La monserga de Nina Hagen
La antigua 'mam¨¢ del punk' dedica sus esfuerzos a velar por la salvaci¨®n de las almas
Antes de que la muchachada angl¨®fila pusiera de moda el t¨¦rmino freak, a personajes como Nina Hagen los denomin¨¢bamos de muchas maneras diferentes: estrafalarios, majaras, raritos, colgados de la vida, perros verdes. Hagen ha alcanzado ya los 55 a?os, una edad de cierta importancia, pero anoche demostr¨® que sigue haci¨¦ndose acreedora a la colecci¨®n entera de ep¨ªtetos. Y alguno m¨¢s de reciente incorporaci¨®n. Predicadora g¨®tica, por ejemplo. L¨¢stima que la grey haya menguado: poco m¨¢s de 500 fieles se prestaron a escuchar la pl¨¢tica (o monserga). Y no ser¨¢ porque esta ciudad ande escasa de pecadores.
Desde el arranque con Personal Jesus, la recreaci¨®n de Depeche Mode que da t¨ªtulo a su reciente nuevo disco, qued¨® claro que Catharina Hagen sigue cantando como un se?or ronco y que le encanta demostrar a cada rato lo bien que pronuncia las erres. De ah¨ª a que su versi¨®n pueda hacer sombra a la que firm¨® Johnny Cash median, claro, unos cuantos a?os luz. Prosigui¨® luego con Riders on the storm, de los Doors, y ya no par¨® de insistirnos en que todos somos hijos de Dios y que la paz y el amor saldr¨¢n triunfadores del campo de batalla.
El discurso puede resultar entra?able, elemental o mesi¨¢nico, pero en boca de la antigua madre del punk tambi¨¦n adquiere unas dimensiones algo esperp¨¦nticas. Contemplen la estampa de esa se?ora despeluchada en verde y azul, como si le hubieran colocado un pomp¨®n de animadora encima de la cabeza. Si se ti?era de rosita la melena la confundir¨ªamos con la melliza de la drag queen Malicia. A?adan un conjunto de falda sobre pantal¨®n de cuero ce?ido m¨¢s negro que todo el fondo de armario de la prole presidencial. E imag¨ªnensela en labores evangelizadoras, proclamando la pureza del reba?o. Sin necesidad de ser el arzobispo de Valencia, a alguno le pueden entrar ganas de cambiar de parroquia.
La Hagen es berlinesa y contradice ese t¨®pico barato seg¨²n el cual los alemanes son gente cuadriculada y poco predispuesta al esparcimiento. Pamplinas, se?ores: esta dama genuinamente teutona se encarga de confirmarnos a cada rato que est¨¢ como un cencerro. Su parlamento, entre c¨®mico y ca¨®tico, parece una variedad centroeuropea de Chiquito de la Calzada; sus movimientos como de peonza, un delirio que solo superan las revelaciones de que fue abducida por los extraterrestres. Lo siguiente ser¨¢ confesar que tiene a unos cuantos marcianos agregados al Messenger. Denle tiempo.
El resultado es por momentos divertido, pero en conjunto irrelevante. Genera buen ambiente entre quienes saben que fue diva antes de que Lady Gaga adquiriese siquiera la condici¨®n de cigoto. Su compromiso con las altas instancias le lleva a abrazar dos g¨¦neros tan sentidos como el blues y el gospel, pero les confiere, puede que sin querer, una dimensi¨®n m¨¢s bien grotesca. Parece seguro que de esta se ganar¨¢ el cielo; solo esperemos que cuando nos toque pasar por all¨¢, si llegamos tan alto, nos tengan preparado un hilo musical con un poco m¨¢s de chicha que el concierto de anoche.
Por otra parte, la Concejal¨ªa de las Artes anunci¨® ayer la suspensi¨®n, "por motivos de log¨ªstica y transporte", de la actuaci¨®n que el argelino Khaled ten¨ªa previsto ofrecer en los Veranos de la Villa el pr¨®ximo martes, d¨ªa 27. Una pena, pero a todo hay que buscarle el lado bueno: nadie nos impedir¨¢ ya acudir esa misma noche a la cita con los multitudinarios Pink Martini en el teatro Lope de Vega. Mira t¨² qu¨¦ suerte.
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