El miedo de Batasuna
La izquierda radical 'abertzale' evita condenar la violencia callejera por temor a ETA
Los incidentes violentos protagonizados por enmascarados con ocasi¨®n de las fiestas patronales en media docena de localidades vascas han alertado sobre un posible rebrote de la violencia callejera y suscitado un debate sobre su significado en este momento. Quemar en una noche 33 contenedores en lugares dispersos de Zarautz corresponde sin duda a un plan organizado y no a una manifestaci¨®n de gamberrismo et¨ªlico, como insinu¨® inicialmente la Consejer¨ªa de Interior vasca. Su repetici¨®n en otros municipios ha dejado sin sentido esa cautela oficial: s¨ª, hay un rebrote de la kale borroka, como cada a?o por estas fechas.
Un rebrote que queda muy lejos, sin embargo, de la importancia que lleg¨® a tener la violencia callejera en la estrategia de intimidaci¨®n dirigida por ETA. En 1997 se produjeron 1.100 actuaciones de ese tipo; el a?o pasado fueron 130, un 40% menos que el a?o anterior y un 70% menos que en 2007. Ese retroceso, que se ha mantenido hasta este verano, es consecuencia del desmantelamiento policial de los grupos juveniles especializados en los ataques, pero tambi¨¦n de su creciente falta de absurdo sentido. Durante a?os fueron un factor de acoso e intimidaci¨®n, y el efecto buscado era que la poblaci¨®n en general (y no solo los polic¨ªas y pol¨ªticos amenazados) se sintiera concernida y reclamase al Gobierno "soluciones, ya"; es decir, una negociaci¨®n con ETA. Ahora lo que suscitan los ataques es una creciente irritaci¨®n contra los encapuchados y la exigencia de que los detengan ya.
Tambi¨¦n suscitan un emplazamiento a Batasuna para que condene claramente ese vandalismo. Sin embargo, su respuesta, en forma de comunicado difundido anteayer, llama la atenci¨®n por su oscuridad. Reitera con pies de plomo su apuesta por las "v¨ªas pol¨ªticas y democr¨¢ticas", pero solo tras decir que los actos violentos se enmarcan en la defensa de los derechos conculcados a los vascos, etc¨¦tera. Es significativo que se hayan sentido obligados a decir algo, frente al silencio tradicional, pero a¨²n lo es m¨¢s la resistencia a dar un paso tan elemental pero que pudiera ser interpretado como de desacato a ETA.
Porque lo que Batasuna no ha hecho es exigir a ETA lo mismo que hace dos d¨ªas le planteaba Aralar, "el levantamiento inmediato de las amenazas" a los cargos p¨²blicos y otras personas bajo coacci¨®n; y el abandono de la violencia "de forma unilateral y sin contraprestaciones pol¨ªticas". Esto ¨²ltimo est¨¢ lejos de ser aceptado por ETA, y tambi¨¦n por Batasuna.
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