'Okupas' o inquilinos, la misma lucha
Cerca de 20 centros sociales autogestionados ensayan formas de convivencia alternativa en Madrid
La explosi¨®n de la burbuja inmobiliaria lo ha vuelto a poner en primera l¨ªnea informativa. Aunque el movimiento okupa nunca ha desaparecido, con la recesi¨®n econ¨®mica reafirma sus tesis con el derecho a la vivienda como emblema. En Espa?a entre 1996 y 1997 se produjeron 43 okupaciones y 37 desalojos, seg¨²n datos de la web oficial del movimiento Okupa t¨² tambi¨¦n. Ahora, solo en Madrid, con 307.000 viviendas vac¨ªas, seg¨²n el ¨²ltimo censo de la vivienda elaborado en 2001, hay m¨¢s de 20 espacios que abogan por la autogesti¨®n.
Una redada a principios de a?o vaci¨® el antiguo Patio Maravillas. Durante casi tres hab¨ªa funcionado como Centro Social Okupado (CSO) en la calle Acuerdo, en el barrio de Malasa?a. Lejos de disolverse, el centro se traslad¨® a la pr¨®xima calle Pez y se convirti¨® en estandarte de su lucha. "Con la crisis hay m¨¢s descontento social, la gente est¨¢ m¨¢s decepcionada con el sistema y se acerca a otros procesos. No es que de repente aparezcan m¨¢s casas okupas, sino que hay m¨¢s visibilidad y la movilizaci¨®n crece", explica Beatriz Garde, soci¨®loga de 30 a?os que participa en el centro social autogestionado de Vallecas SECO.
En la toma de espacios siempre hay reivindicaci¨®n pol¨ªtica
Los centros hacen hincapi¨¦ en el compromiso con los barrios
La Tabacalera se ha instalado en un edificio cedido por Cultura
El colectivo feminista Eskalera Karakola paga un peque?o alquiler
Aunque comparten ideolog¨ªa y una lucha constante contra el capitalismo, tras lo que parece ser un movimiento sociopol¨ªtico y cultural homog¨¦neo aparecen diferentes maneras de entender el cambio social. La Escalera Karacola (http://www.sindominio.net/karakola) no aguant¨® la presi¨®n policial. En 2003 este colectivo feminista fue desalojado de una antigua panader¨ªa en Arganzuela. "Cuando nos dijeron que no nos ced¨ªan el espacio exigimos un lugar para continuar con el proyecto. En el barrio no hab¨ªa nada ocupable -el barrio de Arganzuela hay una gran concentraci¨®n de centros y viviendas okupas- y no quer¨ªamos perder energ¨ªas en la b¨²squeda de un nuevo espacio", explica Asor, de 36 a?os, militante desde su adolescencia. Tras una lucha pol¨ªtica y varias manifestaciones, la EMV (Empresa Municipal de Vivienda) les ofreci¨® unos locales en ruinas, los habilitaron y ahora pagan un peque?o alquiler. El centro de Vallecas SECO tambi¨¦n paga el alquiler del antiguo edificio en el que se ubica.
Otra modalidad de ocupaci¨®n es la del centro social autogestionado La Tabacalera: son legales pero no pagan renta porque el Ministerio de Cultura les ha cedido temporalmente la antigua f¨¢brica de tabacos situada en la glorieta de Embajadores. Propiedad del Ministerio de Cultura, ha sido abierta a varios colectivos del barrio, a la vista de la demora de las obras de remodelaci¨®n de este edificio del siglo XVIII, que albergar¨¢ el futuro Museo Nacional de Artes Visuales. "Aportamos al barrio la cultura de la autogesti¨®n e intentamos suplir las carencias que tiene, lo que no ofrece la Administraci¨®n. Aunque no intentamos tomar su papel porque no contamos con sus recursos ni con su capacidad de gesti¨®n", explica Carlos Claramonte, de 37 a?os.
Dentro del movimiento okupa m¨¢s ortodoxo la cesi¨®n o el alquiler de los locales no siempre est¨¢n bien vistos. Kepa, que prefiere no dar su nombre verdadero, explica que la filosof¨ªa del movimiento es liberar espacios de la "l¨®gica capitalista": "Si dentro del proceso hay un actor econ¨®mico o pol¨ªtico cabe la posibilidad de que se instrumentalice la acci¨®n social", explica este activista, que se define como "anarco-socialdem¨®crata".
La implicaci¨®n con el barrio es una caracter¨ªstica que comparten la mayor¨ªa de los centros sociales. El Colectivo Drag¨®n, un caser¨®n en el cementerio de la Almudena, desarrolla actividades en La Elipa. Adem¨¢s de impartir clases de castellano para inmigrantes, cursos de inform¨¢tica y montar la fiesta de Nochevieja del barrio, han organizado charlas sobre la ¨²ltima huelga de Metro con los sindicalistas como invitados. Dando vida a espacios vac¨ªos es su lema. Una idea que comparten la Eskuela Taller en Alcorc¨®n o La Fabrika de Sue?os en Villalba. A diferencia de La Tabacalera, estos tres espacios son centros okupados.
En la toma de espacios siempre hay una motivaci¨®n pol¨ªtica: el derecho a una vivienda digna y la denuncia de la especulaci¨®n inmobiliaria y la corrupci¨®n. "Queremos liberar espacios del capital, por eso se okupa", sentencia Javi, implicado desde hace m¨¢s de diez a?os en movimientos sociales alternativos. "Hay una diferencia clara entre okupar para vivir o para organizar un centro social. Ambos son espacios de lucha, pero a diferente nivel: la casa denuncia el incumplimiento de un derecho; el centro social ocupado (CSO) reivindica espacios abiertos al barrio, hechos por y para la ciudadan¨ªa. El Ayuntamiento no te va a dar un espacio para que cambies el mundo. Cambiar el mundo es ilegal", concluye.
Luc¨ªa, activista hist¨®rica del Patio Maravillas, asegura que en su nueva ubicaci¨®n en la calle Pez, est¨¢n tranquilos, aunque siguen siendo okupas: "No hemos tenido intentos de desalojo ilegal. Malasa?a es un barrio rebelde y una zona de lucha que, entre el abandono y la gentrificaci¨®n
[anglicismo que se usa para designar el aburguesamiento de un barrio], hab¨ªa perdido su tradici¨®n vecinal".
Otros centros okupados, como La Traba comparte esa reivindicaci¨®n pol¨ªtica. El Casablanca, en Ant¨®n Mart¨ªn, recoge el legado de los edificios desalojados, sucesivamente, con los nombres de La Escoba, La Alarma, La M¨¢cula y Malaya. Desde su actual ubicaci¨®n, en un edificio de la calle Santa Isabel propiedad del grupo Monteverde, denuncian la corrupci¨®n del propietario y su implicaci¨®n en el caso Malaya, gestionan una tienda gratis o cultivan un huerto urbano.
La tradici¨®n okupa en Madrid se remonta a los ochenta. El Ateneo Libertario fue uno de los primeros locales tomados por el movimiento, con el punk y la contracultura como bandera. Esta ideolog¨ªa sigue, de una u otra forma, formando parte de la base de todos los centros, al tiempo que se hace hincapi¨¦ en el compromiso social con los barrios donde se ubican. "Los centros sociales est¨¢n siempre ah¨ª. Pero ahora con la situaci¨®n econ¨®mica actual parece que est¨¢n m¨¢s presentes. La verdad es que creo que con toda la gente que hay ahora en paro, m¨¢s personas se pueden dedicar a la militancia", asegura Asor. Lo cierto es que a todos ellos las penalidades de la econom¨ªa general no les han cambiado la vida: "Es una crisis de los ricos; nosotros siempre hemos sido precarios", comenta Luc¨ªa, de 27 a?os, miembro del Patio.
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