La ofensiva en las sombras
El Pent¨¢gono intensifica el uso de operaciones de comandos, ataques selectivos y espionaje para combatir a Al Qaeda en Asia Central, ?frica y la antigua URSS
Acosado de igual modo por dos guerras costosas e impopulares y por la expansi¨®n incontrolada de grupos afiliados a Al Qaeda en el mundo musulm¨¢n, el presidente Barack Obama ha lanzado de forma callada, durante su primer a?o y medio de Gobierno, una gran estrategia contrainsurgente contra radicales islamistas en una zona que abarca desde el Magreb a Pakist¨¢n, incluyendo Yemen, refugio recientemente preferido por los terroristas, y zonas distantes en ?frica como Somalia y Kenia.
Muestra del debate que este nuevo tipo de ofensiva contra los terroristas est¨¢ generando es el reportaje publicado ayer por el diario estadounidense The New York Times, en el que se describ¨ªa la nueva "guerra sigilosa" o "en la sombra" a partir de los testimonios de diversos funcionarios y l¨ªderes pol¨ªticos consultados de forma an¨®nima.
Washington quiere "usar m¨¢s el bistur¨ª que el martillo", dice un asesor de Obama
La CIA desarrolla cada vez m¨¢s operaciones paramilitares
Aunque no ha habido un reconocimiento p¨²blico de esta nueva estrategia, el principal asesor del presidente en materia antiterrorista, John Brennan, dio algunos indicios de ese cambio el pasado mes de mayo, en un discurso en el que afirm¨® que Washington deber¨¢ usar "m¨¢s un bistur¨ª que un martillo" para luchar contra esos insurgentes.
"Para privar a Al Qaeda y a sus afiliados de un refugio seguro, vamos a llevar la lucha contra Al Qaeda y contra esos afiliados radicales adonde quiera que conspiren y se entrenen", dijo. "Sea en Afganist¨¢n, Pakist¨¢n, Yemen, Somalia o m¨¢s all¨¢. No solo estamos propinando duros golpes a los dirigentes de Al Qaeda y sus afiliados. Estamos ayudando a esos Gobiernos a conseguir la capacidad de garantizar la seguridad a sus ciudadanos; para que nos ayuden a erradicar el c¨¢ncer de Al Qaeda, que se ha manifestado dentro de sus fronteras, y para ayudarles a evitar que vuelva".
La nueva guerra contra Al Qaeda no se est¨¢ librando con batallas tradicionales, sino utilizando nuevas y sofisticadas t¨¦cnicas que no implican un combate cuerpo a cuerpo en el sentido habitual. Se trata de operaciones de espionaje, en unas ocasiones acometidas en secreto por comandos del Pent¨¢gono y en otras asumidas por empresas de seguridad subcontratadas por la CIA; de labores de entrenamiento de cuerpos de seguridad locales para que acosen por s¨ª mismos a los terroristas; y de ataques con misiles lanzados desde avionetas no tripuladas.
El pasado 17 de diciembre, un misil aniquil¨® a 55 personas -49 de ellas civiles- en la localidad rural de Al Maajala, al sur de Yemen. El Gobierno de aquel pa¨ªs dijo ser el responsable del ataque, dirigido contra una base de Al Qaeda y en el que se usaron bombas fragmentarias o de racimo. Pero una investigaci¨®n de Amnist¨ªa Internacional revel¨® en junio que en realidad el misil, un Tomahawk fabricado en Estados Unidos, hab¨ªa sido lanzado desde un nav¨ªo del Pent¨¢gono. Desde entonces ha habido al menos otros dos ataques similares.
Yemen se ha convertido en el centro de atenci¨®n del Pent¨¢gono y del espionaje estadounidense, sobre todo por la creciente presencia de operativos de Al Qaeda en aquel pa¨ªs y por el hecho de que el fallido intento de explotar una bomba en un avi¨®n sobre Detroit, el pasado mes de diciembre, fue ideado por los l¨ªderes terroristas que se refugian all¨ª.
Estos han querido ver en la nueva estrategia de Obama una declaraci¨®n de guerra indirecta. El pasado 20 de julio, Anwar al Awlaki, un cl¨¦rigo nacido en EE UU y huido a Yemen, considerado uno de los l¨ªderes ideol¨®gicos del islamismo m¨¢s radical y supuesto instigador del intento de atentado de diciembre, advirti¨® de que "Obama ya ha comenzado una guerra con los ataques a¨¦reos". "Si a George W. Bush se le recuerda por ser el presidente que dej¨® a EE UU atrapado en Afganist¨¢n e Irak, Obama se est¨¢ buscando ser el presidente recordado por dejar a EE UU atrapado en Yemen", dijo en un v¨ªdeo publicado en Internet.
El cambio de estrategia, coherente con diversos discursos de Obama y de varios miembros de la c¨²pula militar de EE UU, en los que estos han asegurado que la guerra contra Al Qaeda requiere un enfoque m¨¢s centrado en la contrainsurgencia, ha alterado tambi¨¦n las responsabilidades tanto del Pent¨¢gono como de la CIA.
Esta ¨²ltima acomete cada vez m¨¢s operaciones de tipo paramilitar, como los ataques con misiles desde avionetas controladas de forma remota que son habituales en Pakist¨¢n. El Departamento de Defensa, a su vez, se inmiscuye m¨¢s en operaciones de espionaje y en misiones secretas -con nombres como Pe¨®n dispuesto o Pica azul, seg¨²n ha revelado el The New York Times- de tipo contrainsurgente, de las que no ha notificado al Congreso.
Despu¨¦s del esc¨¢ndalo de la financiaci¨®n de los rebeldes de extrema derecha en Nicaragua con dinero obtenido por la venta de armas a Ir¨¢n, en los a?os ochenta, las operaciones especiales encubiertas de la CIA se convirtieron en un recurso extremadamente impopular en Washington. Deben ser, primero, aprobadas por el propio presidente, y, segundo, se debe informar de ellas, secretamente, a los comit¨¦s de inteligencia de ambas c¨¢maras del Congreso federal. Esas dos normas no rigen sobre las operaciones especiales secretas del Pent¨¢gono, que en ese campo opera con mayor libertad.
A pesar de una importante reducci¨®n del gasto y de personal subcontratado anunciada por el secretario de Defensa, Robert Gates, la semana pasada, la nueva Administraci¨®n estadounidense depende en gran medida y cada vez m¨¢s de empresas de seguridad privada para acometer una buena parte de sus operaciones especiales en pa¨ªses como Yemen, Somalia o Pakist¨¢n.
Fue el Gobierno del anterior presidente, George W. Bush, el que increment¨® considerablemente el gasto en contratistas privados para operaciones militares y de inteligencia. Seg¨²n documentos internos de Defensa, unos 766.000 contratistas trabajan en este momento para el Pent¨¢gono, generando un gasto de 118.000 millones de euros.
No hay estimaciones p¨²blicas sobre el n¨²mero de contratistas que emplea la CIA. El diario Washington Post aseguraba recientemente que, seg¨²n sus propios c¨¢lculos, podr¨ªan ser unos 284.000 los que trabajan para las distintas agencias del Gobierno.
El reportaje del The New York Times publicado ayer tildaba la nueva estrategia asumida por Obama de nueva guerra fr¨ªa, en referencia a un conflicto en el que EE UU acomet¨ªa operaciones encubiertas contra el entorno de la Uni¨®n Sovi¨¦tica y luchaba a la vez guerras subsidiarias con pa¨ªses sat¨¦lite de Mosc¨², como Vietnam.
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