukerman. El viol¨ªn puesto a la venta, un diamante de la ac¨²stica, perteneci¨® al virtuoso belga Henri Vieuxtemps, que viaj¨® por toda Europa y Estados Unidos levantando admiraci¨®n con su inseparable Guarneri. Vieuxtemps dec¨ªa que su "estimado amigo" le ayudaba a hacer la mitad del trabajo.
El valor de este viol¨ªn tan ¨²nico no reside ¨²nicamente en su calidad, en su prodigiosa concepci¨®n t¨¦cnica, sino tambi¨¦n en ser el testimonio elegido de una ¨¦poca de esplendor musical. Su existencia demuestra c¨®mo la materia, tratada con inteligencia, puede transformarse en algo que depara esp¨ªritu. Aunque haya sido pagada por ¨¦l una cantidad ciertamente elevada, su valor es dif¨ªcil de cifrar. Y, sin embargo, Guarneri, que vivi¨® una vida tormentosa, muri¨® en la c¨¢rcel sin descendencia y despojado de todo.
Ram¨®n Andr¨¦s es autor de Diccionario de instrumentos musicales. Desde la antig¨¹edad a J. S. Bach (Pen¨ªnsula). Su ¨²ltima obra es No sufrir compa?¨ªa. Escritos m¨ªsticos sobre el silencio (Acantilado).
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