No bastan las leyes
No es bueno que las religiones llamadas minoritarias -algunas con m¨¢s de un mill¨®n de fieles- vivan con la sensaci¨®n de que no se les quiere. La libertad de conciencia, en primer lugar la religiosa, ha de ser mimada por el Estado, por laico que ¨¦ste se presuma. Una primera decisi¨®n tiene que ver con la igualdad de trato. Espa?a financia con miles de millones las actividades de la religi¨®n cat¨®lica, con la disculpa de que es la mayoritaria, mientras se escatiman ayudas para facilitar la vida a las dem¨¢s. Algo peor: el Ministerio de Hacienda libra cada mes dinero para sueldos de sacerdotes y obispos cat¨®licos, pero el Ministerio de Justicia proh¨ªbe a las otras religiones destinar a templos, culto o salarios el dinero que reciben del Estado, apenas cinco millones este a?o.
Tambi¨¦n hay desigualdad de trato de los ayuntamientos ante los templos. La Generalitat de Catalu?a tiene una ley desde 2007 para acabar con las descriminaciones que se producen cuando religiones no cat¨®licas solicitan terrenos y permisos para construirlos. El texto fij¨® las medidas de seguridad y salubridad que deber¨¢n cumplir esos oratorios y obliga a los ayuntamientos a reservar suelo para espacios de culto en los nuevos planes urban¨ªsticos.
Pero no bastan leyes, si no se cambian las mentalidades. Despu¨¦s del ataque a la sinagoga del Call de Barcelona, en enero de 2009, el presidente de la Generalitat, Jos¨¦ Montilla, habl¨® de xenofobia, de odio al extranjero. Pero los jud¨ªos son espa?oles, y la sinagoga tambi¨¦n. Lo mismo ocurre con las mezquitas. El Ayuntamiento de Lleida no deber¨ªa olvidarlo.
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