Lo importante no es la edad
A los 100 a?os del decreto Quam singulari del papa P¨ªo X, Antonio Ca?izares publica un art¨ªculo sobre Jes¨²s y los ni?os para demostrar la conveniencia de que se rebaje la edad de recibir la primera comuni¨®n.
Fue Pio X quien fij¨® el uso de raz¨®n a la edad de siete a?os, y Ca?izares, siguiendo las ense?anzas de los concilios Lateranense IV y Tridentino, quiere resaltar la centralidad de la "santa comuni¨®n para todos los bautizados, incluidos los ni?os". Llama la atenci¨®n que se olvide de citar al concilio Vaticano II, en el que se potenci¨® una tendencia a retrasar la primera comuni¨®n y la confirmaci¨®n para que los j¨®venes fueran m¨¢s maduros a la hora de discernir y tomar la decisi¨®n de comprometerse con su fe en el seguimiento de Jes¨²s. Por otra parte, hasta el siglo XIX la pr¨¢ctica habitual en la pastoral fijaba la edad de 12 o 14 a?os para acceder a los sacramentos.
Lo primero que llama la atenci¨®n es la teolog¨ªa sacramental que subyace en este documento. En ning¨²n momento se habla de la primera comuni¨®n en el contexto de la Eucarist¨ªa como espacio sacramental, ni se menciona a una comunidad de acogida en la que los infantes puedan aprender a vivir su fe. Por lo que conocemos, sociol¨®gicamente hablando, parece que el problema planteado es que la comuni¨®n de los ni?os y ni?as es una fiesta social con todos los elementos rituales necesarios: vestido, celebraci¨®n, regalos, comida, fotograf¨ªas que den testimonio, etc¨¦tera. Las empresas de eventos est¨¢n encantadas con estas celebraciones, pero la Iglesia cat¨®lica no recoge sus frutos.
El documento rezuma negatividad en la vida que rodea a los peque?os, "v¨ªctimas de la crisis de la familia... crecen en un ambiente tan adverso". En el fondo es un desprecio por la vida secularizada y laica en la que muchas personas han decidido educar a sus hijos e hijas, respetando su proceso madurativo y ofreci¨¦ndoles espacios donde desarrollar su espiritualidad sin tener que ser la Iglesia cat¨®lica la ¨²nica opci¨®n y el espacio elegido.
Por otra parte, hemos conocido recientemente que muchos ni?os, en edades tempranas, han tenido experiencias muy negativas en sus relaciones con los sacerdotes o religiosos. Tambi¨¦n para las ni?as la simbolog¨ªa que rodea el d¨ªa de su primera comuni¨®n les transmite que no podr¨¢n acceder nunca al altar y siempre un var¨®n har¨¢ de mediador entre ella y la divinidad. ?No ser¨¢n estas situaciones las que alejan a las personas de la instituci¨®n eclesial?
Creo que lo realmente importante no es la edad, sino vivir la experiencia de una comunidad igualitaria en la que cada persona es reconocida, valorada y donde los m¨¢s peque?os aprenden a vivir los valores que caracterizan a los seguidores de Jes¨²s, si quieren vivir su fe en la tradici¨®n cristiana.
Margarita Pintos es te¨®loga.
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