Con cara de nada
Con cara de nada, leo que en Argentina se ha legalizado el matrimonio entre homosexuales y, sin el menor inter¨¦s, dejo resbalar la mirada hacia la cabecera del peri¨®dico, viernes, 16, cosas de la vida, y m¨¢s all¨¢, hasta la pasajera de enfrente, que tiene unos ojos verdes e inquietos dirigidos a lo alto, al mapa de estaciones del metro para asegurarse de que lleva el buen camino.
Ahora, con cara de nada, me gustar¨ªa poner las yemas de los dedos en la mejilla suave, apenas rozarla en una caricia imperceptible, solo para comprobar la tersura de esa piel joven. Y me gustar¨ªa que la chica volviera a m¨ª su expresi¨®n mansa y torciera un poco la cabeza para hacer m¨¢s intenso y c¨¢lido el contacto contra mi palma de la mano. Y pudiera ser que tuviera la idea de torcer la boca para tocar con sus labios gruesos, y tal vez con la punta de la lengua, la parte interior de mi mu?eca, ese manojo de cables que env¨ªa una deliciosa sensaci¨®n punzante por el brazo arriba, hasta el cerebro o el coraz¨®n. Entonces, a lo mejor, con cara de nada, me atrever¨ªa a deslizar la mano hacia el cuello, hacia el hombro, hacia uno de los senos que tensan la sencilla blusa camisera de cuello en punta y escote en uve que muestra un canalillo generoso, profundo y firme, y la protuberancia del pez¨®n como un im¨¢n.
Existe la tentaci¨®n de abalanzarme al boca a boca, lengua a lengua, pero prevalece la sensatez de que el cuerpo a cuerpo y las intrusiones en lo ajeno deben verse aplazadas hasta una segunda fase, posterior a la mera contemplaci¨®n. Ser¨ªa mucho mejor, bajo la mirada complacida y pasiva de la muchacha, desabrochar la camisa bot¨®n a bot¨®n y comprobar de qu¨¦ color es el sujetador que lleva, y si es de los que se desabrochan por detr¨¢s o por delante, o si no hace falta desabrocharlo porque a la menor intenci¨®n muestran su contenido. De momento, a primera vista y a distancia, con cara de nada, parece imprescindible asomarse a ese interior, porque un pez¨®n capaz de traspasar la copa de un sost¨¦n y la tela de una camisa resulta sumamente prometedor, pero el metro se ha detenido ya con brusco vaiv¨¦n, y la muchacha ya ha llegado a su destino, como confirman con satisfacci¨®n los ojos verdes que miran a lo alto, y all¨¢ va, se levanta del asiento y ofrece al p¨²blico en general y a mi cara de nada en particular la espl¨¦ndida oscilaci¨®n de su cintura estrecha, y las nalgas ce?idas por un vaquero viejo y c¨®modo. Se abre paso entre la multitud, "perdone, perdone", y sale del vag¨®n. Y yo devuelvo la vista a la cabecera del peri¨®dico, viernes, 16, cosas de la vida, y al titular que insiste en que Argentina ha legalizado el matrimonio entre homosexuales y, sin el menor inter¨¦s, voy a la p¨¢gina siguiente. Con cara de nada.
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