La ministra y la gerontocracia
La ministra de Igualdad, Bibiana A¨ªdo, 33 a?os, ha sido clara: "Siento que hay un avatar de Bibiana", dec¨ªa en una excelente entrevista publicada en EL PA?S hace poco. Como ella se deben sentir bastantes personajes p¨²blicos. Aseguraba que ese avatar -mi generaci¨®n lo hubiera llamado "doble" o "sosias", pero la ministra pertenece a la ¨¦poca de Second Life, Facebook y el 3D- "dice cosas que yo no he dicho y hace cosas que yo no he hecho nunca". Qu¨¦ emocionante: de sus explicaciones parec¨ªa deducirse la existencia de un complot universal -"no soportan que una mujer joven y del pueblo llegue a ser ministra"- contra la defensora m¨¢xima, por ley, de la igualdad, el derecho al aborto y de las v¨ªctimas del machismo y el patriarcado.
A¨ªdo comparte una cultura que estigmatiza la vejez y la experiencia
La entrevista dejaba a la vista de todos que nuestra ministra se siente como un Superman con faldas, atravesando un oc¨¦ano de peligros que ni siquiera otras mujeres han vivido antes que ella. A la pregunta que de d¨®nde cree vienen las cr¨ªticas, responde: "Llegan desde la derecha. Aqu¨ª se da una uni¨®n de misoginia y gerontocracia que puede ser una bomba letal. (...) Molesta que alguien como yo est¨¦ ocupando poder, un poder que me corresponde, que de manera natural es m¨ªo". Ol¨¦.
No dudo que estas palabras las haya dicho la propia ministra, no su avatar. Por esto son interesantes: ella se ve como algo m¨¢s que un cargo p¨²blico, ejerce de portavoz de las mujeres -para defenderlas de la misoginia- y de los j¨®venes -para abrirles el camino bloqueado por la gerontocracia-. Parece hablar en nombre de "la izquierda", ya que se?ala a "la derecha" como responsable del gran complot: lo cual permite deducir que en la izquierda no hay misoginia. Vaya por Dios. El descubrimiento es de los que hacen ¨¦poca. Ser¨ªa estupendo que, de golpe, se redujera, por pura ideolog¨ªa, el volumen de la misoginia.
Mucho m¨¢s interesante es que esta ministra que habla de avatares -lo cual da a entender un universo cultural tan pr¨®ximo a la tecnolog¨ªa de ciencia ficci¨®n como cr¨¦dulo de lo que vomite Internet en Wikileaks y similares- se refiera, como lo m¨¢s natural del mundo, a la "gerontocracia", t¨¦rmino poco propio de la edad de la ministra y s¨ª de aquellos que recordamos no solo a Breznev y compa?¨ªa sino a Adenauer, a Andreotti y hasta a mi admirado Jacques Delors.
Una lectura posible -ya se sabe que los entrevistados se desnudan solos- es que para la joven ministra todo aquel que sobrepase los 50 a?os puede situarse en esa franja peligrosamente "gerontocr¨¢tica" en la que los individuos se transmutan en diplodocus (al tiempo que bastantes intentan mantenerse eternamente j¨®venes: v¨¦ase Silvio Berlusconi).
Es una pena que no quede bien aclarado lo que, para nuestra ministra, es la gerontocracia. Tal como lo expone permite incluir, ahora mismo, a gente como Felipe Gonz¨¢lez, el ministro Miguel ?ngel Moratinos, Javier Solana o Joaqu¨ªn Almunia. Hasta las vicepresidentas Mar¨ªa Teresa Fern¨¢ndez de la Vega o Elena Salgado podr¨ªan estar en esa azarosa pendiente que, en el mejor de los casos, acaba en el geri¨¢trico. Cosa no solo muy natural sino estupenda: ?acaso no es un premio el alargamiento de la vida?
Es l¨®gico que la ministra, como tantos j¨®venes -hay que insistir: todos lo hemos sido-, est¨¦ orgullosa de ser joven. Pero a?adir¨¦, como me dijo Edgar Morin, cuando acababa de cumplir 80 a?os, que "los mayores somos gente que tiene todas las edades de la vida": o sea, la experiencia es una riqueza que un joven est¨¢ a¨²n por lograr. Y recordar¨¦ al querido Jaume Perich, que cuando cumpli¨® 40 a?os me dijo en una entrevista: "Ahora empiezo a estar equilibrado: he pasado 20 a?os volvi¨¦ndome idiota y otros 20 desandando ese camino".
Nuestra joven ministra comparte una cultura que ha estigmatizado la vejez, la experiencia o el saber y, al menos aparentemente, desconoce que en la vida no puede construirse nada sin un encadenado generacional real. La generaci¨®n que hoy tiene 30 a?os ha visto liquidar y jubilar -a partir de los 50 a?os- un capital humano considerable y ha vivido unos valores que exaltaban la juventud y el poder a cualquier precio. Esa acci¨®n ha tirado por la borda generaciones que acarreaban a?os de trabajo, de preparaci¨®n, y ha demonizado su "incapacidad" de adaptaci¨®n a tiempos que, de tan veloces, ya son hist¨¦ricos.
Esto es lo que me sugiere la expresi¨®n "gerontocracia" en boca de nuestra -tambi¨¦n m¨ªa, que tengo 65 tacos y una historia detr¨¢s- ministra de Igualdad. El 31 de marzo de 2006 -disculpen la autocita- publiqu¨¦ en EL PA?S un art¨ªculo, La generaci¨®n tap¨®n, nombre que atribu¨ªa a mi propia generaci¨®n, que enfatizaba la colaboraci¨®n entre generaciones que parece negar la expresi¨®n "gerontocracia". "La conquista del futuro no se logra sin experiencia del pasado, lucha por el presente y el porvenir como horizonte", escrib¨ªa. Tres generaciones se implican siempre en lo que sucede. Hoy ser joven no es f¨¢cil. Los mayores entendemos esa dificultad: en 1990 ya escuch¨¦, en Estados Unidos: "Nuestros hijos vivir¨¢n peor que nosotros". Nuestra ¨²nica ventaja es que podemos ser m¨¢s libres.
Margarita Rivi¨¨re es periodista y escritora.
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