El pantano de las Bermudas
Monovol¨²menes con capacidad para un generoso n¨²mero de ni?os en cada puerta, misa diaria y nada de biquini en la piscina. Son las reglas. Doscientas familias del Opus Dei veranean en una urbanizaci¨®n a cuatro kil¨®metros del santuario de Torreciudad, Huesca. Para muchos, la representaci¨®n del mundo feliz. Al otro lado del embalse del Grado, a pocos kil¨®metros, unos hombres vestidos de naranja butano y con la cabeza rapada esperan a que un d¨ªa, quiz¨¢, el Dalai Lama, cuando no ande tan ocupado, aparezca en helic¨®ptero y visite al fin el precioso templo budista de Dag Shang Kagyu en Panillo. Unos y otros han visto pasar cada a?o, como una extra?a epifan¨ªa, camiones militares repletos de punks y altavoces que llegan del norte de Europa para celebrar la rave m¨¢s grande del a?o en el repoblado municipio de Mipanas. La explicaci¨®n a tan extra?a convergencia quiz¨¢ resida en alguna fuerza oculta procedente de ese pantano, descomunal embalse entorno al que centrifugan las almas de todos ellos.
El grado acoge Una urbanizaci¨®n del OPUS, un templo budista y una 'Rave' punk
Torreciudad est¨¢ convenientemente edificado a 20 kil¨®metros de Barbastro, donde naci¨® monse?or (y santo) Jos¨¦ Mar¨ªa Escriv¨¤ de Balaguer. Pero ¨¦l no tuvo tiempo de disfrutarlo, su muerte, en 1975, coincidi¨® con el nacimiento del gran templo. En la iglesia, una ostentosa estatua ba?ada en oro le recuerda y le representa implorando a Dios suspendido sobre una repisa a la izquierda del descomunal altar. El templo, de una sola nave y dise?ada por Heliodoro Dols (bien podr¨ªa haber sido un proyecto de Moneo para Tatooine, el planeta de Luke Skywalker) reina en lo alto de la monta?a. El inquietante pantano, como muerto, es hoy un espejo que refleja un cielo sin un solo dios.
Con su ¨®rgano de 4.072 tubos, el santuario llega a acoger a unas 50.000 personas el D¨ªa de la Familia y tiene 40 confesionarios con el nombre del cura y el idioma en el que puede perdonar los pecados en cada dintel. Una abundante colecci¨®n de v¨ªrgenes (hay unas 400 y la mayor¨ªa tiene pelo) se acumula en uno de los s¨®tanos. En otra sala, una exposici¨®n recuerda la vida del santo, que aparece en unos v¨ªdeos exhibiendo un carism¨¢tico swing ante un mont¨®n de fieles entusiasmados. Aparte de eso, cualquier cosa sucede ah¨ª en un silencio que solo se ve interrumpido cuando una vez al a?o sus vecinos de Mipanas, al otro lado del pantano, revientan sus equipos de sonido con el latido del hardcore holand¨¦s.
El santuario configura ciertas partes del urbanismo de la zona. Los Tozalitos (as¨ª se les conoce) son unas 200 familias que veranean en un complejo de chalets y apartamentos (El Tozal) a cuatro kil¨®metros del templo. Todos pertenecen al Opus Dei. Los ni?os (muchos) juegan tranquilamente y sus padres sonr¨ªen despreocupados. Bicis, tenis, piscina... En la web de Torreciudad uno de sus fundadores atribuye su creaci¨®n a una evidente intervenci¨®n de la virgen.
Un poco m¨¢s abajo hay un hotel, una hoster¨ªa, que tambi¨¦n pertenece al patronato del santuario. Una inmensa nave con techo de uralita, con una tienda de souvenirs a la entrada donde entre otros objetos uno puede hacerse con extra?o cubo transparente donde flota una especie de holograma con la cabeza de monse?or. Las habitaciones son m¨¢s que sencillas y huelen igual que el interior del santuario. En este hotel, una torpeza arquitect¨®nica que, pese a su tama?o, solo tiene unas 40 habitaciones (a 80 euros la noche, con un hilo musical escacharrado y un cuadro de la virgen), duermen los peregrinos sin casa en el Tozal.
Bordeando el pantano, a pocos kil¨®metros, cambia la energ¨ªa. En una media luna perfecta, sobre unos terrenos de 80 hect¨¢reas, decenas de casitas con unas guirnaldas sagradas miran hacia una gran Estupa blanca. Una estampa de otro mundo que parece sacada de un cap¨ªtulo de Bola de Drag¨®n. El templo Dag Shang Kagyu lleva ah¨ª unos 25 a?os, con sus lamas, monjes y retiros espirituales (18 personas acaban de encerrarse tres a?os). Karma Tempa Rabgye, alto, rapado y natural de Buenos Aires, ejerce de anfitri¨®n.
-Karma, ?vosotros pod¨¦is tener pareja?
-Es m¨¢s dif¨ªcil mantener el voto de la generosidad que el del celibato -dice muy misterioso.
La respuesta es: Los monjes no, los lamas s¨ª. De hecho una ni?a de ojos rasgados y correcto espa?ol (con influencias butanesas y oscenses), hija de uno de ellos, corretea por el jard¨ªn. Varios altares con im¨¢genes del Dalai Lama y de Kalu Rinpoche, gur¨² absoluto de la rama del budismo de este lugar, adornan el centro del templo. La apertura al visitante es total. Los budistas no predican. Son las reglas.
Al comienzo de la carretera que conduce al poblado, Eduard se zampa a dos carrillos un cochinillo regado con un Somontano. Menudo, moreno, con barba y un ch¨¢ndal, mira de reojo. Su mujer le ha dejado y su empresa de vidrio no est¨¢ para muchas alegr¨ªas (y eso que fue el inventor de la vinagrera con spray). El cochinillo es el ¨²ltimo trozo de carne que tomar¨¢ en 20 d¨ªas. Se va a encerrar en el templo budista para reflexionar. Luego se largar¨¢ a la India. Su vida no es muy com¨²n, pero a ¨¦l este lugar tambi¨¦n le parece un poco raro.
La sombra de monse?or
- La sombra del fundador del Opus Dei es alargada y est¨¢ presente en toda la comarca. En Barbastro, su ciudad natal, hay una peque?a ruta para visitar su lugar de bautizo, su casa... A medida que te acercas al santuario, su presencia se hace todav¨ªa m¨¢s fuerte. Al llegar, uno puede encontrarle hasta en estas estampitas rodeado de ni?os.
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