Leyes sin alma
Leo en el peri¨®dico argentino Clar¨ªn dos historias semejantes por los terribles y por su falta de humanidad. Hace unos d¨ªas dos ancianas argentinas, una de 88 a?os, Ada, y otra de 72 a?os, Luisa, hicieron sus maletas y realizaron un viaje de m¨¢s de 10 horas para ver a sus hijos y nietos residentes en Espa?a.
En Barajas fueron detenidas, encerradas en una habitaci¨®n y, finalmente, devueltas a Argentina. A Ada le dijeron que no pod¨ªa entrar en Espa?a porque no tra¨ªa dinero suficiente (llevaba 3.000 euros y tarjetas de cr¨¦dito) y no ten¨ªa hotel reservado. Ada explic¨® que iba a casa de su hijo, a ver a sus nietos. Le contestaron que necesitaba carta de invitaci¨®n. Ada no se explica todav¨ªa que necesite que su hijo la invite por carta. Fue expulsada de Espa?a y devuelta a Argentina. Dice Ada que fue maltratada, "como si fuera una delincuente". Luisa tambi¨¦n ven¨ªa a ver a sus hijos y nietos. Tra¨ªa carta de invitaci¨®n, pero le dijeron que era un fax y no serv¨ªa. Sus sue?os de ver a sus nietos quedaron en una fr¨ªa oficina de Barajas.
Pienso en la angustia de estas mujeres, que no son las ¨²nicas sudacas expulsadas de Espa?a. Pienso en los cientos de miles de espa?oles que encontraron acogida y consuelo en toda Latinoam¨¦rica, cuando el hambre y la guerra les oblig¨® a abandonar Espa?a. Pienso en Pedro Garf¨ªas, en Juan Ram¨®n Jim¨¦nez, en Luis Cernuda... en los cientos de miles de espa?oles que encontraron otros brazos en los que guarecerse. Y pienso en los hombres que hacen leyes sin alma y en los hombres sin alma que se muestran inflexibles al aplicar esas leyes.
No s¨¦ qu¨¦ temen quienes hicieron esas normas y quienes las cumplen a rajatabla. ?Temen que las dos ancianas quitaran el trabajo a otras ancianas espa?olas? ?Temen que se aprovechen de nuestros servicios sociales? ?Temen que puedan cometer alg¨²n terrible delito? He estado varias veces en Argentina. Me he sentido querido, tratado con cari?o. Me he sentido en casa. Hoy me siento argentino, chileno, uruguayo. No s¨¦ c¨®mo pedirles perd¨®n. Hoy me siento avergonzado de ser espa?ol.
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