La er¨®tica del poder
Se me ha pedido que intervenga como experta sex¨®loga en estas jornadas de t¨ªtulo tan alentador: "Claves para la renovaci¨®n de Trapisonda". Siento un gran amor por mi patria y me duele el estado de deterioro al que ha llegado nuestra naci¨®n, de ah¨ª que, como todos ustedes, trate de aportar soluciones. Las m¨ªas, naturalmente, ser¨¢n de ¨¢mbito sexual pero a estas alturas de siglo XXI, muerto Dios y muerta el alma, necesitamos como nunca que no muera el sexo. De lo contrario estamos perdidos. Tengo suficientes datos cl¨ªnicos para poder asegurar que la vida sexual de la inmensa mayor¨ªa de nuestros dirigentes deja mucho que desear, que la disfunci¨®n er¨¦ctil se ceba en sus apenados penes. Tan tristes y fl¨¢cidos que ni siquiera en las noches de triunfo electoral suelen levantar cabeza. Ustedes se preguntar¨¢n si no violo el secreto profesional, si la informaci¨®n que les doy no tendr¨ªa que ser secreta. No. Es de dominio p¨²blico. Basta fijarse en los paquetes de sus se?or¨ªas triunfantes que, tras la victoria electoral, deber¨ªan estar un poco m¨¢s abultados. ?Si ni siquiera esta noche son capaces de cumplir que podemos esperar m¨¢s adelante? ?O acaso la er¨®tica del poder no consiste en el derecho a follarse el pa¨ªs entero? Pues por lo menos que lo hagan bien.
Follarse Trapisonda, nuestra querida naci¨®n, por delante y por detr¨¢s, fornicando despacio, muy despacio, adentr¨¢ndose en los recovecos de sus grutas y escalando promontorios. ?Por qu¨¦ que es Trapisonda m¨¢s que un cuerpo sediento, caliente, ¨¢vido, necesitado de ser tomado, comido, fagocitado por sus dirigentes? ?Acaso los cabos, escarpados, mont¨ªculos y monta?as no son comparables a turgentes senos, a nalgas prietas, a culos propiciatorios? ?Y los golfos, ensenadas, calas y recodos no se parecen a los dulces agujeros de los cuerpos en espera? ?Acaso las humedades acu¨¢ticas y vulvares, los dulces labios entreabiertos por una t¨ªmida sonrisa vertical, no son tentaci¨®n suficiente?
?A d¨®nde han ido a parar las boas que cant¨® el poeta recorriendo los cuerpos de las mujeres, enrosc¨¢ndose en sus senos, explorando con su lengua b¨ªfida, dulce y lasciva los pezones para penetrar despu¨¦s el sexo, adentr¨¢ndose con parsimoniosa entereza serpentina hasta conseguir que la mujer naci¨®n enloquezca de placer y se d¨¦ por fin cuenta de que han ganado los mejores, que follar¨¢n para todos y con todos sin importarles partido pol¨ªtico, raza o religi¨®n...
Si Trapisonda contara con dirigentes como los que describo los males de la patria se habr¨ªan acabado hace tiempo al igual que las tentaciones secesionistas de las regiones perif¨¦ricas. ?Qu¨¦ inter¨¦s pueden tener en presentar una demanda de divorcio las bien folladas? Evidentemente, ninguno. Trapisonda pide a gritos el semen de sus pol¨ªticos para reconstruirse y fortalecerse. Por eso creo que nuestros dirigentes necesitan un plus para viagra, que no solo los viajes y tel¨¦fonos deben ser gratuitos para quienes nos representan, que el desarrollo de un pa¨ªs se mide por el grado de satisfacci¨®n de sus ciudadanos y que as¨ª de mal no podemos seguir.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.