La acera como escenario
El Buskers Festival re¨²ne hasta ma?ana en Barcelona a m¨¢s de 20 bandas callejeras de todo el mundo
Lo que suena no es la m¨²sica, es el espacio. Ya lo dec¨ªa John Cage. Y en la calle la m¨²sica suena distinta. Ya se sabe, la magia del contacto con el p¨²blico. De eso saben un rato los m¨²sicos callejeros. Desde el jueves, se puede comprobar en el barrio de la Barceloneta (Barcelona), donde se celebra la 6? edici¨®n del Busker's Festival, el ¨²nico de m¨²sica callejera de Europa organizado por una entidad sin ¨¢nimo de lucro, La Casa Amarilla. Hasta el domingo, m¨¢s de 20 buskers -en ingl¨¦s, m¨²sico callejero- de todo el mundo act¨²an en 10 puntos de la ciudad.
En agosto es f¨¢cil llamar la atenci¨®n de los turistas pero lograr que se forme un coro de un centenar de personas y que participen del juego ya es otra historia. La banda suiza Pullup Orquestra, formada por 10 j¨®venes m¨²sicos que mezclan jazz, hip-hop y swing, lo consigue.
"La ¨²ltima vez que estuvimos aqu¨ª la polic¨ªa nos llam¨® la atenci¨®n"
"Lo que engancha de tocar es ver c¨®mo disfruta gente que no te conoc¨ªa"
"La ¨²ltima vez que estuvimos en Barcelona la polic¨ªa nos llam¨® la atenci¨®n por tocar en la calle. Ven¨ªamos de Avi?¨®n, donde no hay problema para hacerlo y pensamos que en el sur del Mediterr¨¢neo se hac¨ªa la vista gorda", explica, sin perder la sonrisa, Sebastian Strinning, saxofonista de la banda, minutos despu¨¦s de su primera actuaci¨®n en el festival. La incre¨ªble voz de la ¨²nica componente femenina, Val¨¦rie Maerten, ha dejado al p¨²blico boquiabierto.
"Empezamos tocando en la calle y ahora combinamos los conciertos en los clubs con los festivales callejeros", explica este profesor de m¨²sica suizo. "No vivimos de los que recolectamos pasando la gorra pero con eso nos costeamos los viajes", aclara.
"Todo el a?o te sientes perseguido en la calle, te proh¨ªben tocar y te multan. Una vez al a?o est¨¢ permitido, y cu¨¢nto m¨¢s loco mejor", dice Mina, una de las componentes del grupo Las Hermanas Trapp, tr¨ªo que parece sacado de un cabaret parisino de los a?os 20. La brisa marina refresca el ambiente y el atardecer, con el mar de fondo, embellece el escenario. Jimmy Cetrulo, de la banda italiana Brassvol¨¦, arranca el concierto con golpes secos de tambor. Cerveza en mano, un grupo de j¨®venes sigue el ritmo asintiendo con la cabeza. Las vientos y las percusiones por la fusi¨®n, como los argentinos Violentango, que reinterpretan la m¨²sica popular de Buenos Aires en clave vanguardista.
Bernard M. Snayer, el aut¨¦ntico hombre orquesta, est¨¢ sentado en el suelo arreglando un amplificador construido con una garrafa de gasolina. Este alem¨¢n viaja por el mundo -ya ha actuado en 33 pa¨ªses- con la bater¨ªa cargada a la espalda y alterna el canto con la arm¨®nica. Sonr¨ªe. Mezcla estilos inclasificables y hace participar al p¨²blico. "Acostumbrados en Barcelona a solo ver m¨²sicos en el metro, poder encontrarte con esto en la Barceloneta, y gratis, es un lujo. Y, como este agosto nos quedamos aqu¨ª, mejor que mejor", explica Laia sin quitar el ojo a dos peque?as que bailan dando vueltas una alrededor de la otra."Lo que engancha de tocar en la calle es el sentimiento. Ver que gente que no te conoc¨ªa disfruta con lo que haces. Est¨¢ claro que nunca ser¨¢ por dinero", concluye el saxofonista de Pullup Orchestra. Ser¨¢ por devolver la m¨²sica a la calle.
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