?Aborto obligatorio?
La Conferencia Episcopal ha redoblado en los ¨²ltimos d¨ªas su campa?a contra la nueva ley del aborto, que sustituye el sistema de supuestos por el de plazos. Pero ninguno de sus miembros ha llegado tan lejos como el arzobispo de Burgos, Gil Hell¨ªn. Recurriendo a comparaciones truculentas y a evocaciones b¨ªblicas, mezcladas con citas teol¨®gicas y m¨¢ximas del pensamiento pol¨ªtico, Gil Hell¨ªn ha llegado a la conclusi¨®n de que la nueva norma no es ley y, por tanto, no obliga a los ciudadanos. Solo en el ¨²ltimo punto tiene raz¨®n: la Ley de Salud Sexual y Reproductiva y de la Interrupci¨®n Voluntaria del Embarazo, recientemente aprobada por el Parlamento, no contiene prescripci¨®n alguna que exija abortar a las mujeres. Despenaliza que lo hagan dentro del plazo establecido por la propia norma. Y que lo hagan aquellas que por la raz¨®n que sea -nunca es una raz¨®n fr¨ªvola- lo estimen necesario.
Con su recurso al patetismo, monse?or Gil Hell¨ªn ha dejado al descubierto la posici¨®n desde la que la jerarqu¨ªa eclesi¨¢stica espa?ola est¨¢ llevando a cabo esta nueva campa?a contra el aborto. No trata de discutir la nueva regulaci¨®n, sino de reabrir con la excusa de la nueva ley una discusi¨®n sobre el aborto que, en Espa?a y fuera de ella, lleva muchos a?os cerrada. Interpretando la posibilidad de abortar como una obligaci¨®n de hacerlo, la jerarqu¨ªa eclesi¨¢stica demuestra que se considera autorizada a intervenir sobre una decisi¨®n que pertenece a una esfera de la intimidad sobre la que la Iglesia no tiene potestad. Salvo que considere, como parece que lo hace, que el catolicismo y la forma en que la jerarqu¨ªa lo interpreta es en Espa?a obligatorio. Al contrario de lo que sostiene monse?or Gil Hell¨ªn, esa aberraci¨®n pertenece al pasado.
Por esa raz¨®n, la jerarqu¨ªa cat¨®lica espa?ola, que goza de la libertad religiosa que reconoce la Constituci¨®n, e incluso de algunas que ninguna norma le concede, no puede erigirse en la instancia que decide lo que es ley y lo que no lo es.
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