Asesinos e insectos
Una noticia de agencia, fechada en Madrid el 18 de julio, nos trae la buena nueva -a partir de ahora, va a ser m¨¢s f¨¢cil apresar a los asesinos- y, por su redacci¨®n, este evangelio resulta involuntariamente c¨®mico. Dice la noticia que los insectos est¨¢n en todas partes, aunque les ha faltado decir que esta ubicuidad la comparten con Dios y que, cuando se comete un asesinato o se produce un delito, los insectos son los primeros en llegar a la escena del crimen, y que incluso llegan antes que la polic¨ªa.
Como se ve, si la agencia se olvida de Dios, que, seg¨²n la teolog¨ªa cristiana, en nada es menos ubicuo que los cole¨®pte-ros, adem¨¢s no deja en el mejor lugar a la polic¨ªa al declarar que otros seres de la naturaleza, los insectos, llegan antes que ella al lugar del crimen. Aunque tambi¨¦n es verdad que llegar a la escena del crimen unos minutos, por ejemplo, m¨¢s tarde que una mosca que revoloteaba a escasos metros del cuerpo que iba a recibir un balazo tampoco supone ning¨²n desdoro para la polic¨ªa que no llega antes que ese insecto. Seg¨²n datos de la Polic¨ªa Nacional, los insectos han ayudado a resolver nada menos que 150 casos en los ¨²ltimos 10 a?os.
Un moscard¨®n o una mosca pueden ser vitales para el ¨¦xito de una investigaci¨®n criminal
La historia del Cuerpo Nacional de Polic¨ªa, por razones de seguridad, es tan secreta como puede serlo la vida conventual de las ¨®rdenes religiosas. ?Qu¨¦ sabemos de los cistercienses o de los carmelitas que, por cierto, perpetraron, en el siglo XVI, unos de los secuestros m¨¢s crueles de la historia, el de su hermano de orden religiosa san Juan de la Cruz?
El Cuerpo Nacional de Polic¨ªa, con sede en Madrid, es pionero en Espa?a en el estudio de la fascinante Entomolog¨ªa Forense, una ciencia, que, mientras nos vayamos acostumbrando a sus extraordinarios descubrimientos, debemos escribir con may¨²scula. La Entomolog¨ªa Forense se cre¨®, hace ya 10 a?os, en el seno de la Comisar¨ªa General de la Polic¨ªa Cient¨ªfica. Trabaja anualmente con unos 30 casos. Pero no solo investiga asesinatos, sino tambi¨¦n delitos de tr¨¢fico de drogas, robo de veh¨ªculos o terrorismo.
No es raro que en verano alguna mosquita se nos ponga pesada e incluso nos haga sentir el deseo de sacudirle una peque?a hostia y mandarla al cielo a que disfrute all¨ª con la Novena sinfon¨ªa de Beethoven que los ¨¢ngeles bordan como ninguna orquesta filarm¨®nica. Cuando este verano vayamos a matar una mosca acord¨¦monos de que ese insecto puede ser vital para que cualquiera de los grupos de la Polic¨ªa Cient¨ªfica que trabaja en las comisar¨ªas de Madrid pueda fechar con exactitud la hora en que un ciudadano pudo ser acribillado a balazos, por ejemplo, en la calle de Fuencarral, una de las calles siniestramente m¨ªticas, desde el 2 de julio de 1888, en la historia del crimen madrile?o.
Tampoco conviene matar la mosca sin conocer bien nuestros biorritmos porque, si no son positivamente estables, pueden jugarnos una mala pasada en el momento en que suframos un baj¨®n y, naturalmente, podamos arrepentirnos de nuestro crimen.
El poeta y gran fil¨®logo madrile?o don D¨¢maso Alonso, por no conocerse bien sus biorritmos, en una ocasi¨®n mat¨® un moscard¨®n, que con su pesadez probablemente lo estaba martirizando. Fue, pues, un entomocidio que, hasta que nos hemos enterado de los servicios que presta a la investigaci¨®n criminal la Entomolog¨ªa Forense, nadie le habr¨ªa reprochado. Pero, ay, don D¨¢maso Alonso ignoraba el funcionamiento de sus biorritmos y, tras haber disfrutado del asesinato del moscard¨®n, a una hora del d¨ªa que ignoramos sufri¨® luego un bajoncito de ¨¢nimo y cay¨® en la cuenta del horrendo crimen que hab¨ªa cometido. Adem¨¢s, para colmo de desgracia, aquel moscard¨®n era azul, que no solo es el color del manto de la Pur¨ªsima Concepci¨®n, sino que es, adem¨¢s, el color del cielo.
Don D¨¢maso Alonso cre¨ªa en Dios como el fant¨¢stico grupo de la Polic¨ªa Cient¨ªfica de la comisar¨ªa de la calle del Pr¨ªncipe de Asturias, a dos pasos de Alcal¨¢, 185, donde viv¨ªa Camilo Jos¨¦ Cela en los d¨ªas en que escrib¨ªa su Viaje a la Alcarria, cree en la Entomolog¨ªa Forense. Y Alonso -a quien no hay que confundir con un magn¨ªfico portero hom¨®nimo del Real Madrid, de los a?os cincuenta del siglo pasado- escribi¨® su c¨¦lebre Eleg¨ªa a un moscard¨®n azul. Lo que m¨¢s le duele en ese poema a D¨¢maso Alonso son los polvos que, tras su exterminio, se perdi¨® el moscard¨®n, aunque ¨¦l esto lo cuenta sin vulgarismos, con finura acad¨¦mica.
Hoy don D¨¢maso, adem¨¢s, podr¨ªa dolerse de los cr¨ªmenes que puede dejar de descubrir la Polic¨ªa Cient¨ªfica cuando matamos un moscard¨®n que quiz¨¢ iba rumbo a un fest¨ªn de cad¨¢ver liquidado en la calle del Caballero de Gracia. Suframos con paciencia el acoso de los insectos, porque a la Polic¨ªa Cient¨ªfica le ayudan a descubrir muchos cr¨ªmenes.
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