Twain, la risa cr¨ªtica
Es imposible no sentir simpat¨ªa hacia este tit¨¢n del periodo m¨¢s brillante y fundacional de la literatura norteamericana, que vino al mundo con el nombre Samuel Langhorne Clemens (1835-1910) y que es mundialmente conocido como Mark Twain.
Twain alegr¨® mi adolescencia y la llen¨® de sustancia cierta con novelas como Las aventuras de Ton Sawyer y Las aventuras de Huckleberry Finn, en una ¨¦poca en que los muchachos le¨ªamos las novelas de aventuras de Mark Twain y las novelas marineras de Baroja, en lugar de enlodarnos en la grotesca y siniestramente moralista literatura de vampiros de la ¨²ltima d¨¦cada, impregnada de necrofilia y proyectada hacia una sexualidad m¨¢s senil que juvenil.
Mark Twain encarna lo m¨¢s valioso del esp¨ªritu americano: su capacidad de reacci¨®n y de cambio, su valoraci¨®n del riesgo y la aventura, su amplitud de miras y su capacidad cr¨ªtica. Hablamos, claro est¨¢, de un caso excepcional, pero no conviene olvidar que la excepci¨®n suele ser m¨¢s la cristalizaci¨®n de lo mejor de una cultura que la confirmaci¨®n de una regla.
Tres libros en edici¨®n de bolsillo han aparecido este a?o de Twain, que quiz¨¢ los lectores maduros conocen pero que no tienen por qu¨¦ conocer los m¨¢s j¨®venes: El billete de 1.000.000 de libras, en la peque?a editorial Menoscuarto; una selecci¨®n de sus mejores relatos en Debolsillo bajo el t¨ªtulo de Cuentos selectos, y que incluye la nouvelle del billete, si bien en otra traducci¨®n, y otra selecci¨®n titulada Cuentos humor¨ªsticos, en Navona.
Antes de entrar en valoraciones dir¨¦ que pocas veces me he re¨ªdo tanto como leyendo El robo del elefante blanco, El periodismo en Tennesse, El romance de la doncella esquimal, Canibalismo en los vagones de tren y, sobre todo, C¨®mo llegu¨¦ a ser editor de un peri¨®dico agr¨ªcola, felizmente incluidos en Cuentos selectos. S¨®lo recuerdo haberme re¨ªdo tanto con relatos como El topo gigante de Kafka o con algunos cuentos de Bacacay de Witold Gombrowicz.
Es com¨²n decir que la fama de Twain como escritor humor¨ªstico y popular suele hacer olvidar su rigor literario y su esp¨ªritu cr¨ªtico. Falso, porque los cuentos que acabo de mencionar no s¨®lo son tremendamente c¨®micos, tambi¨¦n destilan una cr¨ªtica muy afilada y mordaz de los defectos y desmanes de la cultura norteamericana de su ¨¦poca, de su violencia inaudita y de su amor a las armas de fuego.
Una constante va recorriendo las p¨¢ginas de Cuentos selectos como un leitmotiv obsesivo: el dinero y los problemas que pueden acarrear tanto su escasez como su abundancia, y que est¨¢ muy presente en El billete de 1.000.000 de libras, cierto, pero tambi¨¦n en relatos como El legado de treinta mil d¨®lares, El romance de la doncella esquimal, La leyenda de Venus capitolina, ?Est¨¢ vivo o muerto? y La c¨¦lebre rana saltadora del condado de Calaveras, que figura como uno de los primeros relatos de Twain, y que tambi¨¦n est¨¢ en el volumen Cuentos humor¨ªsticos. Todos ellos nos informan de muchos de los vicios sociales de la ¨¦poca de Twain, pero tambi¨¦n nos hablan clamorosamente de los problemas econ¨®micos, a veces de naturaleza abismal, que jalonaron la vida del escritor.
Menci¨®n aparte merece la narraci¨®n Diario de Ad¨¢n y Eva, que ya ha sido m¨²ltiples veces reeditada en espa?ol, y que es una de las m¨¢s conocidas de Twain. Esta magn¨ªfica novelita acaba con una sentencia fundamental cuando, refiri¨¦ndose a Eva, Ad¨¢n, dice: "All¨ª donde ella estaba, estaba el Para¨ªso". Obviamente, la frase tiene dos sentidos: un sentido simb¨®lico y representativo (Eva era en s¨ª misma el Ed¨¦n y su sola presencia convert¨ªa cualquier sitio en el Para¨ªso), y un sentido realista, por la sencilla raz¨®n de que tanto ella como Ad¨¢n viv¨ªan en el Para¨ªso: estaban en ¨¦l. Ambos sentidos persisten en casi todos los relatos de Twain: por un lado tienden a la redondez mitol¨®gica y se aproximan mucho a la f¨¢bula, y por otro lado est¨¢n dotados de un vivo instinto realista. A Fitzgerald le va a pasar algo parecido, sobre todo en sus cuentos, algunos de ellos claramente influidos por Twain, como por ejemplo Cuatro pu?etazos.
Hemingway dijo: "La literatura estadounidense nace con Twain. No hab¨ªa nada antes. No ha habido nada igual de bueno despu¨¦s". Evidentemente se trata de una exageraci¨®n muy propia de Hemingway, pues antes de Twain est¨¢n Poe y Whitman, y despu¨¦s de ¨¦l vendr¨¢n el mismo Hemingway, Faulkner, Dos Pasos, Fitzgerald, Capote y algunos m¨¢s, pero qu¨¦ duda cabe que sin Twain la literatura norteamericana no ser¨ªa lo que es.
Mark Twain. El billete de 1.000000 de libras. Traducci¨®n de Amando L¨¢zaro Ros. Menoscuarto. Madrid, 2010. 69 p¨¢ginas. 6,73 euros. Cuentos selectos. Debolsillo. Barcelona, 2010. 326 p¨¢ginas. 9,95 euros. Cuentos humor¨ªsticos. Traducci¨®n y pr¨®logo de Carme Font. Navona. Barcelona, 2010. 133 p¨¢ginas. 4,50 euros.
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