El deslumbrante color de la bravura
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Cuando sale un toro bravo, se le cambia el color a la plaza, se iluminan los semblantes, afloran las sonrisas, se vienen arriba los ¨¢nimos, y todo se torna en alegr¨ªa y emoci¨®n esperanzada. Este milagro lo vivi¨® y goz¨® ayer la plaza de M¨¢laga, tan maltratada por los taurinos, tan entristecida y tan l¨²gubre por un constante y pernicioso baile de corrales, de donde salen tarde tras tarde saldos de mercadillo, toros de rebajas, animales podridos por la presi¨®n de los toreros y la insufrible indignidad de quienes la aceptan -los ganaderos-; degeneraci¨®n gen¨¦tica, en fin, que se plasma en una muy alarmante falta de casta, incompatible con la fiesta.
Pero entre tanta farsa y falta de decoro, entre tanta incompetencia presidencial, empresarial, ganadera y torera, entre tanta infinita paciencia de un p¨²blico milagrosamente tan generoso, ayer son¨® la flauta por casualidad, y sali¨® un segundo sobrero de una ganader¨ªa de poca vitola, Albarreal, que le devolvi¨® la vida a la alica¨ªda tarde de feria. Viol¨ªn de nombre, de 587 kilos de peso, cinque?o, bien presentado, de bonitas hechuras, acudi¨® con presteza al capote de Salvador Cort¨¦s, que lo lance¨® con buen aire; empuj¨® con los ri?ones en un largo primer puyazo y cumpli¨® en el segundo; galop¨® con alegr¨ªa en banderillas, y lleg¨® a la muleta con la cara desafiante y la mirada altiva de los toros que se sienten poderosos.
DOS GANADER?AS / PAQUIRRI, PERERA, CORT?S
Dos toros de Hermanos Sampedro, primero y tercero, que fue devuelto, mal presentados y mansos; sobrero, tambi¨¦n devuelto, y segundo sobrero, de Albarreal, bien presentado, bravo, encastado y noble. Y cuatro de Vellosino, bien presentados, mansos y descastados
Rivera Ord¨®?ez Paquirri: dos pinchazos y estocada (silencio); dos pinchazos -aviso- dos pinchazos y estocada baja (silencio).
Miguel ?ngel Perera: dos pinchazos -aviso- y media (silencio); cuatro pinchazos -aviso- y dos descabellos (silencio).
Salvador Cort¨¦s: pinchazo, estocada baja, un descabello -aviso- y tres descabellos (ovaci¨®n); media estocada (silencio).
Plaza de la Malagueta. 21 de agosto. Octava corrida de feria. Tres cuartos de entrada.
Ha vuelto Rivera Ord¨®?ez 'Paquirri' y nadie sabe por qu¨¦ ni para qu¨¦
Cort¨¦s lo cit¨® desde los medios y Viol¨ªn acudi¨® raudo y veloz; el encuentro, en un ce?ido pase cambiado por la espalda fue electrizante, y la plaza estall¨® emocionada cuando el torero cerr¨® con un largo y obligado pase de pecho.
Tom¨® Cort¨¦s la muleta con la mano derecha, y el toro buscaba la franela con codicia, fijeza y largo recorrido; embestida noble y encastada la suya, mientras el torero intentaba parar, templar y mandar el temporal de bravura que se le ven¨ªa encima. Mejor¨® el torero por naturales, pero sobresal¨ªa el toro con su creciente acometividad.
?Qu¨¦ dif¨ªcil debe ser estar a la altura de un toro bravo...! ?Qu¨¦ dif¨ªcil encontrar en segundos interminables la distancia, el ritmo y la cadencia...! Quiz¨¢, por eso, llegar a figura sea casi imposible, porque no parece de este mundo la perfecta conjunci¨®n fugaz entre la irracionalidad y la inteligencia para crear la emoci¨®n est¨¦tica.
Lamentablemente, Salvador Cort¨¦s no lo consigui¨®. Puso de su parte su alma y su vida, pero toda su labor, de gran altura, eso s¨ª, pec¨® de falta de reposo, de serenidad, de gusto, de temple... La noble casta exige asentar el ¨¢nimo, dominar con la cabeza, sentir con el coraz¨®n, y eso es asunto exclusivo de los elegidos.
Cort¨¦s es un buen torero, y merece m¨¢s de lo conseguido hasta ahora, pero Viol¨ªn le gan¨® la partida; como se la hubiera ganado a la mayor¨ªa del escalaf¨®n andante. Lo mat¨® mal, adem¨¢s, y el toro se fue con las orejas colgando al cielo de la bravura. La cara de Cort¨¦s se torn¨® triste por la pena, pero la plaza luc¨ªa el color de la esperanza, la alegr¨ªa a cuentagotas que tan escasamente se prodiga.
Y se hizo de nuevo la tenebrosa oscuridad. Ha vuelto a los ruedos tras una lesi¨®n Rivera Ord¨®?ez Paquirri, y nadie sabe por qu¨¦ ni para qu¨¦. Es una enciclopedia de vulgaridad, de p¨¦sima colocaci¨®n, de falta de gracia... Naufrag¨® en su lote, inservible por falta de casta, pero qui¨¦n lo ha visto y quien lo ve ahora, desconocido y ausente para el toreo.
Y cerr¨® la terna Miguel ?ngel Perera, quien tampoco cont¨® con muchas opciones ante un lote excesivamente descastado y soso; pero a una figura de su categor¨ªa hay que exigirle algo m¨¢s que la andante vulgaridad que demostr¨®. No se puede presumir de nada si se es incapaz de superar la aburrida condici¨®n de unos toros que exigen ideas suficientes para aliviar el tedio. Pues, nada. Mat¨®, adem¨¢s, rematadamente mal, con la incapacidad impropia de quien lleva tantas corridas a sus espaldas. Al menos, tuvo la suerte de que no le toc¨® el toro bravo. Cort¨¦s abrevi¨® con el violento sexto.

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