DIEZ
El tipo y yo seguimos en la barra. Ya s¨¦ de qu¨¦ me suena, es el diablo, lo vi en una peli antigua donde Lucifer se le aparece a alguien para ofrecerle la eterna juventud a cambio de su alma. El diablo busca gente como yo, tipos sin familia, sin amigos, sin perro, sin obligaciones, sin horarios... Lo m¨¢s probable es que de un momento a otro se ponga a bisnear conmigo. Le regalar¨ªa el alma al primer nota que pasara, f¨ªjate el puto aprecio que le tengo. Pero prefiero venderla, claro. Si el diablo me dicta una obra maestra sobre el hombre invisible, sobre cualquier hombre invisible, es suya. La publico en Planeta, vendo millones de ejemplares, me hago rico, como Zaf¨®n, y me largo a Los ?ngeles. Me raya la idea de tener ¨¦xito all¨ª donde fracasa mi viejo, pero tambi¨¦n me mola, dos cosas contrarias que pueden suceder al mismo tiempo, como nacer muerto. Suceden m¨¢s cosas incompatibles de las que creemos. La idea de vender el alma (otro ejemplo) me proporciona a la vez miedo y gusto, a ratos m¨¢s miedo que gusto y a ratos m¨¢s gusto que miedo. Lucifer podr¨ªa concederme tambi¨¦n el deseo de ser invisible. O los dos, los dos deseos en uno: ser un escritor genial invisible.
Dar¨ªa el alma al primer nota que pasara, f¨ªjate el puto aprecio que le tengo
?Me vas a comprar el alma?, le pregunto. ?De d¨®nde sacas eso?, dice ¨¦l. Es que eres id¨¦ntico, le digo, al Lucifer de una peli antigua. Al re¨ªrse, se le desprende un mech¨®n de pelo que le atraviesa la frente. Otra cosa contradictoria: es joven y viejo a la vez. Ahora mismo podr¨ªa pasar por un colega maqueado para ir a una boda. Pero luego, cuando mata el cigarrillo en el fondo de la taza, vuelve a ser un pureta. Un pureta de pel¨ªcula, no de la vida real. Dice que no, que no es Lucifer, y que no sabe a cu¨¢nto est¨¢n las almas. Pero pon un precio a la tuya, a?ade, lo mismo me interesa. Entonces me acojono. Hab¨ªa cre¨ªdo que estaba montando un di¨¢logo guapo y el di¨¢logo guapo me lo est¨¢ dando ¨¦l. A ver qu¨¦ le respondo sin que se note que estoy acojonado. Le digo, para parecer un duro, que no tengo alma y ¨¦l se vuelve a re¨ªr, ahora con l¨¢stima, como si hablara con un cr¨ªo de mierda. Luego se levanta y dice: Bueno, a trabajar. Y se abre.
Lee los cap¨ªtulos anteriores de Me cago en mis viejos III.
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