'Los hombres han aprendido a mirarse en el espejo, pero no a mirarse'
En los d¨ªas anteriores a entrevistarle, hombres y mujeres especializados en psicolog¨ªa, sociolog¨ªa y trabajo social, mujeres y hombres involucrados en la lucha por la igualdad y contra la violencia de g¨¦nero, me hablaron maravillas de este hombre, que lleva toda la d¨¦cada dando la cara en un tema que levanta tanta sensibilidades; maravillas de su talante, de sus conocimientos y de su capacidad para acotar el problema y explicarlo. Algo muy distinto de las descalificaciones contra ¨¦l vertidas en campa?as sin piedad, por ejemplo en la Red. Est¨¢ claro que Miguel Lorente Acosta levanta pasiones, en buena medida por el cargo que ocupa.
En lo que llevamos de a?o, 38 mujeres han muerto a manos de sus compa?eros o ex compa?eros por violencia de g¨¦nero en Espa?a (la entrevista se hizo el 14 de julio; al cierre de esta revista, el n¨²mero ya era de 41 mujeres). ?Una cifra preocupante que muestra un repunte en las agresiones machistas?
"Matar no es f¨¢cil, pero preferimos explicaciones que no inquieten"
"No me gusta hablar de machismo, sino de problemas de patr¨®n cultural"
Perder vidas siempre es preocupante. Respecto al a?o pasado hay 11 casos m¨¢s en ese tiempo. Pero no basta la comparaci¨®n con solo un a?o. Desde que hay un seguimiento estad¨ªstico fiable, desde 2003, la media de v¨ªctimas mortales en ese periodo es 35, este a?o han sido 38. Eso ya lo matiza un poco m¨¢s. Es un incremento relativo. En 2009, por ejemplo, hubo una acumulaci¨®n de casos en la tercera semana de julio. En cualquier caso, m¨¢s all¨¢ de los n¨²meros, mientras haya hombres que sigan entendiendo la relaci¨®n de pareja como una relaci¨®n de dominio, de control, de poder, estamos ante algo preocupante.
En la primera semana de julio se concentraron cinco muertes. ?Hay un incremento de estas agresiones en verano?
El calor puede ser uno m¨¢s de los factores estresantes ante conflictos que acent¨²e la agresividad, la irascibilidad. Pero m¨¢s que el calor, lo que influye es el aumentode la convivencia. La rutina resuelve muchos conflictos por la propia din¨¢mica. Adem¨¢s, desde el punto de vista emocional tambi¨¦n hay una percepci¨®n de fin de curso; de que eso se resuelve antes del verano o que no se va a resolver. Eso influye en el uso de la violencia.
Miguel Lorente es m¨¦dico forense; por oficio, est¨¢ acostumbrado a ser muy anal¨ªtico. As¨ª que sus contestaciones est¨¢n tan llenas de frases subordinadas y explicaciones, que a la fuerza hay que condensarle, a costa de perder alg¨²n gramo de exactitud. Sucede con la explicaci¨®n de la violencia en verano; no se queda a gusto y la sigue desarrollando:
"No olvidemos nunca que estas conductas nacen de una premeditaci¨®n. Cuando analizas cada caso, ves que se han ido tomando muchas decisiones encaminadas a cometer el homicidio. No es algo fruto de un ataque repentino. Matar no es f¨¢cil; hay una planificaci¨®n. Lo que sucede es que la sociedad intenta explicarse lo inexplicable. Si buscas el sentido a esos cr¨ªmenes en la desigualdad, el dominio, el patriarcado, el sometimiento de la mujer, eso te remueve por dentro y piensas: jol¨ªn, entonces yo debo adoptar alguna acci¨®n para evitar que esto siga ocurriendo. Es m¨¢s f¨¢cil recurrir a los elementos que tu propia cultura te ha dado para resolver ese conflicto. Decir que en el episodio incidieron el alcohol, las drogas, un nivel cultural bajo, que eran inmigrantes... Ese tipo de justificaciones las sigue dando el 60%-70% de la poblaci¨®n espa?ola. Antes era el 90%. Se sigue utilizando ese recurso de manera natural para dar una explicaci¨®n que no nos genere demasiada inquietud".
Recurrimos a ese recurso de buscar explicaciones que no nos perturben demasiado. De ah¨ª el choque emocional, la incomodidad que provoca el t¨ªtulo de uno de sus libros: 'Mi marido me pega lo normal'.
S¨ª. Esa frase es real, e incluso frecuente. Y yo la escuch¨¦ seguida de esta otra: "Pero esta vez se ha pasado y quiero denunciarlo".
?Somos m¨¢s machistas en Espa?a que en otros pa¨ªses europeos?
No. Lo que pasa es que somos el ¨²nico pa¨ªs de Europa que conoce realmente la violencia de g¨¦nero y la situaci¨®n social vinculada al machismo. Durante la presidencia espa?ola de la UE me he reunido con mis hom¨®logos de los otros 26 pa¨ªses, y he comprobado que no saben realmente cu¨¢ntas mujeres se les mueren por violencia de g¨¦nero. Algunos tienen cosas interesantes, pero en el conocimiento integral, global, de acercarnos a la violencia de g¨¦nero que parte de un contexto social y cultural, en eso estamos los primeros. Ir a las ra¨ªces, ir al origen, es una apuesta muy compleja, que levanta muchas resistencias. A menudo digo que no me gusta hablar de machismo, porque puede dar la sensaci¨®n de que es el problema de unos pocos que act¨²an en exceso, y no es eso; prefiero hablar de un problema de patriarcado, de un patr¨®n cultural y social basado en la desigualdad.
?Las nuevas generaciones est¨¢n cambiando?
Hemos hecho un estudio con adolescentes, y un 13% de las chicas todav¨ªa ve normales las conductas de control, de insulto, de humillaci¨®n, incluso las agresiones leves o coacciones; por ejemplo, limitar el contacto con las amigas. Hay cierta normalidad en el recurso a la violencia. Si se pregunta a los chicos de 16 a 18 a?os si ven correcto responder con violencia al intento de quitarles algo que consideran suyo, el 23% contesta que s¨ª. El 33% de los chicos y el 26% de las chicas asocian celos con amor. Todav¨ªa el 10% de los chicos y el 7% de las chicas dicen que el hombre que parece agresivo es m¨¢s atractivo.
Vuelve a diseccionar la pieza. No se queda tranquilo. Y sigue hablando, r¨¢pido, pero con precisi¨®n, con inflexiones pedag¨®gicas, encadenando argumentos:
"Es como esa otra frase que tambi¨¦n he escuchado: 'Mi marido nunca me ha pegado, pero es que tampoco le he dado motivos'. As¨ª es como se asumen roles, funciones... A la mujer le sigue dando valor ser buena madre, ser buena esposa, ser buena ama de casa, aunque luego tambi¨¦n trabaje. Si una mujer es una buena profesional, pero descuida a sus hijos, dir¨¢n: s¨ª, s¨ª, es muy buena m¨¦dica, muy buena pol¨ªtica, pero, f¨ªjate, sus hijos han estado en colegios internos; ha fallado en lo esencial. Al padre no se le pide eso. Si la mujer asume ese rol y asume que hay una especie de controlador dom¨¦stico, para decir s¨ª o no, para corregir, si est¨¢ sometida, podr¨ªamos pensar que ya no hay necesidad de recurrir a la violencia. Pues incluso as¨ª puede aparecer la violencia. Porque cuanto m¨¢s injusto es el mandar, m¨¢s sensaci¨®n de poder te da. Mandar lo que es correcto no da sensaci¨®n de poder, pero mandar una cosa injusta da mucha".
?C¨®mo ve la animadversi¨®n que levanta el Ministerio de Igualdad en diversos sectores? ?Les ha sorprendido?, ?se lo esperaban?
M¨¢s que la resistencia, lo que sorprende es que se haya elevadoa un frente medi¨¢tico y pol¨ªtico. Que haya gente que est¨¦ en contra de la igualdad porque no es consciente de que hay desigualdad puede sorprender. Pero lo realmente preocupante es que hagan de esa situaci¨®n un elemento cr¨ªtico de ataque o de banalizaci¨®n hacia este ministerio. Te das cuenta de que eso no nace de una reflexi¨®n racional, sino de un rechazo hacia algo que genera incomodidad porque es un ataque a posiciones dominantes.
Ya, pero cuando dice que criticar la Ley de Violencia de G¨¦nero puede contribuir a que haya m¨¢s v¨ªctimas, ?no es una defensa demasiado demag¨®gica?
Claro que las leyes pueden ser criticadas si no se comparten, pero la argumentaci¨®n ha de basarse en elementos objetivos. Pero si dices que la Ley Integral de Violencia de G¨¦nero produce m¨¢s v¨ªctimas porque act¨²a contra los hombres, sin m¨¢s argumentos, eso en el fondo s¨ª sirve para que muchos hombres se sientan atacados. Es lo mismo que cuando un hombre trata de justificar su comportamiento violento diciendo: "Es que mi mujer se empe?a en llevarme la contraria". Sienten que van contra ellos, que todo este planteamiento es algo que est¨¢ solo en manos de unas cuantas mujeres, las feministas... Y puede que el hombre violento, el que est¨¢ pensando en llevar a cabo una agresi¨®n contra su mujer, cuando ve que hay elementos que refuerzan su posici¨®n, se sienta m¨¢s seguro.
?Tambi¨¦n puede influir el creciente debate sobre las denuncias falsas presentadas por las mujeres para supuestamente conseguir ventajas ante un divorcio?
No son elementos decisivos, pero s¨ª factores que interact¨²an. Son elementos que refuerzan o cuestionan las posiciones del hombre que se siente dominante. Decir que hay muchas denuncias falsas es un argumento que ha empezado este a?o con mucha fuerza y seguimiento medi¨¢tico, incluso por parte de jueces y representantes institucionales, no por casualidad, sino de forma orquestada, contra la ley. Como se les vino abajo el argumento de que, desde la creaci¨®n del Ministerio de Igualdad y la promulgaci¨®n de la Ley de Violencia de G¨¦nero, cada vez se mataba m¨¢s, que la ley y el ministerio no serv¨ªan para nada, ahora atacan por otro lado. Cuando se dice que hay un aluvi¨®n de denuncias falsas, est¨¢n cuestionando la credibilidad de la mujer.
Ahora estamos en unas 32.000 denuncias por violencia de g¨¦nero al trimestre, en torno a un 10% menos que en los dos a?os anteriores. Adem¨¢s, entre las v¨ªctimas mortales de este a?o, el 85% no hab¨ªa denunciado...
S¨ª. Las denuncias han ca¨ªdo, a pesar de las campa?as. Cuando t¨² le dices a la mujer que hay mucha denuncia falsa, la mujer, que ya de por s¨ª tiene dudas, se retrae.
Porque la mujer sometida durante largo tiempo a maltrato psicol¨®gico o/y f¨ªsico tiene la autoestima por los suelos, a menudo se llega a creer que se merece lo que le pasa. Incluso crea lazos de dependencia respecto a ese hombre. Le he o¨ªdo hablar a usted del 'efecto bons¨¢i'. ?Nos explica en qu¨¦ consiste?
Un bons¨¢i no es un ¨¢rbol que no crezca, sino un ¨¢rbol al que se le impide crecer, al que se le van cortando ramas y ra¨ªces para que no se desarrolle. Es lo que hace el maltratador. Cuando su pareja intenta crecer como persona, ¨¦l se encarga de podar eso, pero al mismo tiempo da las justas dosis de cari?o para que no muera. La propia mujer se nota impotente, pero como recibe lo que necesita para seguir viviendo, crea una relaci¨®n de dependencia. Depende de la misma persona que la anula. Y llega a creer que sin ¨¦l no va a poder vivir. Para poder desarrollarse, para poder crecer, necesita un proceso de adaptaci¨®n. Como el bons¨¢i; si lo sacamos de su m¨ªnima maceta y lo plantamos en el jard¨ªn, se muere, porque ni siquiera tiene ra¨ªces para profundizar buscando agua en el suelo.
?Hay un perfil-tipo del agresor?
Yo siempre digo que todos los agresores responden a tres caracter¨ªsticas: es hombre, var¨®n y del sexo masculino. Su referencia cultural est¨¢ basada en la imposici¨®n, en "porque lo digo yo" y "aqu¨ª hay que poner orden". Hay comportamientos en los que coinciden, pero no se puede establecer un retrato-robot. Entre los que han acabado con la vida de su pareja, pr¨¢cticamente todos o se suicidan o se entregan. Los que se suicidan suelen ser personas integradas en la sociedad, se llevan bien con el entorno y no quieren ser juzgados, huyen de ser cuestionados por ese entorno. Los que se entregan, sin embargo, est¨¢n menos integrados y no temen ese rechazo, incluso creen que lo que han hecho les da mayor integridad como hombres.
Sigamos con las estad¨ªsticas de este a?o. El 37% de las v¨ªctimas eran inmigrantes, frente al 10% de porcentaje en la poblaci¨®n total. ?Puede esto dar argumentos a algunos espa?oles para decir: nosotros lo hacemos cada vez mejor, este problema no va con nosotros?
La violencia hay que entenderla contra las mujeres, da igual que sean inmigrantes... Es como una enfermedad epid¨¦mica. El tratamiento debe ser global. Respecto a la poblaci¨®n inmigrante, hay un factor interesante a analizar. Proceden de sociedades con un entramado cultural de mayor intensidad machista, con roles m¨¢s definidos y obligados. En Espa?a sesuele producir lo que se llama una velocidad de integraci¨®n asim¨¦trica; las mujeres se suelen integrar antes que los hombres, porque establecen m¨¢s redes sociales, basadas en el afecto, la confianza, el intercambio; el hombre suele tener relaciones m¨¢s superficiales. As¨ª, la mujer puede cuestionar m¨¢s r¨¢pidamente las conductas impuestas por la cultura de origen. Eso ellos lo viven como una agresi¨®n y refuerza su posici¨®n de que deben hacer algo para mantener su rol dominante.
Adem¨¢s, casi la mitad de las mujeres asesinadas eran mayores de 50.
Es un sector de poblaci¨®n al que nos resulta m¨¢s dif¨ªcil llegar. Adem¨¢s, tienen muy interiorizada su idea de lo que es una pareja. Un hombre de 60 a?os no suele estar dispuesto a que su mujer lo deje.
Miguel, ?c¨®mo sale un hombre as¨ª, como usted, habiendo nacido en 1962 en Ser¨®n, un pueblo de Almer¨ªa? ?C¨®mo era su entorno familiar cuando usted era ni?o?
Mis padres siempre se han comportado de una forma muy abierta, intentando dejarnos mucho espacio. Somos cuatro, tres chicos y una chica. Mi padre, m¨¦dico de pueblo, siempre ha sido bastante tradicional. Un se?or no violento, pero que responde totalmente a la figura del padre de familia que tiene la ¨²ltima palabra. Mi madre s¨ª era m¨¢s de darnos libertad, de que asumi¨¦ramos nosotros responsabilidades.
?De peque?o ya era usted as¨ª?
[Risas]. La primera sensaci¨®n o idea de igualdad que yo tengo fue en la primera comuni¨®n, con siete a?os. El cura nos dijo que despu¨¦s de comulgar ten¨ªamos que ir a nuestro sitio, arrodillarnos y rezarle un padrenuestro al Se?or. Y yo pregunt¨¦: "Bueno, ?y por qu¨¦ no rezarle tambi¨¦n un avemar¨ªa a la Virgen?". Que no, ni?o, c¨¢llate ya... Que vas a tu sitio y le rezas un padrenuestro al Se?or...". Y yo me dije: "Bueno, pues yo tambi¨¦n le voy a rezar un avemar¨ªa a la Virgen.
?Recuerda alguna otra experiencia que le marcara en su concienciaci¨®n contra la desigualdad?
Yo siempre cuestion¨¦ lo que era el comportamiento chico/chica en el pueblo. Estuve interno cuatro a?os en los Maristas y luego fui a Olula del R¨ªo (Almer¨ªa), donde viv¨ªan mis padres, ya para ir al instituto, con 14 o 15 a?os. Tras cuatro a?os de internado, yo no sab¨ªa muy bien c¨®mo iba el trato con las chicas... Y recuerdo que mis amigos me dec¨ªan c¨®mo ligar en la discoteca, que al bailar en las lentas hab¨ªa que bajar la mano por la espalda. Era todo un protocolo. Me contaban: Ella te dir¨¢: vamos a tomar algo. T¨² te vas a tomar algo. Y luego tienes que decir: vamos a bailar otra vez. Y si te dice que s¨ª, ya tienes que ir a por todas, porque ella ya sabe a lo que va". Y yo dec¨ªa: "Qu¨¦ tonter¨ªa, igual lo que quiere es seguir bailando y ya est¨¢. Y ellos me dec¨ªan: "No, no, no. En ese sentido, he visto que muchas cosas yo no las compart¨ªa.
?A su mujer la conoci¨® as¨ª, bajando la mano por la espalda en una discoteca?
No, no. Fue estudiando Medicina. Ella es de Ja¨¦n. Los tres hermanos est¨¢bamos estudiando Medicina en Granada. Y mi mujer se alojaba en una residencia de monjas en el mismo edificio donde mis padres ten¨ªan el piso y nos qued¨¢bamos los tres hermanos.
Ahora ella sigue viviendo en Ja¨¦n... Y sus dos hijos, tambi¨¦n. Le pueden decir que as¨ª, en la distancia, es f¨¢cil no tener roces con la pareja...
No hay conflicto porque hay decisi¨®n mutua de hacer lo que estoy haciendo. Yo siempre he comentado que yo no podr¨ªa ser director general de Obras P¨²blicas. Esto lo hago porque creo en ello, para contribuir a un proceso social con el que podemos avanzar hacia una sociedad mejor, que es la que conocer¨¢n mis hijos.
Se ha ganado un grupo grande de enemigos a costa del SAP, el llamado s¨ªndrome de alienaci¨®n parental. Les llaman, incluyendo a la ministra de Igualdad, Bibiana A¨ªdo, y a usted, las 'femilistas'.
El SAP parte de un neomito que fuerza la idea de que las mujeres son manipuladoras. Vuelve a salir el posmachismo. Para mantener la posici¨®n dominante que ven amenazada ante las separaciones, muchos hombres, que no pueden soportar verse lejos de lo que consideran exclusivamente su casa, lo sienten como un ataque a su posici¨®n y empiezan a elaborar argumentos, a identificar problemas. Y uno de ellos es el SAP, que nace en EE UU y aqu¨ª llega con mucha fuerza. El SAP supuestamente se?ala a la mujer que manipula a los ni?os para que no quieran ver al padre. Pero eso es sencillamente imposible; si el padre ha sido un buen padre, quitarle a un ni?o su sentimiento hacia ese buen padre, hacerle pensar de forma distinta a lo que siente por indicaci¨®n de la madre es imposible. Cient¨ªficamente eso no existe.Con lo cual, yo creo que no se pueden tomar decisiones judiciales a partir de algo que cient¨ªficamente no est¨¢ demostrado. Pero ya hay sentencias en contra de las madres por el SAP. Y el SAP es perverso. Porque sirve para explicar cualquier cosa con los ni?os, diciendo que tienen SAP. Y se les obliga a terapias compulsivas, se les trata a la fuerza, porque, si no, incluso le pueden quitar la custodia a la madre. Y se est¨¢n cometiendo aut¨¦nticas barbaridades. Hay bastantes sentencias, y est¨¢n haciendo mucho da?o. Hay un caso en Andaluc¨ªa de una madre, v¨ªctima de violencia, en el que ¨¦l es condenado por maltrato, se fija un r¨¦gimen de visitas, surge un problema en los puntos de encuentro, y al final la culpa es de la madre, sale el SAP y el juez le quita la custodia y se la da al padre. Es perverso. Que una madre desobedezca al juez y no lleve al ni?o al punto de encuentro es suficiente para que el ni?o deje de ver a la madre; en cambio, que un padre maltrate a una madre no es ser un mal padre. Desobedecer al juez es m¨¢s grave que pegarle a la madre. Ese es el mensaje que se env¨ªa a la sociedad.
Usted ha dicho que la custodia compartida es m¨¢s id¨ªlica que id¨®nea.
La custodia compartida implica que los progenitores, padre y madre, se ponen de acuerdo en todo. Tienes que tomar decisiones consensuadas, habladas. Pero si eso es impuesto, ?a qui¨¦n va a beneficiar? Estoy a favor siempre que haya consenso, voluntad y condiciones; pero no por razones econ¨®micas, que es lo que hay a menudo detr¨¢s. Dicen: esto es la igualdad de verdad. Pero, vamos a ver, si uno no ha ejercido la paternidad responsable durante la fase en que han estado conviviendo, no puede reivindicarla en nombre de la igualdad cuando llega la separaci¨®n. Los hombres han aprendido a mirarse al espejo, pero no a mirarse; necesitan dar un paso m¨¢s.
Y usted se ha convertido en una bestia negra para machistas y posmachistas...
Les molesta mucho que se den argumentos serios y coherentes. Estaban acostumbrados a usar la descalificaci¨®n de esto es un asunto de cuatro mujeres, de cuatro feministas. El hecho de que haya hombres, que yo sea hombre, les molesta a¨²n m¨¢s. Por eso a m¨ª me tienen esa especial animadversi¨®n.
Trabaj¨® en el FBI en los a?os noventa. ?Qu¨¦ hac¨ªa all¨ª?
Era una especie de beca de investigaci¨®n. En la parte forense. All¨ª desarroll¨¦ cosas muy interesantes. Y ah¨ª fue cuando entr¨¦ en contacto con toda la investigaci¨®n de la S¨¢bana Santa.
En sus libros 42 d¨ªas y El predicador, Lorente Acosta desarrolla una teor¨ªa interesante sobre la vida de Jesucristo. Pero al pedirle que la explique, vuelve a?salir, ahora m¨¢s que nunca, el m¨¦dico?forense. La contestaci¨®n se alarga durante 20 minutos en un encaje de explicaciones casi imposible de interrumpir. Y de reproducir aqu¨ª por escrito. Comienza as¨ª: "Al estudiar la imagen de la S¨¢bana Santa, el forense ve cosas que no ve un historiador o un qu¨ªmico. Yo detect¨¦ signos incompatibles con que esa persona estuviera muerta y compatibles con que estuviera viva, lo que refuerza la hip¨®tesis de que la persona que fue envuelta por la S¨¢bana Santa estaba viva. Era una situaci¨®n de muerte aparente".
Luego lo que viene a contar es que Jes¨²s sali¨® de ese coma y sigui¨® viviendo en Galilea, con las manos paralizadas, con secuelas evidentes por la crucifixi¨®n, sin poder andar, oculto, en secreto, pero organizando e influyendo decisivamente en el movimiento de los primeros cristianos...
?Qu¨¦ opina del uso del 'burka' por las mujeres isl¨¢micas en los pa¨ªses europeos?, ?se debe regular?
El burka es contrario a la dignidad de la mujer, pero la forma de hacerlo desaparecer no es prohibi¨¦ndolo. Si una persona est¨¢ vinculada al uso de una prenda que atenta contra su dignidad, tenemos que hacerle ver que eso atenta contra su dignidad ytenemos que modificarlo. Hemos de hacer una reflexi¨®n m¨¢s profunda y evitar que haya un debate superficial.
Efecto llamada, efecto imitaci¨®n. ?C¨®mo lo estamos haciendo los medios de comunicaci¨®n, c¨®mo estamos informando sobre los casos m¨¢s graves de maltrato a las mujeres?
La violencia de g¨¦nero ha existido gracias a su invisibilidad. La informaci¨®n es b¨¢sica para romper con esas pautas y esos siglos de comportamiento. Pero estamos detectando hace a?os que hay acumulaci¨®n de casos a partir de uno. Por un efecto de repetici¨®n. En violencia de g¨¦nero se ha diagnosticado que la informaci¨®n que se est¨¢ dando no es del todo la m¨¢s adecuada, porque se entra mucho en los detalles, lo anecd¨®tico, lo morboso, en aquello que tiende a justificar. Todo eso, adem¨¢s de generar conciencia cr¨ªtica, llega tambi¨¦n a los maltratadores. Tenemos que mejorar y alcanzar un consenso sobre c¨®mo dar esa informaci¨®n, y evitar al m¨¢ximo ese efecto de paso a la acci¨®n.
Diseccionador de la violencia
Miguel Lorente Acosta (as¨ª, con los dos apellidos, porque le gusta reivindicar a su madre) naci¨® en octubre de 1962 en Ser¨®n (Almer¨ªa). Su padre era m¨¦dico rural, as¨ª que pas¨® su infancia y adolescencia en diversas localidades, siguiendo los destinos del padre. Est¨¢ casado y tiene dos hijos, de 15 y nueve a?os. En la fotograf¨ªa, durante un viaje a Egipto en 1984.
En abril de 2008 fue nombrado delegado del Gobierno para la Violencia de G¨¦nero, adscrito al Ministerio de Igualdad. Ven¨ªa de la Direcci¨®n General de Asistencia Jur¨ªdica a V¨ªctimas de Violencia de Andaluc¨ªa.
Entre sus sesenta publicaciones destacan Mi marido me pega lo normal, El rompecabezas. Anatom¨ªa del maltratador y Los nuevos hombres nuevos, sobre violencia de g¨¦nero, desigualdad y el patr¨®n patriarcal de la sociedad. Sobre Jesucristo y sus investigaciones de la S¨¢bana Santa tratan 42 d¨ªas y La mano del predicador.
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