Los viejos leones nunca mueren
Un p¨²blico fiel disfruta en el Festival de San Sebasti¨¢n con los predecibles George Benson y Archie Shepp
Lleva medio siglo en el candelabro. Y lo que le queda. A sus buenos 67 a?os, George Benson parece conservado en formol. Un figur¨ªn con aspecto de playboy de otros tiempos. Tampoco su m¨²sica ha cambiado gran cosa. 24 a?os despu¨¦s de su anterior actuaci¨®n en San Sebasti¨¢n, todo sigue igual: justo lo que sus fans esperaban de ¨¦l.
Hace a?os que Benson abandon¨® la idea de convertirse en m¨²sico de jazz para abonarse al bastante m¨¢s lucrativo negocio del crossover y eso es algo que muchos, a¨²n, no le perdonan. Escuch¨¢ndole en su recital donostiarra a teatro lleno, uno no puede sino descubrirse ante quien es capaz de poner al auditorio en pie sin hacer nada que no se le haya escuchado en mil ocasiones con anterioridad. Cuenta con un p¨²blico fiel, lo que explica que nadie pidiera a voces la devoluci¨®n del importe de la entrada, tras la insufrible primera parte dedicada a las canciones de su nuevo disco de baladas. Un verdadero tormento.
Luego vino el 'blues' y todo fue felicidad, alegr¨ªa y vasos de cerveza volando
Menos mal que quedaba la segunda, con su correspondiente raci¨®n de saludable funky y rhythm and blues. Y el bis. Fue sonar los primeros compases de On Broadway y aquello, literalmente, se vino abajo. Pocas veces se ha visto un p¨²blico tan entregado a un artista, y viceversa. Como si la edad no fuera con ¨¦l, el veterano instrumentista movi¨® la pelvis con gracia y donaire, estrech¨® la mano de quienes se arrimaron al escenario a tal efecto, incluso pos¨® para los incontables tel¨¦fonos m¨®viles y c¨¢maras fotogr¨¢ficas.
Lo de la noche fue otra cosa. La ¨²ltima noche de jazz al aire libre en la plaza de la Trinidad se sald¨® con un primer recital a cargo de los neoyorquinos Claudia Quintet, ejemplo pintiparado de la ola de modernidad bladinbl¨² que nos invade, y el ansiado regreso a la capital vasca del saxofonista, cantante, poeta, escritor y activista Archie Shepp con su cuarteto y la cantante Mina Agossi a modo de invitada especial. Setenta y tres a?os el primero; 38 la segunda. Pero el jazz no conoce de diferencias de edad. No puede decirse que el de Shepp fuera el mejor concierto de jazz al que hemos asistido nunca. Tampoco el peor. El septuagenario ex enfant terrible del jazz lleva varias d¨¦cadas reinterpretando la tradici¨®n del g¨¦nero a su estilo pintoresco y atropellado. Como Benson, su mensaje apenas ha cambiado en las varias d¨¦cadas que lleva residiendo en Par¨ªs. En su recital donostiarra, comenz¨® recordando al muy olvidado pianista Elmo Hope, sigui¨® por Duke Ellington -Don't get around much anymore- y deriv¨® en la inevitable Mama Rose, rebautizada por su autor como Revolution. A la Agossi se la vio poco. Apenas cuatro o cinco interpretaciones de temas de Monk, no lo m¨¢s conocidos, que acaso no cuadraban a las facultades de la cantante, demasiado contenida en su papel de "diva" al antiguo uso. Luego vino el blues y ah¨ª, s¨ª, todo fue felicidad, alegr¨ªa y vasos de cerveza volando por encima de las cabezas de los espectadores. Encima no llovi¨®, que ya era hora...

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