El v¨¦rtigo de los viejos motores
Mot?rhead enciende en Vigo a 3.000 entregados seguidores
Alguno estaba feliz por cambiar el traje de la oficina por la preceptiva camiseta negra de la banda. "?Ma?ana me ped¨ª el d¨ªa libre, hay pocos conciertos as¨ª!", se desquitaba este seguidor de los brit¨¢nicos Mot?rhead, minutos antes del concierto del legendario grupo en el pabell¨®n de As Travesas de Vigo, el pasado martes. A los que no tuvieron esa oportunidad ni est¨¢n de vacaciones, tampoco les importaba llegar con sue?o al trabajo al d¨ªa siguiente. "Es una ocasi¨®n hist¨®rica", dec¨ªan, a pesar de que m¨¢s de uno ya los hab¨ªa visto en directo, incluso en las dos ocasiones anteriores en las que el tr¨ªo visit¨® Vigo. Al parecer, siempre lo es para una de las audiencias m¨¢s fieles, como demostraron acicalando melenas (el que la conserva) y adecuando su aspecto a la imaginer¨ªa del rock duro y, sobre todo, abonando religiosamente los 30 euros que costaba la entrada anticipada para asistir a un recital que casi todos se sab¨ªan de memoria antes de comenzar. Fue una apuesta segura por cl¨¢sicos como Ace of spades, que son¨® para iniciar el bis, y temas recientes, como Rock out, incluido en su ¨²ltimo y decimonoveno disco, Mot?rizer (2008).
El grupo tiene una audiencia fiel que conserva la imagen del rock duro
Y ah¨ª est¨¢ la gracia, seg¨²n los fans, en la permanencia en las constantes que Mot?rhead demuestra desde sus comienzos, en 1975. De la formaci¨®n original tan solo pervive el bajista y compositor Lemmy Kilmister, art¨ªfice de un sonido caracterizado por su ritmo vertiginoso y su capacidad para producir estruendo que el l¨ªder prefiere denominar, sin m¨¢s, rock and roll.
Tras varios d¨ªas de descanso en la ciudad, durante los que probaron la marcha nocturna en alg¨²n conocido templo del rock vigu¨¦s, pisaron la playa y hasta se fueron de pesca, el tr¨ªo ten¨ªa las pilas bien cargadas. Seguramente, en la exhibici¨®n de adrenalina tambi¨¦n tuvo algo que ver la equilibrada petici¨®n de whisky y de una bombona de ox¨ªgeno. Su salida al escenario, pasadas las diez y media de la noche, fue saludada con el alzamiento de cuernos reglamentario. Un gesto constante durante la hora y media en la que As Travesas retumb¨® por todas sus esquinas, para deleite de, seg¨²n la organizaci¨®n, las 3.000 almas, entre las que se contaba el actor Lu¨ªs Tosar, que sudaron la gota gorda en el recinto deportivo. En el apote¨®sico final, envuelto en humo y distorsi¨®n, Kilmister y sus chicos se deshicieron de p¨²as, baquetas y toallas sudadas. Los congregados recibieron los dones con j¨²bilo, como manda la tradici¨®n.
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