La magia se llama Nars
Va vestido con un impecable traje negro a juego con su camisa. Luce un perfecto cutis p¨¢lido y mate. El tono de la montura de concha de sus grandes gafas cuadradas hace juego con su barba y su cabellera caoba. El reverenciado maquillador y fot¨®grafo franc¨¦s Fran?ois Nars no parece un maldito, ni un vampiro: el negro simplemente aporta un aire sofisticado a su escaso metro sesenta de estatura y constituci¨®n ancha. La edad es un secreto que guarda casi con el mismo celo que el de las f¨®rmulas de su l¨ªnea de cosm¨¦ticos. Curiosamente, desde que llegaron por primera vez a una tienda hace 16 a?os, sus pintalabios tambi¨¦n est¨¢n envueltos en negro. Aquellas barras sacaron a Nars al ¨¢mbito comercial, una edici¨®n de 12 tonos con sugerentes nombres como Jungle Red -inspirado en la cl¨¢sica pel¨ªcula de Howard Hawks
"El sue?o de todo maquillador es tener su propia l¨ªnea y saber que en cada rinc¨®n hay mujeres que lo usan"
Mujeres- que solo se vend¨ªan en los almacenes Barneys. Despu¨¦s lleg¨® el colorete Orgasm, el ¨¦xito comercial a gran escala y la ampliaci¨®n de su l¨ªnea hacia otros productos innovadores como Multiple -una barra multiusos sin aceites que puede usarse como sombra, carm¨ªn y colorete- "el fast food del maquillaje", en palabras del visionario franc¨¦s, que lleva m¨¢s de una d¨¦cada revolucionando el tocador y varias m¨¢s creando escuela a golpe de pincel y polvera.
Las limitaciones del presupuesto de la primera campa?a de publicidad fue lo que le llev¨® a ponerse detr¨¢s de una c¨¢mara. En 1999 reuni¨® algunas de sus im¨¢genes m¨¢s ic¨®nicas en X-Ray, donde mezcl¨® los rostros de Paloma Picasso o Catherine Deneuve con punkis o con mujeres de la alta sociedad, "como en una fiesta divertida", dice. En Make-up your mind desvel¨® algunos de los secretos de su estilo con fotos de sus amigas celebrities, y hace unos meses en una fiesta en el Village con mucho champ¨¢n present¨® 15x15, el libro fotogr¨¢fico que homenajea el 15? aniversario de su marca. Entre los modelos reunidos en esas p¨¢ginas se encontraba la arist¨®crata brit¨¢nica Daphne Guiness, ¨²ltima musa de Nars y protagonista de una de sus campa?as, cuyo nombre bautiza una sombra de ojos morada. "Ella es una pieza de arte viviente", apunta Fran?ois. A pesar de ello no ha sido Daphne, sino Marcel, el bulldog del maquillador, quien ha protagonizado su ¨²ltima campa?a publicitaria, una elecci¨®n sin precedentes en el mundo de la cosm¨¦tica.
En el a?o 2000 Nars vendi¨® su firma a Shiseido -el cuarto grupo de cosm¨¦tica en volumen de ventas-, pero mantiene el control de toda la direcci¨®n creativa. Su marca contin¨²a expandi¨¦ndose imparable. El a?o pasado sus productos de maquillaje y para el cuidado de la piel llegaron a 22 mercados, incluido el espa?ol. "El sue?o de todo maquillador es tener su propia l¨ªnea, su nombre en el producto y saber que en cada rinc¨®n del mundo hay mujeres que lo usan", dice.
Otro sue?o, que no queda restringido al gremio de los maquilladores, es el de tener una isla paradis¨ªaca en propiedad y ¨¦l tambi¨¦n lo ha cumplido. El acuerdo de venta a Shiseido le permiti¨® comprar Motu Tane, una de las 118 islas de la Polinesia francesa. Ayudado por el dise?ador de interiores Christian Liagre y el paisajista Pascal Cribier, Nars construy¨® 14 pabellones en l¨ªnea con el estilo de arquitectura local. Cuentan que incluso supervis¨® personalmente el proceso de plantaci¨®n de las cerca de 1500 palmeras que adornan la isla, en la que reside unos cuantos meses al a?o. El resto del tiempo alquila algunos de los bungalows.
Lejos de la calma de Motu Tane, en un antiguo cuartel de la avenida Lexington arranca la cuenta atr¨¢s de uno de los desfiles m¨¢s esperados de la Fashion Week neoyorquina. Faltan tres horas para que presenten las nuevas creaciones de Marc Jacobs. Mientras camina por los estrechos pasillos del backstage, Fran?ois difumina una sombra aqu¨ª y un iluminador all¨¢, saluda a los colaboradores y reparte su toque maestro. Tambi¨¦n posa para las fotos. El barullo de secadores, peines, pinceles y c¨¢maras es considerable, pero el franc¨¦s se mantiene sereno mientras supervisa el trabajo de la legi¨®n de maquilladores a su cargo, m¨¢s de 30 profesionales que, armados con cinturones atestados de herramientas, empolvan a contrarreloj.
Nars se encuentra rodeado de un enjambre de periodistas, con cerca de 20 micr¨®fonos apuntando a su boca. Ante tanto revuelo cabr¨ªa esperar un anuncio m¨¢s dram¨¢tico que est¨¦tico, como, por ejemplo, la retirada de las tropas de Afganist¨¢n. Pero no, al fin y al cabo, esto es un desfile y de lo que se habla es de looks. Hace apenas 72 horas que Nars pint¨® la cara a la nueva colecci¨®n del dise?ador neoyorquino y ha llegado la hora de desvelar las claves. "Todo deriva de la colecci¨®n. Los colores son desva¨ªdos, es como si el maquillaje se hubiese ca¨ªdo, como Kate Moss despu¨¦s de una noche de fiesta", explica. "Pero no se trata s¨®lo de famosas. Quer¨ªamos dar con un look m¨¢s intelectual, con un tipo de chica cool de Par¨ªs, Londres o Nueva York. No es una imagen cosm¨¦tica, los labios est¨¢n un poco secos, sin brillo y hay mucho, mucho r¨ªmel".
No fue la m¨¢scara de las pesta?as, sino los polvos de su abuela lo que cautiv¨® a Nars en su infancia. Hijo ¨²nico, nacido y criado en el sur de Francia, cuenta que descubri¨® su vocaci¨®n gracias a la suscripci¨®n de su madre a Vogue. Se form¨® en la Escuela de Carita y, una vez graduado, de nuevo fue su madre quien dio un impulso definitivo a su carrera al pedir hora como clienta con los mejores maquilladores del momento en Par¨ªs. A todos les habl¨® de su talentoso hijo y as¨ª obtuvo sus primeros trabajos. En 1979, Nars particip¨® en su primer desfile, el de la entonces estrella emergente Claude Montana. "El backstage entonces era muy distinto, la peluquer¨ªa y el maquillaje han cambiado much¨ªsimo. Pero la idea siempre ha sido la misma: al final se trata de inventar un look, y?el proceso creativo que esto conlleva es igual siempre", asegura.
Apenas cinco a?os despu¨¦s Nars lleg¨® a Nueva York. Trabaj¨® con todos los dise?adores del momento, con fot¨®grafos como Meisel, Irving Penn o Avedon. Y con sus pinceles este franc¨¦s ayud¨® a redefinir cuantas veces fuese necesario el rostro de la generaci¨®n de modelos que volvieron del rev¨¦s el negocio de la moda: las top Christy Turlington, Naomi Campbel, Cindy Crawford y Linda Evangelista -por quien siempre tuvo una especial predilecci¨®n-. Entre sombras y carmines, Nars fue destilando su filosof¨ªa. "Las mujeres ya no est¨¢n limitadas a una gama de colores que se supone que deban usar o, por el contrario, evitar. Destierra para siempre la palabra evitar de tu tocador", dice. "Puedes elegir cualquier color por el que te sientas atra¨ªda y hacerlo funcionar".
Este credo ha convertido a Nars en todo un mito. Magda Ogbe, una de las maquilladoras que trabajan en el desfile de Jacobs, le define como un genio. "Sus creaciones son simples, pero muy visuales. Tiene much¨ªsimo talento", explica. Lena, estrecha colaboradora de Fran?ois desde hace m¨¢s de 15 a?os, mantiene intacta su fascinaci¨®n por el trabajo del franc¨¦s: "Tiene un gusto incre¨ªble, y todo lo que toca, cambia". ?Y d¨®nde se inspira Nars, amante confeso de las gardenias y la comida japonesa? "Todo me produce curiosidad, la m¨²sica, el cine y la naturaleza, todo est¨¢ vinculado al maquillaje".
Marc Jacobs le interrumpe. Lleva su caracter¨ªstico pendiente de diamante en el l¨®bulo. Toma asiento para que le den un brochazo. Fue este dise?ador quien logr¨® convencer a Fran?ois para que volviera a las pasarelas hace un a?o. "?Nars ha cambiado radicalmente el mundo del maquillaje!", exclama antes de lanzarse a saludar a las modelos. ?Y despu¨¦s del desfile qu¨¦ viene para el inquieto Fran?ois? La apertura de la primera tienda Nars en el Village prevista para noviembre y el lanzamiento del libro Make-up your mind II, con rostros de la calle.
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