La ineficaz Reserva Federal
En 2002, un catedr¨¢tico convertido en alto cargo de la Reserva Federal que responde al nombre de Ben Bernanke ofreci¨® un discurso citado muy a menudo, titulado "Deflaci¨®n: asegurarnos de que eso no ocurre aqu¨ª". Como otros economistas, yo incluido, Bernanke sent¨ªa una profunda inquietud por la deflaci¨®n pertinaz y aparentemente incurable de Jap¨®n, que a su vez estaba "asociada a a?os de crecimiento exasperantemente lento, al aumento del desempleo y a unos problemas financieros aparentemente intratables". Esto es algo que, supuestamente, no deber¨ªa ocurrirle a una naci¨®n avanzada que cuenta con pol¨ªticos sofisticados. ?Podr¨ªa sucederle algo similar a Estados Unidos?
No hay que preocuparse, dec¨ªa Bernanke: la Reserva Federal dispone de las herramientas necesarias para evitar una versi¨®n estadounidense del s¨ªndrome japon¨¦s, y las utilizar¨ªa en caso necesario.
En la actualidad, Bernanke es presidente de la Reserva Federal, y su discurso de 2002 suena a ¨²ltimas palabras c¨¦lebres. No estamos sufriendo literalmente una deflaci¨®n (todav¨ªa). Pero la inflaci¨®n est¨¢ muy por debajo del ¨ªndice preferido por la Reserva, que se sit¨²a entre un 1,7% y un 2%, y muestra una tendencia constante a la baja; es factible que, seg¨²n algunos c¨¢lculos, veamos deflaci¨®n en alg¨²n momento del a?o pr¨®ximo. Entre tanto, ya sufrimos un crecimiento exasperantemente lento, un ¨ªndice de desempleo muy elevado y problemas econ¨®micos intratables. ?Y cu¨¢l es la respuesta de la Reserva Federal? Est¨¢ debatiendo -con extrema lentitud- si quiz¨¢, un d¨ªa de estos, deber¨ªa plantearse hacer algo respecto a esta situaci¨®n.
La irresponsabilidad de la Reserva no es algo ¨²nico, desde luego. Mientras se desarrollaba la crisis econ¨®mica, ha sido incre¨ªble e indignante ver a la clase pol¨ªtica estadounidense redefinir a la baja el concepto de normalidad. Hace solo dos a?os, a cualquiera que hubiese predicho el estado actual de las cosas (el desempleo no solo es desastrosamente alto, sino que la mayor¨ªa de los pron¨®sticos aseguran que seguir¨¢ as¨ª durante a?os) se le habr¨ªa tachado de loco alarmista. Sin embargo, ahora que la pesadilla se ha hecho realidad -y s¨ª, es una pesadilla para millones de estadounidenses-, Washington no parece sentir urgencia alguna. ?Que se destruyen esperanzas, que las peque?as empresas caen en bancarrota, que se arruinan vidas? ?Qu¨¦ m¨¢s da! Hablemos de los males de los d¨¦ficits presupuestarios.
Aun as¨ª, cab¨ªa esperar que la Reserva Federal fuese distinta. Para empezar, la Reserva, a diferencia de la Administraci¨®n de Obama, sigue gozando de una considerable libertad de acci¨®n. No necesita 60 votos en el Senado, y los l¨ªmites m¨¢ximos de sus pol¨ªticas no se ven determinados por la opini¨®n de senadores de Nebraska y Maine. Aparte de eso, se supon¨ªa que la Reserva estaba preparada intelectualmente para esta situaci¨®n. Bernanke lleva mucho tiempo dando vueltas a c¨®mo se pod¨ªa evitar una trampa econ¨®mica al estilo japon¨¦s, y los investigadores de la Reserva han estado obsesionados durante a?os con la misma cuesti¨®n.
Pero aqu¨ª nos tienen, resbalando claramente hacia la deflaci¨®n, mientras la Reserva se mantiene en sus trece.
?Qu¨¦ deber¨ªa estar haciendo? La pol¨ªtica monetaria convencional, en la que la Reserva Federal induce una bajada de los tipos de inter¨¦s a corto plazo comprando deuda del Gobierno de EE UU tambi¨¦n a corto plazo, ha llegado a su l¨ªmite: esos tipos a corto plazo ya rondan el cero y no pueden bajar mucho m¨¢s. (Los inversores no van a comprar garant¨ªas que generen un inter¨¦s negativo, ya que siempre pueden dedicarse a acumular efectivo). Pero el mensaje del discurso ofrecido por Bernanke en 2002 era que la Reserva Federal puede hacer otras cosas. Puede comprar deuda p¨²blica a m¨¢s largo plazo. Puede comprar deuda del sector privado. Puede intentar cambiar las expectativas anunciando que mantendr¨¢ bajos los ¨ªndices a corto plazo durante mucho tiempo. Puede elevar su objetivo de inflaci¨®n a largo plazo para convencer al sector privado de que los pr¨¦stamos son una buena idea y de que amontonar efectivo es un error.
Nadie sabe hasta qu¨¦ punto funcionar¨ªa cualquiera de estas medidas. Sin embargo, la cuesti¨®n es que hay cosas que la Reserva Federal puede y debe hacer pero no hace. ?Por qu¨¦ no?
A fin de cuentas, las autoridades de la Reserva, como la mayor¨ªa de los observadores, tienen una visi¨®n bastante funesta de las perspectivas econ¨®micas. Pero no lo suficientemente funesta, en mi opini¨®n: los presidentes de la Reserva, que hacen pron¨®sticos cada vez que se re¨²ne el comit¨¦ que fija los tipos de inter¨¦s, no se toman lo bastante en serio la tendencia hacia la deflaci¨®n. No obstante, incluso sus predicciones muestran un desempleo elevado y una inflaci¨®n por debajo de sus objetivos que persistir¨¢n al menos hasta finales de 2012. Entonces, ?por qu¨¦ no intentar hacer algo al respecto?
Lo m¨¢s parecido a una explicaci¨®n que he visto es un discurso reciente de Kevin Warsh, miembro de la Junta de Gobernadores de la Reserva Federal, en el que declaraba que seguir las recomendaciones que planteaba Bernanke en 2002 conllevaba el riesgo de socavar la "credibilidad institucional" de la Reserva. Pero, ?de qu¨¦ manera exactamente contribuye a la credibilidad de la Reserva el hecho de que no haga frente al elevado desempleo, a la vez que fracasa sistem¨¢ticamente a la hora de alcanzar sus propios objetivos de inflaci¨®n? ?Hasta qu¨¦ punto es cre¨ªble el Banco de Jap¨®n despu¨¦s de presidir 15 a?os de deflaci¨®n?
Independientemente de lo que est¨¦ sucediendo, la Reserva Federal debe replantearse sus prioridades, y r¨¢pido. El "eso" de Bernanke no es una posibilidad hipot¨¦tica; est¨¢ a punto de ocurrir. Y la Reserva Federal deber¨ªa hacer cuanto est¨¦ en su mano para impedirlo. -
Paul Krugman es profesor de Econom¨ªa en Princeton y premio Nobel de Econom¨ªa 2008 ?2010 New York Times Service. Traducci¨®n de News Clips.
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