Secretos a voces
Si quieres que algo no se sepa, no lo cuentes. Si quieres propagar algo r¨¢pido, di que es un secreto. Son m¨¢ximas que han funcionado en el mundo de la comunicaci¨®n oral, pero que tambi¨¦n valen para las nuevas herramientas de comunicaci¨®n. Si quieres que algo no se sepa, no lo digas en Internet. No es algo que se nos ocurra aqu¨ª y ahora, no; esto mismo lo dijeron Eric Schmidt, mandam¨¢s de Google, y Mark Zuckerberg, inventor de Facebook. Y se quedaron tan panchos.
Ron Bowles, un experto en seguridad, ha recolectado datos de 100 millones de perfiles de Facebook en los que no se hab¨ªan configurado los filtros de seguridad. Con ello, Bowles ha querido demostrar los problemas de privacidad de Facebook.
Los fallos en las redes sociales se repiten con m¨¢s frecuencia de la deseada, quiz¨¢s porque la privacidad no ha sido su primer objetivo, muy al contrario, es uno de los ¨²ltimos, en su af¨¢n por captar audiencia. Si la gente no cuenta sus cosas, ?para qu¨¦ va a entrar en una red social? Es cierto, pero tal premisa no puede justificar la inseguridad constante y hasta la impunidad, de quien entra en estas cuentas y de quien facilita las entradas.
Los directivos de estas gigantescas compa?¨ªas (Facebook, con sus 500 millones de cuentas, ser¨ªa el tercer pa¨ªs del planeta) parece que dan por inevitable que se roben o se suplanten cuentas o identidades de su clientela. Seguramente clamar¨ªamos al cielo si el director general de Correos, por ejemplo, aconsejara, tras el robo de unas sacas, que la gente no escriba cosas comprometidas en sus cartas; o al responsable de equipajes de un aeropuerto, que los viajeros no metan cosas de valor en sus maletas o, mejor a¨²n, que no env¨ªen maletas ni cartas.
Al contrario, lo que se hace en esos casos es buscar a los culpables del robo, rastrear el fallo y remediarlo. Facebook, Twitter (a Barack Obama le asaltaron su cuenta para ofrecer viajes gratis), Google y todos estos grandes de Internet deben situar en lugar preferente la seguridad de sus clientes, y olvidarse, por unos d¨ªas, de establecer otros r¨¦cords; de momento, el que tienen es el de la inseguridad.
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