La sombra de Aparicio

La corrida de Alcurruc¨¦n tuvo la cualidad de ser un corrid¨®n. Los toros dieron excelente juego, excepto el primero, que present¨® dificultades a un torero con pocos recursos y un bagaje art¨ªstico mediocre. Hablo de Antonio Barrera.

Con una presentaci¨®n impecable, con buidos pitones, aut¨¦nticos pu?ales, ofrecieron una tarde de las de antes. No se echaba de menos a los figurones, con sus ganader¨ªas elegidas para triunfar, con el menor riesgo posible.

Ayer los toros espolvorearon en muchos momentos bravura (a m¨¢s bravura, m¨¢s nobleza), pero hab¨ªa que estar en toreros. Los seis corn¨²petas exig¨ªan el carnet. Solo dos de los diestros pod¨ªan mostrarlo con dignidad. Uno, Sergio Aguilar, en el ¨²nico que pudo lidiar, que no matar. Despu¨¦s de una faena iniciada con un buen trasteo, se ech¨® la mano a la derecha para instrumentar dos buen¨ªsimas series. En el cambio de mano el toro le avis¨® y le cogi¨®. Tras una tanda de derechazos volvi¨® a torear con la mano zurda y ah¨ª le cogi¨® con m¨¢s fundamento. Cuando entraba a matar el pit¨®n le atraves¨® la garganta y sufri¨® "importantes y serios destrozos", seg¨²n fuentes m¨¦dicas de la plaza. Adem¨¢s, sufri¨® un puntazo en el muslo. El recuerdo de la espeluznante cogida meses atr¨¢s a Julio Aparicio sobrevol¨® por los tendidos. Aguilar fue atendido en la enfermer¨ªa y pas¨® por quir¨®fano en el hospital de Cruces.

Sergio Aguilar volvi¨® a torear con la mano zurda y el toro le corne¨®

El otro torero con aptitudes fue Luis Bol¨ªvar. Tuvo que lidiar y matar tres toros. Los dos suyos y el que hubiera sido de Aguilar. Su actuaci¨®n fue solvente. En su primero estuvo algo remiso, despu¨¦s de un magn¨ªfico trasteo. En el segundo (quinto de la tarde) realiz¨® una buena faena, con muletazos largos, templados, ligados, adem¨¢s de pases circulares, mat¨¢ndolo de una gran estocada que le vali¨® cortar una oreja. En el que cerraba plaza perdi¨® la oreja por no andar acertado con los aceros.

De Antonio Barrera muy poco en su haber. En su primero mal sin paliativos, vulgar, sin clase. Y en su segundo vulgar, sin clase, sin dominio, en suma.

El p¨²blico bilba¨ªno demostr¨® un conocimiento cabal de lo que pasaba en el ruedo. Cosa rara entre el llamado taurinismo moderno. Fue de nota ver c¨®mo supo aplaudir cuando los varilargueros hac¨ªan la suerte de picar con s¨®lidos argumentos. Porque ayer se pic¨® a los toros de Alcurruc¨¦n muy bien. Que se valoren algunos buenos pares de banderillas, como se hizo en algunos momentos, es m¨¢s normal que a la hora de juzgar la manera de picar. Al fin y al cabo la suerte de banderillas est¨¢ m¨¢s a la vista, se ejecuta en un espacio abierto. Cosa contraria sucede a la hora de juzgar la suerte de picar. El toro incrusta su cabeza en el peto en tanto el picador mete el palo, y hay que calificar el acierto de quitar al toro el genio sin que por ello pierda bravura.