Banderillas negras en Catalu?a
El pleno del Parlamento decidir¨¢ el pr¨®ximo mi¨¦rcoles si proh¨ªbe o no las corridas en la comunidad aut¨®noma, pero todo apunta a que la fiesta tiene ya los d¨ªas contados
El pr¨®ximo mi¨¦rcoles el Parlamento de Catalu?a votar¨¢ el proyecto de ley que, de ser aprobado, prohibir¨¢ la celebraci¨®n de corridas de toros en el territorio catal¨¢n. Las cuentas sobre el sentido del voto de los diputados -algunos libremente y otros siguiendo la consigna de su partido- apuntan a que, efectivamente, no se lidiar¨¢n m¨¢s toros en Catalu?a.
A nadie escapa la condici¨®n de emblem¨¢tica que tendr¨ªa esta victoria del movimiento antitaurino sobre el futuro de la llamada fiesta nacional. Para los movimientos de defensa de los animales supondr¨¢ establecer una l¨ªnea roja moral y abrir definitivamente una brecha en la muralla de la galaxia taurina. Los amantes de la fiesta entienden este envite, por m¨¢s que echen mano a los grandes argumentos culturales, art¨ªsticos o antropol¨®gicos. Para los defensores de las esencias patrias es una ofensa m¨¢s de los separatismos que quieren romper Espa?a.
En el texto de la ILP no hay ninguna referencia a la identidad nacional
En el Parlament se han o¨ªdo las razones de unos y otros con el mayor respeto
En t¨¦rminos objetivos, sin embargo, el impacto ser¨ªa m¨ªnimo. Los toros llevan d¨¦cadas languideciendo en Catalu?a. Hace ya tiempo que cerraron todas las plazas, a excepci¨®n de la Monumental de Barcelona, incluidas algunas hist¨®ricas como la de Olot con m¨¢s de 150 a?os de historia. En cuanto al n¨²mero de aficionados, ¨²ltimamente solo la presencia de Jos¨¦ Tom¨¢s, un torero que ha hecho suyo el coso barcelon¨¦s, consegu¨ªa llenar la plaza. No es menos cierto que el fervor antitaurino tampoco alcanz¨® nunca cotas dignas de menci¨®n. La fiesta, piensan algunos, se habr¨ªa apagado sin necesidad de prohibirla.
El paisaje de esta batalla -vieja de siglos- es m¨¢s complejo que lo que algunos desde fuera de Catalu?a quieren ver. Es imposible, por supuesto, obviar una lectura en clave nacionalista: la lidia ser¨ªa una tradici¨®n for¨¢nea introducida a la fuerza por el opresor espa?ol. Prohibirla solo ser¨ªa un acto de justicia reparadora. Hace ya tiempo que el acoso y derribo del toro -y la devoci¨®n por el burro catal¨¢n- forma parte de las diversiones de los colectivos independentistas; el viejo toro de Osborne fue literalmente expulsado de las carreteras catalanas hace ya casi una d¨¦cada por h¨¢biles comandos que le cortaban las patas una y otra vez.
La realidad, sin embargo, es que el elemento de fondo trasciende ampliamente las cuestiones nacionalistas y se inscribe mucho m¨¢s en la creciente implantaci¨®n social de las teor¨ªas de defensa de los animales. Leonardo Anselmi, el l¨ªder de Prou, el grupo que ha impulsado la Iniciativa Legislativa Popular (ILP), es argentino y un vegetariano vegano (que no acepta ning¨²n alimento de origen animal). Entre los argumentos con los que ha conseguido reunir 180.000 firmas no figura ni una sola referencia a las identidades nacionales, la lengua o la idiosincrasia de los pueblos.
La ILP para prohibir las corridas lleg¨® al Parlamento y el pasado 18 de diciembre fue aceptada a tr¨¢mite por un margen ajustado: 67 diputados votaron a favor; 59, en contra, y 9 se abstuvieron. El marcador fue fruto de la decisi¨®n de PSC y CiU de dar libertad de voto a sus diputados, argumentando que este asunto no figuraba en su programa electoral; Esquerra Republicana e Iniciativa votaron en bloque por la abolici¨®n, y PP y Ciutadans, por que no se tramitara. Pese a que dieron libertad de voto, los grandes partidos mostraron sus querencias. El diputado de CiU Josep Rull cit¨® a Mahatma Gandhi: el grado de civilizaci¨®n de un pueblo, dijo, se mide por c¨®mo trata a sus animales. El socialista David P¨¦rez, reconocido taurino, pidi¨® respeto por las minor¨ªas taurinas de Catalu?a.
Pero no todo estaba tan claro. En las comarcas del Ebro existe una gran tradici¨®n de fiestas en las que el toro es protagonista, conocidas como correbous; encierros en los que el animal es m¨¢s o menos maltratado seg¨²n el lugar, la tradici¨®n -al bou embolat se le ponen bolas de fuego en los cuernos- o las ocurrencias de los j¨®venes durante las fiestas. Prohibirlos pod¨ªa tener un coste pol¨ªtico muy alto, por lo que los partidos se apresuraron a tranquilizar a sus bases en estos lugares prometi¨¦ndoles blindar los correbous con una ley espec¨ªfica. El argumento es que a estos toros locales no se les da muerte, lo que las hace aceptables. Pragm¨¢ticos, los impulsores de la ILP aceptaron la regulaci¨®n de los correbous, pese a calificarlos de "salvajada", en palabras de Anselmi, que considera que no basta con limitar algunos de los comportamientos m¨¢s abusivos de estos festejos. La norma, para m¨¢s inri, iba a ser votada este mi¨¦rcoles junto a la ILP, lo que acentuaba el cinismo del arreglo, pero no lo ser¨¢ hasta el final de legislatura porque el PP la impugn¨® ante el Consejo de Garant¨ªas Estatutarias, el ¨®rgano consultivo catal¨¢n.
La discusi¨®n parlamentaria ha sido ejemplar. En el hemiciclo se han o¨ªdo las razones de unos y otros, con el mayor respeto. Ha habido de todo: cient¨ªficos como Jorge Wagensberg, que empu?¨® un afilado estoque ante los diputados, y el et¨®logo Jordi Casamitjana, que sentenci¨®: "Desde un punto de vista ecol¨®gico y zool¨®gico, el toro de lidia sufre individualmente y socialmente". Otros cient¨ªficos como Jaume Josa defend¨ªan la fiesta. Pasaron toreros y apoderados, y m¨¢s de un fil¨®sofo. Jes¨²s Moster¨ªn hizo un brillante alegato antitaurino, mientras que el franc¨¦s Francis Wolff negaba que la barbarie forme parte de la tauromaquia. Con Wolff, todo hay que decirlo, lleg¨® el apoyo de un nutrido grupo de alcaldes de poblaciones francesas donde se celebran corridas, que en Francia viven un auge extraordinario.
En el bando taurino primaron la descripci¨®n de la emoci¨®n y la elevaci¨®n del toro de lidia a t¨®tem cultural. Impecable Salvador Boix, apoderado Jos¨¦ Tom¨¢s, y tambi¨¦n el diestro Luis Francisco Espl¨¢, que compar¨® el toreo con la ¨®pera. "Las comparecencias dejaron claro las posiciones de unos y de otros, la razonabilidad de unos y la verg¨¹enza de los argumentos de otros", asegura Luis Corrales coordinador de la Plataforma por la Difusi¨®n y la Promoci¨®n de la Fiesta.
Por su parte, Anselmi, el promotor de la iniciativa, consider¨® que "el debate de las comparecencias lo ganamos por alto. Fue exquisito, y aprendimos mucho del mundo del toro, de zoolog¨ªa, de ciencia, de filosof¨ªa, y de antropolog¨ªa".
El ¨²ltimo giro del PSC, que finalmente dar¨¢ libertad de voto, deja la votaci¨®n m¨¢s abierta que nunca, con 85 votos en el aire que decantar¨¢n la votaci¨®n. Ambos sectores son optimistas. "Mucho se tiene que torcer para que perdamos la votaci¨®n", conf¨ªa Anselmi; Corrales es menos optimista: "Cont¨¢bamos con el voto en bloque del PSC. Pero hay que intentarlo. Los apoyos no son menos que antes", asegura.
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