"Sin la prensa, no mov¨ªan un dedo"
Despu¨¦s de aquel vuelo desde las Seychelles que devolvi¨® a los marineros a casa y en el que Silvia Alb¨¦s, esposa de Pablo Costas, dej¨® al fin de aguantar el tipo y rompi¨® a llorar, se cortaron en seco las conversaciones con el Gobierno. No hubo m¨¢s llamadas ni m¨¢s contactos, y la que un d¨ªa tom¨® la decisi¨®n de erigirse en portavoz de su propia congoja y recurrir a la prensa para obligar a las autoridades a hacer algo, reconoce: "Sin la prensa no mov¨ªan un dedo". Alb¨¦s asegura que todav¨ªa no sabe qui¨¦n pag¨® el rescate.
"?Te digo lo que yo creo que pas¨®?", pregunta la chica. "Pues opino que pag¨® el armador, aunque el Estado le pudiese adelantar un pr¨¦stamo, no s¨¦ por qu¨¦ cantidad. Y tampoco hubiera sido ning¨²n esc¨¢ndalo, como piensan algunos, que el Estado asumiese [a fondo perdido] el dinero. ?Mejor que los impuestos de todos se gasten en causas humanitarias y no para salvar el culo a los bancos!".
Costas no se atreve a cambiar de oficio "con los tiempos que corren"
Pablo Costas fue recibido tras la liberaci¨®n por un beso de portada de noticiero y no ha sido capaz de volver a embarcarse. Desde aquel 19 de noviembre, pr¨¢cticamente todos sus compa?eros han regresado a faenar en el ?ndico a bordo del pesquero vasco Alakrana, pero ¨¦l lleva siete meses de baja psicol¨®gica. No es que tenga miedo a los piratas somal¨ªes. "Lo que lo retiene es la familia", reconoce su esposa. "Si estuviese soltero, ya estar¨ªa all¨ª".
Pero a Costas le aterroriza la idea de morir y no volver a ver a Silvia y a Andrea, su hija de tres a?os, y le apena infinitamente no volver a disfrutar de una sobremesa en la terraza de sus hermanos, donde, al regresar a Galicia, fue homenajeado por la familia con un cocido.
Nadie, ni en su municipio natal, Nigr¨¢n, ni en el que vive con su mujer, Gondomar, al sur de Vigo, le pregunt¨® por los 47 d¨ªas de secuestro. "En casa preferimos esperar, dejarlo tranquilo y que hablase cuando ¨¦l quisiese. As¨ª, poco a poco, fue contando".
Dice su mujer, convertida en aquellos d¨ªas en la cara m¨¢s visible y vistosa del cautiverio, que "con los tiempos que corren" Costas todav¨ªa no se atreve a plantearse cambiar de oficio. ?l antes era marinero de bajura, ten¨ªa su propio barco y viv¨ªa del pulpo y la n¨¦cora. Pero el sueldo no daba, as¨ª que al nacer la ni?a se embarc¨® en el Alakrana. En su lugar, es hoy Silvia Alb¨¦s la que trabaja. Tras el secuestro consigui¨® un empleo de cobradora de peajes en la autopista que lleva a su pueblo, y ahora, en la cabina, la gente que va a las playas de la comarca la reconoce. "Eres la del barco", exclaman. Algunos la llaman por su nombre, y hay quien le dice "fuiste para m¨ª una aut¨¦ntica hero¨ªna".
Aunque tambi¨¦n hay personas, directamente vinculadas con aquellos acontecimientos, que no han vuelto a dirigirle la palabra, personas que prefer¨ªan que las negociaciones con los piratas no hubiesen llegado a trascender. "Me criticaron mucho por hablar con los medios y dar la cara. Pero yo ten¨ªa que tirar para adelante, porque all¨ª estaba mi marido", defiende.
Un d¨ªa, a Alb¨¦s alguien le avis¨® de que en Internet proliferaban los comentarios, que hab¨ªa incluso un grupo en Facebook que ped¨ªa su desnudo en la portada de Intervi¨². Tambi¨¦n hubo varios programas del coraz¨®n, "los m¨¢s famosos de la tele", que la tentaron con cifras astron¨®micas para que fuese con su esposo a airear su vida. Ella, entonces, estaba en paro, pero despu¨¦s de darles largas se prometi¨® no volver a contestar sus llamadas. "En mi casa, el dinero que entre tiene que ser ganado con el trabajo; sac¨¢rnoslo, como yo digo, nosotros mismos de la piel", afirma. "No quiero deber nada a nadie, ni ser pelele de nadie hasta que mi personaje pase de moda. Hay cosas que no se compran con dinero".
"La prensa rosa se pisa mucho la cabeza", comenta ahora todav¨ªa sorprendida por la feroz competencia que ejercen entre s¨ª las emisoras. Antes incluso de que se sospechase que el fin del cautiverio estaba cerca, a Alb¨¦s ya la acosaban con ofertas. "Pero soy una mujer de palabra", asegura, "me cay¨® simp¨¢tico un reportero y me compromet¨ª con ¨¦l sin dinero de por medio". El d¨ªa de la liberaci¨®n concedi¨® una entrevista a la cadena en la que este trabajaba, Antena 3. "La competencia no lo pod¨ªa entender".
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